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Recorremos lugares emblemáticos que son todo un tesoro.

Viajamos hasta el extremo meridional del litoral gallego, casi rayando con Portugal, para conocer una ruta cuyo propio nombre ya nos deja entrever lo fascinante de los lugares que recorre. La Ruta Máxica nos traslada hacia el pasado mientras disfrutamos de los paisajes y del patrimonio de este sector del Bajo Miño.
Oia, hacia allá vamos
Cuando la provincia de Pontevedra llega prácticamente a su fin en su perfil costero, muy cerca de la desembocadura del río Miño y de la conocida población de A Guarda, aparece ante nosotros un rectilíneo litoral que se prolonga hasta Baiona, concretamente hasta el cabo Silleiro. Allí, dentro del contexto de la comarca del Bajo Miño, nos topamos con el municipio de Oia, un territorio agraciado con dieciocho kilómetros de litoral atlántico en el que se distingue con claridad la referencia de la cala de Redondelino, donde se asienta la población principal que da nombre al término.

La localidad de Oia se sitúa frente a esta ensenada que dibuja una de las pocas perturbaciones rectilíneas del último tramo del suroeste gallego. Allí destaca, por encima de todo el resto, el Monasterio de Santa María, considerado la única construcción cisterciense de este tipo de toda Europa levantada junto al mar. 7500 metros cuadrados de pura historia, con casi un milenio de antigüedad, que fueron el germen de la posterior creación del arrabal, hoy en día casco viejo de Oia, donde la arquitectura y el estilo tradicional se muestran a través de las casas, calles y plazas.

La Ruta Máxica
Oia protagoniza dos de las etapas más apreciadas del Camino Portugués de la Costa. El itinerario jacobeo ofrece al peregrino un continuo contemplar sobre las vistas del océano Atlántico y un patrimonio histórico y prehistórico de gran relevancia. Muchas de esas huellas del pasado las podemos admirar a través de un recorrido especialmente pensado para que descubramos esa parte esencial del municipio.

La Ruta Máxica de Oia nos guía, a través de casi veinte kilómetros, a un viaje por los montes de la Sierra de la Groba y un tramo de la conocida como Costa de los Castros. Miradores naturales, conjuntos de petroglifos, castros, pozas, cascadas y, cómo no, grupos de caballos salvajes pastando en libertad esperando al momento anual en el que son reunidos en los curros, son algunos de los atractivos que nos vamos a encontrar en este camino.


Mientras, por el camino, disfrutaremos de pozas, cascadas, vistas panorámicas increíbles y de rincones naturales que nos sorprenderán como el bosque mediterráneo de las Sobreiras do Faro, haciendo de la ruta un plan muy apetecible en el suroeste gallego.
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