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La ciudad de Jaén es una de las ciudades más infravaloradas de toda España. A menudo la urbe queda eclipsada por otros lugares de Andalucía, como Sevilla o Córdoba, pero la realidad es que 'la Capital del Santo Reino' esconde maravillas apasionantes con siglos de historia, como pueden ser la Catedral de la Asunción o el Barrio de Santa Cruz. Entre esos enclaves fascinantes se encuentran unos baños árabes muy especiales, ya que son unos de los más grandes de todo el país.
La urbe jienense es uno de los lugares más adecuados del sur de España para recordar el paso de los musulmanes por la Península Ibérica, y una gran muestra de ellos son estos espectaculares Baños Árabes del Palacio de Villardompardo, situados en pleno casco histórico de la ciudad. Este tesoro lleva un milenio en pie, pero gracias a su magnífico estado de conservación y sus descomunales 450 metros cuadrados se ha convertido en una de las grandes atracciones de la capital provincial.
Los Baños Árabes de Jaén: un viaje al pasado
Los Baños Árabes del Palacio de Villardompardo fueron construidos en el siglo XI, medio milenio antes de que se erigiese el precioso edificio bajo el que se ocultan, aunque pudieron ser restaurados a finales del siglo XII, tal y como se afirma en la propia web del complejo; eso lo confirma la preciosa decoración almohade que hay en todo el recinto. Cuentan con una gran extensión de 450 metros cuadrados, por lo que son unos de los más grandes de todo el país.
Tras la reconquista cristiana de la ciudad en 1246 por parte de Fernando III, los baños siguieron siendo utilizados, aunque alrededor del siglo XV se estableció en ellos una tenería (todavía quedan vestigios de ella en varias salas), por lo que dejaron de tener una función termal. Además, en el siglo XVI el Conde de Villardompardo edificó sobre ellos el palacio que todavía hoy en día lleva su nombre, por lo que quedaron olvidados y ocultos durante siglos, hasta que fueron redescubiertos en 1913.
Los baños están formados por cuatro estancias: un vestíbulo y tres salas con temperaturas diferentes. La Sala Fría está cubierta por una bóveda de cañón con una docena de luceras y es bastante pequeña en comparación con la Sala Templada, una habitación cuadrada de casi 128 metros cuadrados cubierta por una gran cúpula que descansa sobre arcos de herradura. Por último, la Sala Caliente tiene una estructura rectangular y cuenta con alcobas a los lados.
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