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Visitar Sicilia no solo significa descubrir Palermo y Catania, dos de los destinos italianos más buscados por los turistas que viajan desde España. En un recorrido por la isla más grande del Mediterráneo te aconsejamos hacer una parada en Ragusa Ibla, una pequeña ciudad que estuvo olvidada durante años hasta que fue redescubierta tras incluir 18 de sus monumentos en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Cada uno de estos tesoros artísticos son una razón de peso para visitar este escenario mágico en el que se mezclan maravillosos palacios con iglesias de fachadas barrocas espectaculares, un patrimonio artístico que convierten a esta ciudad en la gran joya siciliana.
Ragusa, dos ciudades en una
Por ella pasaron griegos, romanos, bizantinos y árabes que fueron dejando su huella en la arquitectura de la zona, pero lo que más la marcó fue el terremoto de 1693, que afectó sobre todo a Ibla, la parte más antigua. Tras el derrumbe de la mayoría de los edificios, la ciudad fue reconstruida en lo alto de la colina, dando lugar a la que se conoce como Ragusa Superiore. Sin embargo, los aristócratas ricos prefirieron volver a levantar la "vieja Ragusa" (hoy conocida como Ragusa Ibla) donde se encuentran los principales edificios históricos. Ambas estuvieron divididas durante mucho tiempo, hasta que en 1927 se unificaron.
Una ciudad con un carácter muy especial
Empezamos a recorrer esta bonita ciudad del sur de Sicilia por Ragusa Ibla, que en realidad es el nombre del barrio más antiguo del centro histórico. Un lugar pintoresco y con una atmósfera mágica que seguro te resultará la ciudad menos siciliana de todas las que visites.
La calle curvada de Corso Mazzini es la que une Ibla con Ragusa Superiore. Este recorrido conduce frente a la iglesia de Santa Maria delle Scale y desde esta plaza podrás disfrutar de una bella panorámica del centro histórico de la ciudad y la cúpula de la Catedral de S. Giorgio. Será un buen adelanto de todo lo que te espera.
Los templos barrocos más bellos de Sicilia
Eso sí, son tantas las iglesias que hay en la ciudad que realmente podrías pasarte todo el viaje yendo de una a otra y te faltaría tiempo para visitarlas todas. Y aunque todas merecen una parada, hay una que con su maravilloso campanario en tono azul sobresale entre las callejuelas: la de la Madonna dell'Itria. Está situada en la antigua judería y no debes perdértela.
Otra de nuestras favoritas es la de las Santas Ánimas del Purgatorio, que se encuentra en un alto dominando la Piazza della Repubblica. Otro ejemplo del barroco siciliano podrás disfrutarlo en la iglesia de San Giuseppe, y además, después de esta visita, puedes aprovechar para disfrutar de un aperitivo en una terraza con la fachada de este maravilloso edificio barroco en frente. Te aconsejamos reponer fuerzas con un plato típico de la zona: la Scaccia Ragusana, una focaccia de origen campesino cuya receta se ha transmitido de generación en generación.
La Catedral de San Giorgio
Sin embargo, ninguna de estas iglesias, por maravillosas que sean, le hacen sombra a la catedral de Ibla. Construida en el siglo XVIII, para acceder a esta joya siciliana hay que ascender 54 escalones. En la fachada se puede ver uno de los símbolos de la ciudad: la torre del reloj. En ella destaca también su cúpula neoclásica.
Palacios con fachadas espectaculares
Recorriendo este laberinto de callejones que desprenden una atmósfera fascinante te encontrarás con numerosas placitas y también maravillosos edificios, como el Palazzo La Rocca (cerca de la Catedral) de estilo barroco tiene ocho balcones adornando la fachada con representaciones de distintas escenas de la época. Otros palacios interesantes: el de Nicastro y Cosentini, con fachadas pobladas de personas y animales, el Palazzo Arezzo di Sanfilippo, que alberga una galería de arte, y el Palazzo Zacco, en Ragusa Nuova, que está adornado con esculturas de bufones.
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