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Un viaje lineal con las paradas obligatorias para enamorarse de la costa de la Campania.

A cincuenta kilómetros de Nápoles, en el litoral del sur de Italia, aparece una de las rutas costeras más bellas del mundo: la Costa Amalfitana. Sus carreteras, que serpentean entre montañas y bahías, discurren entre acantilados, pueblitos con casas llenas de color, iglesias que dejan a los viajeros boquiabiertos, playas escondidas y mucha esencia mediterránea. Aquí, la historia se mezcla con el glamour del siglo pasado, la tradición marinera con la alta cocina y los paisajes de postal con un patrimonio cultural único. Esta es la ruta perfecta para conocer de primera mano uno de los rincones más bellos de la Campania.
Positano, el comienzo del viaje
Llegando desde Nápoles, la primera parada es Positano, un pueblo convertido en una cascada de casas en color pastel que se van descolgando por la ladera de la montaña hasta llegar a la playa. La mejor forma de recorrer sus calles es perderse entre ellas, subiendo y bajando sus cuestas y paseando entre sus callejones estrechos. No hay que dejar de visitar la iglesia de Santa María Assunta, conocida por su cúpula de azulejos multicolor, además de la Spiaggia Grande, su playa principal con sombrillas de colores y el mar azul de fondo. Además, Positano es el punto de partida de la ruta de trekking Sendero de los Dioses (Sentiero degli Dei), un recorrido de montaña que ofrece vistas espectaculares sobre la costa.

Amalfi y la dolce vita
Una de las grandes paradas en este recorrido es Amalfi, el pueblo que da nombre a toda la costa y que en la Edad Media fue una poderosa república marítima rival de Venecia, Pisa o Génova. Sin embargo, hoy es un pequeño núcleo de calles laberínticas convertido en el epicentro de la dolce vita. Su símbolo más conocido es la Catedral de San Andrés, con su imponente fachada de mosaicos bizantinos y su claustro árabe-normando. Además del Museo del Papel, pues Amalfi fue pionera en Europa en la fabricación de papel artesanal.

Los pueblos hermanos de Minori y Maiori
Continuando hacia el este aparecen los vecinos Minori y Maiori, dos pueblos unidos por un sendero panorámico que merece la pena recorrerse a pie. El primero, Minori, es conocido por albergar la Villa Romana Marítima en donde se encuentran los restos de una lujosa residencia del siglo I que hablan del pasado romano de la zona. Mientras, el segundo, Maiori, tiene un casco histórico único en el que destaca la iglesia de Santa María a Mare y un paseo marítimo con la playa más larga de la Costa Amalfitana.

Ravello, el pueblo de la montaña
Aunque técnicamente no está en la costa, ningún viaje por la Costa Amalfitana estaría completo sin pasar a conocer Ravello. Ubicado en lo alto de la montaña, a 365 metros de altitud sobre el nivel del mar, aparece este precioso pueblo lleno de callecitas con encanto, historia y mucha belleza. Su gran atractivo son sus villas históricas donde llama especial atención sus espectaculares jardines: como la Villa Rufolo, del siglo XIII, con unas vistas que inspiraron a Richard Wagner para componer parte de su ópera Parsifal; la Villa Cimbrone, con su llamada Terraza del Infinito, conocida por ser uno de los balcones más famosos de Italia.
El pueblo de la cerámica: Vietri sul Mare
Al final del recorrido por la Costa Amalfitana, cerca de Salerno, aparece Vietri sul Mare, famoso por su cerámica artesanal. Y es que en sus talleres se producen esas piezas coloridas tan de moda en la actualidad con motivos mediterráneos y que, además, en este pueblo decoran plazas, fachadas y fuentes. También vale la pena hacer una parada en su iglesia de San Giovanni Battista, con una bellísima cúpula de azulejos brillantes que domina el pueblo y lo convierten en uno de sus grandes atracticos.
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