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Jazmín, pan recién horneado o limones sicilianos nos acompañan en nuestro paseo por uno de los barrios más conocidos de la Ciudad Eterna.

Su nombre significa ‘más allá del Tíber’, pero hoy Trastevere forma parte del centro de Roma y se ha convertido en una parada imprescindible para todos aquellos que visitan la Ciudad Eterna. Sus calles empedradas, las discretas iglesias que albergan imponentes tesoros en su interior y las fachadas recubiertas de plantas y flores nos dan la bienvenida a este barrio que sigue manteniendo su esencia bohemia.

Durante las primeras semanas de la primavera, el clima de Roma comienza a suavizarse, convirtiéndolo en el momento perfecto para descubrir todos los encantos de uno de los barrios más bellos del mundo. El viajero debe pasear sin prisas, disfrutando de las vistas, los sonidos y los olores que emergen a cada paso. Las terrazas de los restaurantes se llenan de gente que disfruta de una copa de vino o un plato de pasta, mientras que los artistas callejeros ofrecen música en vivo.
Aromas de Trastevere en primavera
Uno de los aspectos más destacados de Trastevere en primavera son los aromas que impregnan el aire. Desde el primer paso, el explorador descubre una sinfonía olfativa que refleja la vida cotidiana del barrio. Huele a jazmín o, como lo llaman los italianos, a gelsomini. El aroma de hierbas aromáticas, como el romero y la albahaca, también está presente en pequeños jardines urbanos o en las macetas de los balcones.

En primavera, los mercados también se llenan de colores y fragancias. El de piazza di San Cosimato, uno de los más populares de Trastevere, es una oda a los productos de temporada. La fragancia de las fresas, los limones sicilianos o las alcachofas son la base de la cocina romana, y los olores de los ingredientes frescos flotan por el aire. Además, aquellos que buscan experiencias únicas podrán disfrutar de un auténtico mercado local, puesto que el de Campo di Fiori ya se ha convertido, desgraciadamente, en un mercado repleto de souvenirs y mucho más turístico.
Gastronomía local: una experiencia para los sentidos
No se puede hablar de Trastevere sin mencionar su oferta gastronómica, que en primavera alcanza su punto máximo gracias a las agradables temperaturas que invitan a ocupar sus terrazas. Los restaurantes del barrio ofrecen lo mejor de la cocina romana, las pizzerías sorprenden con creaciones imposibles como la pizza de patatas fritas y los bares de la piazza de Santa María in Trastevere son una auténtica fantasía para disfrutar de un exquisito zumo de naranja con vistas.

Tampoco podemos pasar por alto las gelaterías artesanales del barrio, que ofrecen sabores auténticos o los bares que hacen del aperitivo italiano todo un arte. Precisamente a un paso de la plaza Trilussa (punto de encuentro por antonomasia de los jóvenes romanos) se encuentra Freni e Frizioni, local que se ha convertido en todo un referente para los amantes de la coctelería y que tiene fama (nosotros podemos dar fe) de ser un ‘place to be’ para disfrutar del mejor aperitivo de la ciudad.

Trastevere, bullicio y calma en un mismo barrio
Uno de los mayores atractivos de Trastevere es su capacidad para combinar el bullicio de la ciudad con la tranquilidad de sus rincones escondidos. A pesar de ser uno de los barrios más animados de Roma, también es posible encontrar lugares tranquilos donde relajarse y disfrutar de un momento de paz.
La animada plaza de Santa María es a cualquier hora del día un hervidero de gente, mientras que, si nos adentramos en la iglesia homónima, nos trasladaremos a un escenario sereno en el que la calma se apodera del ambiente. De vuelta a la plaza, podemos sentarnos en la fuente central y contemplar la iglesia y su espectacular fachada de mosaico. Fundada en el siglo III por el papa Calixto I, fue parcialmente reconstruida en el siglo XII por el papa Inocencio II quien encargó la portada que hoy contemplamos.

En definitiva, perderse por las calles de Trastevere siempre es un buen plan, pero, en primavera, se convierte en una experiencia que despierta todos los sentidos. Los aromas a pan y pizza, las hierbas frescas y los ingredientes de temporada se mezclan en el aire, creando un crisol olfativo que dejará una huella imborrable en el viajero.
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