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Este destino español no tiene nada que envidiar a la Toscana; tiene pueblos medievales con un encanto singular, una naturaleza que te embelesa y la posibilidad de disfrutar de tardes de verano a remojo sin luchar por donde poner tu toalla.

Imagina un sitio donde el tiempo parece no importar demasiado, sino que todo el protagonismo se lo lleva el disfrute por las pequeñas cosas, la magia de la naturaleza y la del saludar al cruzarte con un vecino. Un lugar repleto de casas y muros de piedra, ríos que cincelan paisajes, y piscinas naturales que invitan a un chapuzón bajo el sol. Bienvenido a la Comarca del Matarraña, en Aragón, un rincón sorprendente en la frontera de Teruel, Cataluña y Valencia. Aquí se combina arquitectura medieval, senderismo perfecto para el disfrute y pozas dignas de postal, todo rodeado de olivos, viñas y naturaleza. Vamos, que si estás buscando un lugar para pasar unos días de verano y estás cansado de los destinos habituales; repletos de gente y guerra de sombrillas, este es tu lugar.
Casco histórico con sabor a Edad Media
La capital administrativa de la comarca es Valderrobres, un pueblo de aspecto señorial con castillo, puente de piedra y murallas. Reconocido como Bien de Interés Cultural desde 1983, ofrece un conjunto arquitectónico que parece sacado de una película histórica; de esas que tanto se llevan en Netflix. Al cruzar el puente medieval sobre el río Matarraña, te reciben casas con balcones de madera y una iglesia gótica imponente que corona el paisaje; todo un sueño para los amantes del turismo rural.

Pero el encanto de la comarca no se limita a su capital; también destacan Calaceite (declarado Conjunto Histórico y con elegantes sillerías) y La Fresneda, con renacentista Casa Consistorial. Cretas, con su iglesia y arco que recuerdan a fortalezas antiguas, y Fuentespalda, que conserva torres medievales y es famosa por tener la tirolina más larga de Europa (2 kilómetros de pura adrenalina). En cada pueblo vibra el habla local (el “chapurriau”) y ese silencio antiguo donde los abuelos siguen sentados en las puertas.
Senderos que enamoran al caminante
El Matarraña es un paraíso para andar, tanto si eres mochilero empedernido como si quieres paseos relajados. El Parrizal de Beceite es la estrella que más brilla; un sendero de unos 4 kilómetros que discurre entre cañones tallados por el río Matarraña, con pasarelas de madera y cascadas escondidas. Se reserva plaza y suele tener turnos en verano.

Otro clásico es la Ruta de la Pesquera, que recorre el río Ulldemó hasta pozas brillantes, con servicio controlado de acceso en épocas de afluencia. Senderos suaves llevan a miradores de olivos y viñedos, mientras que rutas más exigentes ascienden al Parque Natural dels Ports, con sus rocas, animales y ávidos cielos.
Los manantiales del verano
Este es el punto estrella para refrescarse, pues Beceite y alrededores acogen pozas naturales de ensueño:
- El Salto de la Portellada: una cascada de 20 m que cae en una piscina circular de aguas turquesas; se dice que es la mejor poza de la comarca.
- En el propio pueblo, la Font de la Rabosa, una poza fresca y accesible junto al casco urbano.
- Las Piscinas de l’Assut, acondicionadas con escaleras y grava para un baño cómodo.
- El Embalse de la Pena, ideal para nadar, alquilar kayaks o un pícnic junto al agua.

¿Por qué la llaman “Toscana española”?

El Matarraña invita a quedarse sin agenda predefinida, disfrutar de sus pueblos y de su gente, nadar en pozas secretas y esperar la puesta de sol junto en una tranquilidad absoluta. Por lo que, si estás harto de viajes sin alma y buscas algo con esa mezcla de medieval y natural, rural y elegante, Matarraña te espera con las puertas abiertas. No es un escape al azar, es encontrar un lugar que no tiene nada que envidiar a la Toscana a solo unas horas de tu casa. ¿Te atreves a descubrirlo?
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