La decadencia almohade
En la primera mitad del siglo XII surgió una nueva dinastía en Marruecos, eran los almohades. Estos se encargaron de la destrucción de los almorávides y comenzaron una vigorosa expansión por el norte de África. A partir de 1145 incursionaron en la península Ibérica la cual se hallaba dividida en numerosas taifas. Los almohades intentaron fusionar a los diferentes reinos con la premisa de hacer un frente común contra los avances cristianos. Tras algunas dificultades lograron dominar los territorios musulmanes en Hispania, pero su control fue muy débil.
Durante los siguientes años los almohades lucharon por mantener a raya a los cristianos en la península Ibérica. También combatieron las numerosas rebeliones para mantener el control de sus territorios africanos. Sin embargo, a partir del 1199 comenzó su decadencia y en 1212 esta se aceleró con la derrota en las Navas de Tolosa. Tras el descalabro los cristianos hicieron más conquistas de los territorios musulmanes y acentuaron la crisis almohade.
El ataque de los musulmanes contra las costas catalanas
En 1224 murió el califa Yusuf II. El tío del anterior, Abd ul-Wáhid, que estaba en Marraquech, se proclamó califa. El hermano del soberano fallecido al-Ádil lo desconoció y reclamó el trono para sí. Comenzaba una disputa sucesoria. Todos los territorios de al-Ándalus lo reconocieron, menos Balanciya, actual Valencia, que juró obediencia a ul-Wáhid.
Es Balanciya el objeto de nuestra historia. Como ya mencionamos, el control de Marraquech sobre este territorio fue débil. En 1223 accedió al gobierno Abu Zayd, un príncipe almohade que aprovechó la disputa dinástica en Marraquech para ganar autonomía.
En 1210 las hostilidades entre el reino de Aragón y los almohades habían comenzado cuando al-Mamun inició una incursión contra las costas catalanas. Este devastó el territorio y saqueó cuanto pudo, además que apresó a muchos pobladores.
Ataques de la Corona de Aragón contra Balanciya
Reinaba por entonces sobre la Corona de Aragón Pedro II. El monarca quiso desquitarse y reunió sus tropas con las cuales atacó al reino de Balanciya. En su ayuda acudieron los caballeros templarios y hospitalarios. Durante la ofensiva se capturaron diversas plazas norteñas. La situación se mantuvo en calma hasta la década siguiente.
En 1224 reinaba Jaime el Conquistador el cual volvió a intentar la conquista de Balanciya. Comenzó su ofensiva y tras la toma de Teruel Abu Zayd le pidió una tregua. A cambio de la paz se le impuso un tributo equivalente al 20% de las rentas de Balanciya y Mursiyya.
Al año siguiente la paz se volvió a romper y Jaime reunió sus tropas y a la nobleza y lanzó un ataque. El objetivo fue el castillo de Peñiscola, el cual fue puesto bajo asedio, pero una disputa con la nobleza hizo que esta dejara de prestar apoyo. Jaime levantó el asedio cuando los víveres dejaron de llegar desde Teruel.
Nueva guerra civil en el Imperio almohade
Para 1225 la situación del Imperio almohade seguía complicada. Fernando III de Castilla inició una ofensiva que derrotó a los Sevillanos en Tejeda, conquistó quesada y arrasó Murcia. Después se volvió al norte y amenazó a Balanciya. Abu Zayd tuvo que jurarle vasallaje para evitar la conquista de su territorio. El califa almohade al-Ádil regresó al Magreb temiendo la derrota y dejó a su hermano Abu el-Ola, gobernador de Sevilla, como gobernador de al-Ándalus.
El poder de al-Ádil continuaba debilitándose ante las derrotas y en septiembre de 1227 su hermano Abu el-Ola se rebeló contra él y se proclamó califa. Se intituló al-Mamún y Sevilla y una parte de al-Ándalus lo reconocieron.
20 días más tarde el califa fue asesinado y los asesinos reconocieron a al-Mutásim, sobrino del anterior, como el nuevo soberano. Estallaba de nuevo una lucha dinástica.
