Elizondo se ha situado en el octavo puesto en la clasificación

Navarra tiene cuatro de sus pueblos entre los cien más bonitos de España, según los especialistas de la revista Viajes National Geographic. Los elegidos son Elizondo, que se ha aupado hasta la octava plaza; Ochagavía, Estella y Olite.
De Elizondo dice lo siguiente: "Serpentea y se transforma en saltos de agua a lo largo del valle de Baztán, pero el magnetismo del río Bidasoa aumenta cuando se topa con los pueblos navarros de la zona. A su paso por Elizondo, su cauce halla cobijo en los puentes que entrelazan los barrios de la capital del valle, cada uno con su personalidad y oficios, pero siempre con el blanco y el marrón de las casas como protagonistas. En los márgenes del río se alzan las casas más antiguas del barrio viejo, coronadas de buhardillas y tejados a la sombra de grandes aleros. Son casas revestidas de cal blanca, adornadas con sillares rojizos, geometrías de madera y balconadas floreadas.
En las calles Jaime Urrutia y Braulio Iriarte se concentra el mayor número de casas nobles y palacios, entre los que destaca el de Arizkunenea, erigido en el siglo XVIII por Miguel de Arizcun, caballero de Santiago y marqués de Iturbieta, y que hoy alberga la Casa de la Cultura de Baztán. Cerca, en la plaza de los Fueros, el Ayuntamiento muestra el símbolo de lo que fue y sigue siendo el valle y su capital, con un escudo donde se puede leer «Noble Valle y Universidad de Baztán», título que muestra el papel protagonista de Elizondo en la historia de Navarra. Entre sus calles, museos y espacios naturales, las esculturas de Jorge Oteiza y Xabier Santxotena rompen con el estilo rural y montañés".
A Estella la describe de la siguiente manera: "En un gran meandro del Ega, entre Pamplona y Logroño, se abre paso esta villa nacida en sus orillas gracias al trasiego de los peregrinos del Camino de Santiago. Es la llamada «Toledo del norte», por ser una de las grandes ciudades monumentales de la España septentrional, un calificativo que empezó a fraguarse en la Edad Media cuando se decidió desviar la Ruta Jacobea para establecer allí una población con una importante presencia judía. A partir de ese momento, Estella-Lizarra comenzó a llenarse de palacios, castillos, casas señoriales, iglesias y conventos que a día de hoy hacen de este pueblo uno de sus mayores atractivos.
En los alrededores de lo que fuera la judería se puede vislumbrar la iglesia de San Pedro de la Rúa, un templo del medievo de aspecto ascensional provocado por la verticalidad de su torre. A él se accede a través de una escalinata que comienza frente al Palacio de los Reyes de Navarra, conocido también como el Palacio de los Duques de Granada de Ega, una edificación que sirvió en el pasado de prisión y que, en la actualidad, acoge un museo dedicado al pintor Gustavo de Maeztu, máximo exponente de la Escuela Vasca de pintura del siglo XIX. Muy cerca también se encuentra la iglesia del Santo Sepulcro. Aunque dejó de funcionar como parroquia a finales del XIX, el estilo gótico de su arquitectura la hace merecedora de una visita".

Olite, según Viajes National Geopraphic, también merece una visita. "La tierra se cubre de viñedos, los pueblos abrazan las laderas y, de repente, un castillo emerge en el horizonte. Su majestuoso perfil almenado, torrecillas de ángulo y torreones circulares dotan a Olite de un aire medieval que hace volar la imaginación a quien lo admira. Sobre un pequeño cerro, a orillas del río Cidacos, Olite actuó como fortaleza de la Zona Media de Navarra con el imponente castillo-palacio que Carlos III de Navarra mandó construir a finales del siglo XIV.
El Palacio Real ocupa un tercio del casco urbano medieval, en el que se entrelazan estrechas calles al abrigo de nobles casas donde permanecen grabados los escudos de armas, como en el Palacio del Marqués de Rada, arcos góticos, iglesias y el recinto amurallado de origen romano. Como si fuera una extremidad del palacio, a su vera se encuentra la iglesia de Santa María la Real, utilizada por los monarcas para celebrar actos solemnes. Frente al castillo, el Museo del Vino de Navarra describe otra de las grandes historias de Olite: su tradición vinícola, con vestigios de producción del siglo I d.C. y una Edad Media marcada por el cultivo de la vid.

Por último, de Ochagavía ofrece las siguientes palabras: "A vista de águila, Ochagavía parece un pequeño embalse de tejados marrones y fachadas blancas estancado en un valle de verdes pinos y hayas. Ya a pie de calle se confirman la sospechas: este pueblo es la postal perfecta que sintetiza el Pirineo navarro. La ermita románica de Muskilda del siglo XII, a la que se asciende en una caminata de 4 km, parece contemplar, indulgente, la belleza del pueblo que, cada 8 de septiembre, celebra una romería en su honor. Pocos días antes, la villa entera se transforma. En lo que parece un auténtico viaje en el tiempo, sus habitantes convenientemente ataviados reproducen oficios desaparecidos y el estilo de vida que se llevaba en estas calles un siglo atrás.
Situada a escasos kilómetros de la frontera francesa, las empinadas calles de esta localidad navarra ponen a prueba las piernas de cualquier visitante que se aventure a descubrir el centro histórico, entre el que se encuentran palacios medievales y casas blasonadas. Como si de un espejo se tratara, el río Anduña devuelve la imagen de las viviendas tradicionales que caracterizan Ochagavía. Y su topónimo también refleja la naturaleza y el entorno salvaje entre el que esta villa ha prosperado: Otsa-gabia, nido de lobos".

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