Más allá de su encanto natural, este arenal cuenta con un gran bagaje histórico
En Soto de la Marina (Santa Cruz de Bezana) disfrutan de la playa de Covachos, una de las joyas escondidas de Cantabria que combina agua dulce y salada, un tómbolo arenoso y una cascada que cae sobre la arena. Su fisonomía única la convierte en un destino ideal para quienes buscan ese paisaje singular digno admiración.
Cuando baja la marea, se revela una lengua de arena que se extiende desde la costa hasta la Isla del Castro, un islote rocoso y vegetado. Gracias a este puente natural, los visitantes pueden “caminar sobre el agua” sin sentirse atrapados en la inmensidad del Cantábrico.
El arenal está rodeado de acantilados cubiertos de vegetación y sorprende con una cascada que desciende directamente sobre la arena, aportando frescor y ese contraste entre agua dulce y marina que define su esencia.
La playa forma parte de un paisaje salvaje junto al Parque Natural de las Dunas de Liencres, rodeado de acantilados y vegetación autóctona que refuerza la experiencia de inmersión en la naturaleza.
Para visitarla, el acceso es peatonal y el sendero determina que hay que tener en cuenta el estado del mar para disfrutar sin riesgos. En ocasiones, la entrada resalta por su dificultad, incluso aparentemente precaria, debido al desnivel y las corrientes.
Sin embargo, todo parece sin importancia por su belleza. Este rincón ofrece escenas para sentirse en el “fin del mundo”: mar, acantilados, cascada y un islote al fondo crean una atmósfera de película perfecta para fotografías y escapadas con encanto.
¿Cuándo visitarla? Pleamar, bajamar y cómo aprovechar cada momento
La clave está en coordinar la visita con el ritmo de las mareas, ya que marcan completamente la experiencia en la playa de Covachos. Durante la bajamar, se descubre el tómbolo de arena que une la playa con la Isla del Castro, permitiendo el cruce peatonal a pie hasta el islote, una experiencia única para los amantes de la naturaleza y la fotografía. En cambio, con la pleamar, el Cantábrico invade con fuerza la pequeña ensenada, creando un espectáculo visual donde el mar rompe con energía entre rocas y acantilados.
Consultar los horarios de mareas antes de acudir es esencial, tanto por seguridad como para sacar el máximo partido a la visita. La cascada de agua dulce, activa gran parte del año, añade dinamismo al entorno y aporta un contraste refrescante que hace más disfrutable el paisaje en cualquier momento del día, sea con mar tranquilo o embravecido.
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