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La maravilla natural que te demuestra que la naturaleza es capaz de crear obras de ingeniería de la nada; tiene unas vistas impresionantes y unas ermitas románicas en el camino donde disfrutar del paisaje.

El Prepirineo aragonés está repleto de rutas y vistas espectaculares, un lugar que se convierte en un sueño para todo aquel amante de la montaña o para los que simplemente saben apreciar la auténtica belleza aragonesa. Un lugar que te eleva y te abraza, donde los pueblos conservan una esencia única en el mundo, los caminos te esperan impacientes y las curiosidades rebosan si sabes bien donde mirar.
¿Alguna vez has soñado con ponerun pie sobre la imponente Muralla China? Somos muchos los que desde Mulán nos enamoramos de un país tan único a la par que, desgraciadamente, lejano. Pero no te angusties, China no se va a mover de ahí y hasta entonces, siempre puedes matar el gusanillo con una construcción totalmente natural que se encuentra en Huesca, la cual ejemplifica cómo la naturaleza siempre va un paso por delante, pues es capaz de crear una muralla sin necesitar de ingenieros o un gran equipo técnico. Sí, en efecto, Huesca tiene su propia Muralla China.

Tú qué crees; ¿es exageración poética o maravilla geológica? Te respondo yo; ambas, pues este rincón del Prepirineo oscense es uno de los secretos naturales más impresionantes (y menos conocidos) de España. Un capricho de la tierra que se alza vertical, desafiante, en mitad de un paisaje que hace que te sientas invencible y al mismo tiempo, muy pequeño rodeado de tanta naturaleza. Y lo mejor de todo es que todavía puedes visitarlo sin tener que sortear multitudes, colas infinitas o peleas por la mejor fotografía que subir a Instagram.
Un escenario de otro mundo
La Muralla China de Huesca, o Muralla China de Finestres, se encuentra en el término municipal de Peralta de la Sal, pedanía de Estopiñán del Castillo, muy cerca del límite con Lérida. Quizás estás un poco perdido, pero no te preocupes, yo te sitúo; está dentro de la comarca de La Litera y forma parte del entorno del embalse de Canelles, una zona donde el río Noguera Ribagorzana ha ido esculpiendo, a lo largo de millones de años, un paisaje tan espectacular como poco transitado.

Lo que ves al llegar es una cresta de formaciones rocosas de arenisca que emergen del terreno como si alguien las hubiese puesto a mano. Un conjunto de estratos verticales, alineados y afilados como cuchillas, que se extienden decenas de metros y recuerdan, de forma asombrosa, a la Gran Muralla China. De ahí el apodo. Aunque no haya emperadores, ni dragones, ni turistas sacando selfies, ni se considere una de las maravillas del mundo moderno, el impacto visual es espectacular. Y, seamos sinceros, ¿necesitamos realmente que alguien considere a algo maravilla para que produzca un efecto imborrable en nosotros? Para mí, es una maravilla natural sin igual.
¿Cómo se formó esta maravilla?
Lo que hoy admiramos como si fuera una obra de arte es, en realidad, fruto del choque lento pero implacable de placas tectónicas. Los estratos de roca, que originalmente estaban en posición horizontal, se elevaron y se plegaron hace millones de años con la formación de los Pirineos. La erosión hizo el resto, esculpiendo esta muralla natural que divide el paisaje como un cuchillo afilado parte una tarta.

El resultado es un doble paredón de roca (llamado técnicamente estratos verticales de flysch) que rodea el Congosto de Finestres. Entre ambos muros se esconde un sendero que conduce a otro de los grandes tesoros del lugar; la Ermita de San Marcos, desde la que podrás disfrutar de las que probablemente son las mejores vistas de la zona, y la Ermita de San Vicente, una ermita románica del siglo XI, que constituye otro mirador espectacular del embalse de Canelles y la Muralla China de Finestres.
¿Eres aventurero? Este es tu lugar
Llegar a la Muralla China de Huesca no es tan fácil como otras maravillas naturales a la que estamos acostumbrados. Quizás estéis de acuerdo conmigo en que ahora el turismo natural nos lo dan, en ocasiones, muy masticado. Por lo que tener la oportunidad de disfrutar este espectáculo y que suponga un esfuerzo lo considero una ventaja. Para empezar, debes llegar en coche hasta Finestres, un pueblo deshabitado que queda a más de 20 kilómetros de pistas de tierra desde Estopiñán del Castillo. Se recomienda hacerlo en un vehículo todoterreno o al menos uno con algo de altura, porque la pista, aunque transitable, no está asfaltada y puede presentar complicaciones si ha llovido.

Una vez en Finestres (un pueblo fantasma con un puñado de casas medio en ruinas, aunque eso da para otro artículo), comienza la ruta a pie; te encontrarás una caminata de unos 4,5 kilómetros (ida y vuelta), con un desnivel de unos 250 metros, que se hace en una hora y media aproximadamente. La ruta es sencilla, aunque en algunos tramos se vuelve un poco más complicada, pero se recomienda llevar buen calzado, agua, protección solar y algo de comida. No hay bares, ni fuentes, ni cobertura móvil. Solo tú, las montañas y un silencio que suena a gloria.
Una recompensa que no es moco de pavo
Cuando se llega al punto álgido de la ruta (literal y metafóricamente), el espectáculo es de los que se graban en la retina. Desde el mirador natural de la muralla, con el pantano de Canelles al fondo, el paisaje es hipnótico. Si vas en primavera o a finales de otoño, el contraste entre el azul del embalse y los ocres de las rocas es una postal. Si vas en verano, el calor aprieta, pero el cielo despejado hace que las vistas sean aún más impresionantes. El sendero entre los dos muros de roca, con las ermitas como joyas secretas, tiene un aire místico. Hay quien dice que el lugar tiene algo sagrado. Otros lo comparan con Meteora, en Grecia. Sea como sea, la sensación es la misma; has llegado a un lugar distinto a lo que estamos acostumbrados a ver.

La Muralla China de Huesca no necesita carteles luminosos ni colas kilométricas. Es uno de esos regalos de la naturaleza que todavía se conservan vírgenes. Un lugar para mirar, para caminar y para entender que Aragón es mucho más que lo que sale en las guías. Si buscas una escapada diferente, con alma de aventura y vistas que te dejarán sin palabras, este rincón escondido entre rocas es, sin duda, uno de los secretos mejor guardados de España. Solo tienes que calzarte las botas y dejarte sorprender.
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