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Alquézar, en pleno cañón del río Vero, es uno de esos lugares donde el tiempo se detuvo hace cientos de años.

En la comarca del Somontano de Barbastro, Huesca, justo junto al último cañón del río Vero, hay un pueblo suspendido en el tiempo, de apenas 300 habitantes y temperaturas suaves durante todo el verano. Se llama Alquézar y no solo ha sido reconocido como uno de Los Pueblos Más Bonitos de España desde 2015: también figura entre los 32 pueblos más bonitos del mundo según la UNESCO. Basta avistarlo de lejos, todavía desde la carretera, para entender por qué.
Construido sobre un promontorio rocoso y rodeado de un paisaje imponente, buena parte de su término municipal forma parte del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara, un paraíso natural para senderistas, escaladores y amantes del barranquismo. Pero no nos equivoquemos: este destino no es solo para los enamorados de la naturaleza, sino también para quienes buscan perderse en un pueblo que es, en sí mismo, un museo al aire libre.

La historia de Alquézar
Coronando el pueblo está la edificación que lo bautizó. El nombre de Alquézar proviene del árabe al-qasr, que significa castillo, y hace referencia a la fortaleza construida en el siglo IX por Jalaf ibn Rashid para proteger el acceso a la Barbitania de los reinos cristianos.
Conquistada en 1202, la antigua fortaleza fue transformada siglos después en la impresionante Colegiata de Santa María la Mayor, consagrada en 1099 y declarada Monumento Histórico-Artístico Nacional en 1931. Visitarla es como recorrer una clase magistral de historia de la arquitectura: desde los tramos de la muralla del siglo XI hasta los restos de la iglesia del siglo XIV, las pinturas murales del claustro del siglo XVI o o su iglesia renacentista anexa del siglo XVI, cuyo interior alberga un retablo mayor y un Cristo románco del XIII, una pieza única.

También merece la pena visitar el Museo Etnológico Casa Fabián, que conserva objetos cotidianos, arte sacro y herramientas tradicionales que completan el viaje en el tiempo, ayudándonos a comprender la historia agrícola y cultural de esta zona del Alto Aragón.
Así es pasear por Alquézar
El casco antiguo fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1982, y no es difícil comprobar por qué. Calles estrechas empedradas, casas de piedra con siglos de historia, tiendecitas que venden productos artesanales y unas vistas panorámicas desde cada punto de la aldea, cuya posición privilegiada la coloca dominando el valle. Para los más curiosos, el Ayuntamiento organiza visitas guiadas que revelan no solo la historia del pueblo, sino también sus leyendas: relatos de conquistas, pasadizos secretos y personajes singulares que habitaron estas calles siglos atrás.
Tampoco te pierdas la Parroquia de San Miguel Arcángel ni su Museo de Arte Sacro, adyacente a la Colegiata, que recupera piezas del siglo XII al XV.

No obstante, las mejores vistas de Alquézar no las encontrarás aquí: deberás apartarte unos metros y dirigirte al Mirador Sonrisa del Viento, desde donde se domina todo el casco histórico diluido en su contexto.
Las rutas y aventuras de Alquézar

Quienes busquen algo más intenso tienen a su alcance rutas de senderismo, vías de escalada y numerosos barrancos para descender en aguas frescas, todo dentro del parque natural.
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