Una pequeña selección de villas para escaparse a comer bien en medio de la naturaleza.

El turismo rural es uno de los grandes planes del verano, y una de las mejores escapatorias para huir del calor, cambiar de aires y disfrutar comiendo entre naturaleza, historia y mucha calma. Desde comarcas de montaña o verdes valles hasta pueblos a la orilla del mar o en medio de la España Vacía; estas son cuatro alternativas donde viajar para descansar y disfrutar comiendo.

Ezcaray (La Rioja)
Entre casas de piedra, balcones llenos de flores y toda la naturaleza que rodea la sierra de la Demanda, aparece el pueblo de Ezcaray, uno de los pueblos más bellos de La Rioja. En esta villa, rodeada de edificios palaciegos y señoriales, vale la pena dar un paseo por sus preciosas y tranquilas calles, recorrer sus iglesias románicas y pararse a disfrutar de un vermut en sus plazuelas porticadas. En el centro del pueblo se encuentra uno de los puntos de peregrinaje gastronómico más importantes de La Rioja, el restaurante El Portal de Echaurren con dos estrellas Michelin. Allí Francis Paniego y parte de su familia hacen disfrutar a los comensales de su alta cocina con raíces riojanas, pero también de la cocina tradicional de la zona que sigue viva en su restaurante Echaurren Tradición donde no hay que dejar de probar sus conocidas croquetas, las patatas a la riojana o el cordero asado.

Taüll (Lleida)
Localizado en el corazón del Pirineo leridano, aparece el pueblo de Taüll, conocido por tener en su poder dos de los nueve templos del Valle de Boí reconocidos por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad en el año 2000: la iglesia de Sant Climent y la iglesia de Santa María, incluidas ambas en la conocida Ruta del Románico de la zona. En esta zona la gastronomía se está enfocada en la tradición pallaresa y en los productos de la zona como los embutidos, las carnes de caza o los pescados de río. Para disfrutarla vale la pena acercarse al restaurante El Fai, en Barruera, donde reinterpretan recetas locales centradas en el producto de máxima calidad. Además, la zona cuenta con queserías artesanales como Formatges El Tarter, donde probar quesos de cabra afinados a más de 1.200 metros.
Sigüenza (Guadalajara)
A poco más de una hora de Madrid aparece Sigüenza, un pueblo que merece la pena visitar si eres amantes de la historia, la cultura y la gastronomía. Esta villa de aires medievales, calles empedradas, palacetes y casas señoriales, aparecen diferentes edificios patrimoniales que vale la pena visitar. El primero de ellos es su Catedral, una iglesia-fortaleza que guarda en su interior un cuadro de El Greco y una escultura de El Doncel, la máxima expresión del gótico castellano; y el segundo, su castillo-fortaleza, hoy convertido en Parador Nacional, una de las principales construcciones que se atisban al llegar a la ciudad y el mejor lugar en el que alojarse en la villa. No hay que dejar de pasar tampoco por la Plazuela de la Cárcel, la Puerta de Hierro, el Arco del Portal Mayor o la Casa del Doncel. Y, si hablamos de gastronomía con estrella Michelin, no cabe duda: las visitas son obligadas al restaurante El Doncel y, en la pedanía de Alcuneza (Atienza), el restaurante de Samuel Moreno El Molino de Alcuneza, donde conocer las recetas locales elaboradas con productos de la tierra.

Cadaqués (Girona)
De alma marinera, con calles empedradas y casas blancas, este pueblo de pescadores es especialmente conocido porque fue donde vivió el artista Dalí con su musa Gala y donde se encuentra uno de los puntos más turísticos, la casa-museo de la pareja a la que se llega a través de una senda costera y que es visita obligada. Pero además de eso, está su iglesia de Santa María del siglo XVII que mira al mar, su bahía presidida por un faro y muy cerca, el Parque Natural del Cap de Creus, perfecto para una escapada en la que sumergirse en la naturaleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario