Dentro de una cuenca hidrográfica, la red de drenaje está formada por ríos, lagos y acuíferos. Siendo fieles a lo que nuestros ojos ven, normalmente pensamos que los flujos de agua que existen son únicamente superficiales, pero nos olvidamos de que los acuíferos, que son estructuras geológicas que no solo permiten el almacenamiento de agua dulce, sino también su circulación. Por tanto, existen los ríos subterráneos, que circulan a través de cuevas y otras cavidades y quizá hayamos estado más cerca de ellos de lo que creemos, sin saber qué es lo que estábamos visitando.
Qué son los ríos subterráneos
Los ríos subterráneos son masas de agua que fluyen por cauces no visibles desde la superficie de la tierra, ya que están situados en las profundidades del subsuelo.
Su origen puede ser natural, de manera que los ríos subterráneos naturales son alimentados por agua de lluvia pueden recorrer o travesar los sistemas de cuevas o cavernas subterráneas. No obstante, también hay ríos subterráneos artificiales, que han sido creados por el ser humano, como consecuencia del desarrollo urbano y la actividad minera. Por ejemplo, las prospecciones realizadas en la región sima-mina de Alzola (Guipuzkoa) en el siglo pasado han dado lugar a una importante red de cuevas y galerías por las que circulan las aguas del río subterráneo mondmilch o río de leche de luna, pues su agua es blanca.
Estos ríos subterráneos, ya sean naturales o artificiales, transportan sedimentos (principalmente calcáreos, ya que este mineral está relacionado con el origen de los mismos, tal como explica el siguiente apartado) que en algunos casos acaban alimentando la franja arenosa de las playas en las que desemboca. Sin embargo, mares y océanos no son los únicos destinos finales de las aguas de estos ríos, pues pueden desembocar también en manantiales o bien ser bombeadas para su extracción mediante la perforación de pozos.
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