Al-Ándalus se pierde para los almohades
En Balanciya Abu Zaid, el gobernador, también reconoció a al-Mamún como su señor y rompió el vasallaje con Castilla. Al año siguiente inició una ofensiva al norte del territorio que reconquistó los castillos de Villahermosa y Bejis a los aragoneses.
En 1228 al-Mamún mantenía el control sobre al-Ámdalus, pero se sintió fuerte para ir al sur y conquistar Marruecos. En octubre organizó la expedición que se apoderó de Marraquech. Los asesinos del anterior rey cambiaron su lealtad a al-Mamún y al-Mutásim huyó, dejando el trono a su tío. La unidad de los almohades parecía regresar, pero de nuevo todo cambió.
Ibn Hud era un líder que aprovechó la ausencia de al-Mamún para proclamarse emir de Murcia. Así nació el tercer periodo de taifas. El nuevo soberano se apoderó de Córdoba, Sevilla, Málaga, Almería y prácticamente todo al-Ándalus. Para obtener reconocimiento reconoció al califa abasí como su señor. De esta manera la unidad de al-Ándalus se rompió aún más.
Rebelión en Balanciya
En Balanciya la situación también estaba alterada. Ibn Hud la había puesto a la ciudad bajo un breve asedio, pero fracasó y se retiró. El hambre azotaba a la población y los entendimientos de Abu Zayd con Fernando III para recabar su ayuda provocaron un mayor descontento.
Un nuevo líder apareció, era Zayyan ibn Mardanish, quien acaparó las simpatías de la población. Se alzó en Onda el 29 de enero de 1229 y restableció la taifa de Balanciya, con lo que se hizo independiente. El nuevo soberano juró lealtad al califa abasí para sustraerse del control almohade.
Zayd huyó y se dirigió a Aragón donde se convirtió en cristiano y se hizo Vasallo del rey Jaime I. Por su parte Ibn Hud aprovechó las discrepancias en Balanciya para atacarla de nuevo con la finalidad de hacerse con su control. Tras un corto asedio hubo de retirarse.
El asecho de Ibn Hud decidió a Jaime I a intervenir en Balanciya. Acaba de conquistar Mallorca y tuvo que esperar unos años más.
Ataque de Jaime el Conquistador contra Balanciya
En 1233 el soberano aragonés reunió sus huestes y atacó el norte de Balanciya. La compaña comenzó con la toma de Morella por Blasco de Alagón, que el rey le pidió cederle. En junio se asedió el castillo de Foios. Tiempo después tomó Peñiscola y Burriana, que le servirían como base de operaciones posteriores.
En 1235 Jaime I se entrevistó en Teruel con Zayd, quien le podía prestar ayuda valiosa en la conquista de Balanciya. En el trato al que se comprometieron se estipulaba la conquista de toda la taifa. El soberano aragonés se quedaría con una cuarta parte de las tierras. Zayd, que al convertirse en cristiano se hizo nombrar Vicens, le juraría vasallaje.
El rey de Aragón recaba ayuda para su campaña
En 1236 Jaime comenzó los preparativos para la conquista de Balanciya. El 13 de octubre reunió las cortes de Monzón para recabar ayuda para la conquista. Durante los tratos prometió ceder la mezquita mayor a la Iglesia. Los caballeros templarios ofrecieron su ayuda y el rey les prometió privilegios en las tierras conquistadas.
El papa Gregorio IX apoyó la ofensiva aragonesa y la tildó de cruzada, otorgando una bula en febrero de 1237. A principios de 1237 las tropas aragonesas se reunieron en Teruel y avanzaron siguiendo el río Palancia. Las tropas reales contaban con entre 120 a 140 caballeros, 150 almogávares y unos 1000 soldados de a pie.
Inicio de la ofensiva de Jaime el Conquistador
Tomaron Vall de Uxó, Nules y asediaron Almenara. Después se acercaron a la ciudad de Balenciya y tomaron las villas circundantes: Betera, Paterna y Moncada. Después tomaron el Puig. Zayyan intentó negociar y ofreció al rey territorios al norte, 10 000 besantes de renta y un palacio, pero Jaime rechazó la oferta.
El soberano aragonés esperó a sus huestes en El Puig, que debían llegar a mediados de abril para comenzar el sitio de Balanciya. A finales de junio Jaime I ordenó reparar la fortaleza del Puig y en agosto las obras se concluyeron. Se dejó una guarnición de 100 caballeros y tropas almogávares, caballeros hospitalarios y templarios. Guillermo de Entenza, pariente del rey fue quien se hizo cargo de la defensa. Jaime regresó a Aragón para buscar refuerzos.
Según el historiador musulmán ibn Jaldún los cristianos tenían siete campamentos en el territorio. Por ese tiempo Fernando III de Castilla se apoderaba de Córdoba.
La batalla de El Puig
Zayyan no permaneció inactivo y reunió a sus huestes en el sur de Balanciya, con ayuda de sus parientes de Játiva y Alcira. Según los cronistas su ejército estaba integrado por 600 caballeros y 11 000 peones. Con ellos avanzó al norte hacia el Puig en agosto.
El 15 de agosto Sayyan atacó a los cristianos, confiado en su superioridad numerica. Según su secretario Ibn al-Abbar, quien describió la batalla, el combate comenzó al mediodía. El ejército musulmán fue derrotado y hubo muchos muertos. Jaime I, al conocer la victoria, regresó a El Puig, donde permaneció varios días. Al notar que no había peligro, volvió a Aragón para reclutar más tropas.
A partir de la batalla más cristianos con ánimos de combatir aparecieron en el territorio. Muchos musulmanes huyeron ante el pillaje y el peligro contra sus vidas. A partir de entonces la moral musulmana cayó y no tuvieron confianza para aventurar otra batalla.
El sitio de Balanciya
En la primavera de 1238 Jaime I volvió a Balanciya. Sabía que para apoderarse de la ciudad debía ocupar primero los pueblos que la rodeaban para privarla de suministros. De esa manera tomó el Grao y después de Ruzafa, una posición estratégica cerca de una de las puertas. Los caballeros de toda Europa continuaban afluyendo al campamento real gracias a que tenía el carácter de Cruzada. El 22 de abril de ese año comenzó el cerco formal a la ciudad.
Zayyan, desesperado por el cerco, demandó la ayuda de los monarcas musulmanes. Solo respondió Abu Zakariya, rey de Túnez, quien le mandó una ayuda de 12 barcos. La flota no pudo hacer mucho, pues la ciudad estaba bloqueada por las galeras catalanas en el mar.
Durante el asedio se llevaron a cabo diversos combates. Uno de ellos fue el ataque a la barbacana con seguramente un ariete, que abrió un boquete, pero no hizo más. Otro fue la toma de la torre de la Boatella, donde se le prendió fuego para matar a los defensores. También había duelos individuales entre solados de los dos bandos.
Rendición de Balanciya
Balanciya se estaba quedando sin víveres y Zayyan perdió la esperanza de cualquier ayuda externa. Tras cinco meses de asedio decidió iniciar tratos para rendir la ciudad el 22 de septiembre. Jaime I y su esposa Violante iniciaron directamente las conversaciones con el sobrino de Zayyan, Abu-l-Hamlek. Para concluir el trato fueron necesarias dos reuniones.
Los musulmanes se comprometieron a izar la bandera del rey aragonés en una torre como prueba de la aceptación del tratado de capitulación. El 29 de septiembre se firmó la rendición bajo los siguientes términos: Se dejaría marchar a quien quisiera y se respetaría la vida y las propiedades de quienes se quedaban. El rey de Aragón aceptó, aunque la noticia causó desencantó entre sus filas que esperaban saquear la ciudad. El 9 de octubre Jaime I de Aragón entró en la ciudad y celebró una misa.
Conclusión
La ciudad de Balanciya fue repartida entre quienes participaron en su conquista, aunque muchos musulmanes se quedaron. Los terrenos urbanos y rurales fueron cedidos en el nombre del rey. A la ciudad se le concedieron nuevas leyes y fueros y una nueva población con otra lengua. Balanciya se transformó en Valencia y sus fueron se extendieron a todo su territorio, años después.
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