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Cuando el frío aprieta y las plazas se iluminan, Europa se transforma. De Estrasburgo a Praga, estos lugares son auténticos escenarios de cuento donde la infancia parece volver por un rato.

La Navidad es una de las épocas más mágicas del año; un momento de unión, introspección y mucha felicidad. Sin embargo, a medida que creces la magia puede que se vaya diluyendo, y eso es algo propio de la vida. Y es que, a veces tienes que esforzarte en volver a sentir lo que sentías antaño... ¡Y en Viajar tenemos la solución! ¿Qué mejor forma para recuperar la ilusión que visitar los mercadillos más increíbles de Europa? Personalmente, creo que si no recuperas la magia yendo a estos lugares, es que la Navidad no es lo tuyo... ¿Tienes ganas de impregnarte del espíritu navideño?
La cuna de la Navidad europea
Estrasburgo no se autodenomina Capitale de Noël por casualidad. Su mercadillo, nacido en 1570, es el más antiguo de Europa y uno de los más bellos del mundo. Cada diciembre, las calles del casco histórico, Patrimonio de la Humanidad, se llenan de más de 300 casetas de madera, un árbol monumental en la plaza Kléber y un aroma irresistible a vino caliente y pan de jengibre. El Christkindelsmärik se reparte por la catedral gótica y las plazas Broglie y Gutenberg, con coros, luces cálidas y ese ambiente alsaciano que parece sacado de una postal antigua. Entre fachadas de entramado y villancicos, es difícil no sentir que aquí empezó realmente la Navidad.

Un cuento de invierno bajo el Rathausplatz
Si la elegancia tuviera una estación, sería el invierno en Viena. Frente al majestuoso Ayuntamiento se celebra el Wiener Christkindlmarkt, uno de los más visitados del continente. Más de 100 puestos venden artesanía, dulces, adornos y el típico Punsch (vino especiado con frutas). Las luces se reflejan en los palacios, los carruajes pasan frente a la pista de hielo y las notas de Mozart flotan entre el vapor del chocolate caliente. En la capital austríaca, la Navidad tiene algo de ópera; solemne, hermosa y eterna.

Luces, historia y sabor dulce en el Danubio
En el corazón de la plaza Vörösmarty y junto a la Basílica de San Esteban, el mercadillo de Budapest combina historia, diseño y gastronomía local. Sus más de 120 casetas ofrecen desde cerámica húngara hasta bordados y juguetes tallados a mano, mientras el aire huele a kürtőskalács, un pastel en espiral que se asa al fuego y se cubre de azúcar y canela. De noche, las luces del Danubio completan el espectáculo; conciertos, pistas de hielo y el eco de los villancicos sobre los puentes. Es uno de esos lugares donde el frío no molesta, porque todo parece arder de vida.

El mercado que parece un cuadro
En la Plaza de la Ciudad Vieja, en Praga, entre las torres góticas y los relojes dorados, se levanta uno de los mercadillos más fotogénicos del planeta. El Prague Christmas Market es una mezcla perfecta de historia y espíritu navideño: casetas de madera, orquestas en directo, artesanías checas y el irresistible aroma del trdelník, el dulce local de masa enrollada y azúcar. El árbol gigante preside la plaza y cada hora, cuando suenan las campanadas del Reloj Astronómico, el público aplaude como si fuera una función. Es imposible no dejarse llevar por la emoción.

Un invierno de luces y chocolate
El mercadillo Winter Wonders convierte Bruselas en un escenario navideño de película. Más de 250 chalés de madera se reparten entre la Grand Place, la Bolsa y la Plaza Sainte-Catherine. Hay noria, pista de hielo, espectáculos de luz sobre las fachadas y un aroma permanente a gofres y chocolate belga. Cada año, la Grand Place acoge un espectáculo de luces y música que atrae a miles de visitantes. Pero lo mejor, como siempre, se encuentra entre las casetas; el calor del vino especiado, las risas y ese sonido suave de la nieve al caer.
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