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Churros con helado de pistacho
Son las 10 h de la mañana de un domingo cualquiera, en el que no tienes prisa por salir a la calle, ni en vestirte, solo en desayunar unos buenos churros con chocolate o café. Mientras disfrutas de la calma de la casa, tapado con una mantita, el tiempo parece detenerse, permitiéndote saborear cada bocado sin preocupaciones. Es el momento perfecto para desconectar, relajarte y disfrutar de esos pequeños placeres que la rutina, a menudo, pasa por alto.
Su textura crujiente por fuera, y suave por dentro, los convierte en un bocado irresistible. Además, la sencillez de su receta, hecha con pocos ingredientes, no hace más que resaltar lo delicioso que puede ser algo tan tradicional. Ya sea en una cafetería local o en un carrito en la calle, los churros siempre consiguen hacernos sonreír y disfrutar de esos pequeños momentos de la vida.
La churrería atípica
En la Churrería Artchur, situada en la calle Muntaner, 61, en Barcelona, ofrecen más que los clásicos churros con chocolate: es un lugar donde conviven tanto los dulces como las propuestas saladas. Por ejemplo, uno de los más dispares, son los churros con callos -una ración de este plato a la madrileña con su chorizo y salsa gelatinosa y por encima varios churros troceados, que ejercen como pan o picatostes-.
O los Mac & Chur, ahogados en salsa de queso cheddar con parmesano y bacon crujiente, un homenaje a los mac and cheese norteamericanos. Y los Guacachur, con espuma de guacamole, pico de gallo y cebolla encurtida.
La carta está asesorada por el pastelero Miquel Guarro y el chef Miguel García, y todas las espumas de los boles, así como las recetas de los platos, se cocinan por Nadya, la pastelera a cargo del establecimiento. Los helados provienen de un obrador artesano cercano que trabaja con restaurantes. Los churros se fríen y recién hechos se congelan para descongelarse en el horno. El resultado es un churro ligero y muy poco aceitoso, que les permite jugar con las contundentes mezclas de los boles.
¿Churres dulces o salados?
Según informa el medio gastronómico, Hule y Mantel, el 90% de los pedidos son de churros dulces. Además, podrás degustar el de churros y pistachos, el de crema catalana y el de cheesecake, que son otros de los más pedidos.
Con un precio de 6,5 euros por bol de churros, tanto dulces como salados, la idea es ir ampliando y cambiando recetas, según el éxito que vayan teniendo. También, ofrecen helados, así como cafés, zumos y, por supuesto, chocolate caliente. Aunque no hay mesas y todo está muy pensado para llevar, hay una zona con asientos.
No es la primera vez que alguien en Barcelona intenta darle un toque salado y gastronómico a los churros. Seguro que muchos recuerdan aquellos churros con salsa brava de Comaxurros.
Chica en Artchur Barcelona
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