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La cocina griega se ha hecho un hueco en España. Esta gastronomía tiene un estilo culinario muy marcado. De hecho, se suele encajar en la vertiente mediterránea y su base son productos frescos, de temporada y sencillos con los que se crean platos llenos de sabor. El aceite de oliva, las hierbas aromáticas, las berenjenas, los tomate, las aceitunas, el yogur, el queso feta, el cordero, etc., son algunos de los elementos imprescindibles para sus elaboraciones.
En su recetario encontramos algunos platos deliciosos. Quizás uno de los más conocidos es la moussaka. Se trata de una especie de lasaña que se elabora con berenjena, carne picada y bechamel. La kofta, es decir, una carne picada especiada y con forma alargada o de albóndiga, es otra delicia de esta cocina.
Estas no son las únicas recetas que merecen la pena probar, sino que existe un plato que es perfecto para comer verduras en verano. Y no solo eso, sino que además se puede degustar frío. Esto es lo que ocurre con la fasolakia.
Receta de la fasolakia
INGREDIENTES (para 4 personas):
- 500 gramos de judías verdes redondas o planas.
- 1 cebolla blanca grande.
- 400 gramos de tomate troceado natural o carne de tomate.
- 200 mililitros de agua.
- 5 dientes de ajo.
- 1 cucharada de orégano seco.
- Eneldo fresco.
- Perejil fresco.
- Limón.
- Pimienta negra molida.
- Aceite de oliva virgen extra.
- Sal.
Para preparar este plato griego, lo primero será cortar la cebolla en juliana y rallar los ajos para dejarlos como si fuera una pasta. Tras esto, se lavan, secan y cortan las judías en trozos de unos cuatro centímetros de largo.

En una cazuela se calientan tres cucharadas de aceite de oliva a temperatura media y se agregan la cebolla y el ajo. Se va removiendo todo y se pone sal. Tendrá que estar en el fuego hasta que la cebolla este blanda sin llevar a dorarse.
Una vez este en ese punto, se añaden las judías y el tomate. También se pone el orégano, sal, pimienta y se echa agua. Después, se deja a fuego bajo, tapado y cocinando durante unos 30 minutos aproximadamente.
Habrá que destapar la cazuela, remover y volver a dejar cocinando otros 20 minutos hasta la salsa haya reducido y el tomate esté concentrado. Tras comprobar que está bien de sal, se añade el zumo de medio limón y un puñado de eneldo fresco y perejil picado.
Tal y como ocurre con el pisto manchego, se puede comer tanto frío como caliente. Se puede presentar como guarnición de otros platos como, por ejemplo, pescado o carne, pero también puede ser un plato único. Para ello, se le puede agregar queso feta, un producto típico de Grecia que le da otro sabor al plato.
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