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Por mucho que lo más conocido de las fiestas de Navidad en Cataluña sea el Tió, en algunos rincones del territorio existen sus propias costumbres y juegos. Y no, no es la Grossa.
En muchos pueblos de Cataluña, la Navidad es sinónimo de Quinto o Quina. No son cervezas, sino un juego de azar tradicional que, lejos de desaparecer, cada vez es más popular, incluso entre los jóvenes, que se han acogido a la tradición para poder pasar más tiempo con sus amigos.
El Quinto o la Quina no es exclusivo de ellos. En los centros cívicos, teatros y pabellones municipales donde se celebra hay gente de todas las edades, como ocurre con el bingo, al que se parece mucho.
Pero el Quinto y la Quina tienen una identidad propia profundamente ligada a la cultura popular catalana. Aquí no se trata tanto de ganar dinero: se juega para pasárselo bien y compartir una experiencia colectiva, donde el humor, la complicidad y el ambiente festivo pesan tanto como el azar.
Un juego, varios nombres
El Quinto no se celebra en todas partes. Es propio de zonas como el Vallès Occidental y el Garraf, sobre todo. En Girona, en la zona del Empordà y alrededores, es más conocido como Quina.
En el sur de Francia se conoce como Rifla, y fuera de Cataluña y Francia también existen variantes en regiones de Bélgica como Valonia. El nombre da igual: Quina, Quinto, Plena o Loteria Vella; la cuestión es pasárselo bien.
Cómo se juega
No existe una normativa única. Cada pueblo ha ido adaptando el juego a su tradición local, lo que explica que en algunos lugares se juegue al Quinto y en otros solo a la Plena, o que cambien los nombres de las jugadas y los premios.
No cuesta mucho entenderlo. La mecánica es sencilla, como la del bingo. Cada jugador dispone de un cartón con números del 1 al 90, distribuidos en filas de cinco cifras.
A medida que se van cantando los números extraídos del bombo, los participantes los marcan en su cartón. El primer objetivo suele ser completar una fila, momento en el que se canta la línea, y después completar todo el cartón, cuando es entonces cuando se grita Quinto o Quina.
Una de las particularidades del juego es que los números no se marcan con bolígrafo, sino con granos de cereal: maíz, garbanzos, judías o guijas. Todo muy de andar por casa, para recordar que se está en familia.
Un loro para cantar
Luego está el canto de los números. No lo hace cualquiera: lo hace el lloro, es decir, el loro. Él saca las bolas del bombo y las canta. Cuanto más ingenioso es el lloro, más animada se vuelve la partida.
Y es que uno de los elementos que distingue al Quinto y a la Quina son las rimas, frases hechas, referencias religiosas, chistes locales o incluso canciones populares que se lanzan con cada número.
Frases hechas
Aunque varían según la comarca o el pueblo, el público, ya familiarizado con el código, responde o completa la rima antes de que se confirme la cifra. Entre los ejemplos más habituales se encuentran:
- 5 – Mambo Number 5
- 15 – Quince años tiene mi amor
- 25 – Aquí és Nadal i estic content
- 27 – El Virolai
- 31 – La Grossa
- 67 – L’Estaca
- 71 – I am catalan
- 73 – Volare
- 75 – No estaba muerto
- 84 – I Want to Break Free
- 88 – La Ramona
Estas asociaciones no son fijas ni oficiales. Cambian según el lugar y la creatividad del lloro, y en algunos pueblos solo tienen sentido dentro de ese contexto concreto. Por ejemplo, el número 1 suele cantarse como “el primer de tots”, mientras que otros se relacionan con santos cuya festividad coincide con el número del día del calendario.
En algunos municipios, estas referencias son exclusivamente locales y funcionan como una seña de identidad del pueblo. En cualquier caso, el momento suele ser muy divertido.
Los premios
Y es que, a diferencia del bingo comercial, el Quinto y la Quina no nacieron para repartir grandes premios en metálico. Tradicionalmente, los premios consisten en lotes de Navidad, con embutidos, dulces y productos del pueblo. Hoy en día, en algunos lugares se han incorporado premios más llamativos, como electrodomésticos, viajes o incluso vehículos.
Muchas de estas partidas tienen, además, un carácter solidario. Es habitual que se organicen para recaudar fondos para asociaciones culturales, entidades deportivas, viajes de fin de curso o iniciativas solidarias como La Marató de TV3. Buena parte de los premios suelen ser donados por comercios y empresas locales, reforzando el vínculo entre el juego y el tejido social del municipio.
Tradición arraigada
Todo esto refuerza el carácter tradicional y la función social del Quinto y la Quina: reunir a la gente en Navidad y propiciar el encuentro entre vecinos.
Familias enteras, desde niños hasta abuelos, comparten mesa, risas y tradición durante las semanas que van de diciembre a Reyes. Una experiencia que merece la pena.

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