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Territorios inhóspitos, paisajes cargados de cultura, lugares sagrados, proezas de hace milenios. En definitiva, paraísos...
Aquí os presentamos treinta destinos con una cualidad en común, la de apasionarnos. Porque con sus mil y una interpretaciones de la belleza nos muestran la inmensa variedad de un planeta cada vez más pequeño y el ambivalente poder de una humanidad que se esfuerza, desde siempre, por modelarlo.
Son lugares que van desde las creaciones realizas por el hombre en Oriente, el Mediterráneo o la América precolombina pero también son lugares naturales con una belleza espectacular tales como bahías, grandes picos o increíbles formaciones marinas.
1. Taj Mahal, India
"Una lágrima en la mejilla del tiempo", en palabras de Rabindranath Tagore, el Taj Mahal es la culminación del estilo mogol que combinaba elementos islámicos, persas e hindúes. Es también una demostración del poderío y refinamiento del imperio que dominó la India desde el siglo XVI hasta la llegada de los ingleses. Pero, ante todo, es un grandioso mausoleo destinado a mostrar el amor que el emperador Shah Jahan profesaba por su favorita desde los 15 años, Mumtaz Mahal.
Un amor que, por otro lado, no impidió que, tras la muerte de su amada, el emperador mantuviera su inveterada afición por la belleza femenina, incluso en los últimos años que pasó encerrado, por decisión de su hijo y sucesor, en la jaula de oro del fuerte de Agra. Desde las ventanas de esta fortaleza tan austera en su exterior como lujosa en su interior, el emperador enamorado pudo contemplar hasta el final la elegancia suntuosa de su gran obra. A pocos kilómetros de Agra, la ciudad de Fatehpur Sikri, también Patrimonio de la Humanidad, alberga otros frutos del esplendor mogol en forma de mezquitas, palacios y divanes (salones de audiencia imperiales).
2. Salar de Uyuni, Bolivia
Al sur Bolivia existe un lugar mágico llamado Uyuni, un paraíso donde hasta los hoteles son de sal. En pleno Altiplano andino se encuentra el mayor desierto de sal del mundo y el territorio donde se halla una de las mayores reservas de litio del planeta. El salar de Uyuni está formado por once capas de sal de entre 0.8 y 11 metros de espesor y rodeado por cumbres volcánicas de hasta 5.000 metros que se inunda con las lluvias invernales y se seca en el verano austral.
Este es el motivo por el que la mejor época para visitar este remoto lugar del mundo es de noviembre a mayo, cuando se seca y es posible andar por su superficie y pasar de una isla a otra. Una de las más importantes, es la Isla del Pescado donde el visitante podrá ver cactus de hasta 10 metros de altura y donde se encuentra en centro turístico del salar. Un lugar inolvidable.
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3. Buda de Leshan, China
Situado en la confluencia de los tres principales ríos de la provincia de Sichuan, el Buda de Leshan surgió de una necesidad práctica. Las fuertes corrientes hacían que las barcas naufragaran frecuentemente, lo cual preocupaba a uno de los monjes del que fuera el primer asentamiento de la fe budista en China. Un Buda Maitreya, de los que esperan, sentados, el momento de volver al mundo, disuadiría a los malignos espíritus de las corrientes y protegería el peligroso paso fluvial.
El monje Haitong comenzó a recolectar dinero para tan encomiable tarea y, cuando los funcionarios acudieron a llevarse su parte, les ofreció, en mano, sus dos globos oculares, pero no el dinero. Tras la muerte de Haitong, sus discípulos continuaron la tarea hasta que, a principios del siglo IX, finalizaron el que sigue siendo el Buda clásico más grande del mundo. Su emplazamiento, en un acantilado fluvial cubierto de vegetación, y su factura, derivada de la tradición grecobudista surgida en los reinos bactrianos, lo convierten en una joya colosal. Entre sus peculiaridades están las orejas de madera de siete metros de alto y un sistema de drenaje que, al canalizar las lluvias con pequeñas tuberías a través de todo el cuerpo del Buda, lo ha conservado a salvo de la erosión hasta la actualidad.
4. Rapa Nui, Chile
"El ombligo del mundo" o lo que es lo mismo "Te Pito o Te Henua". Así es como llaman los habitantes de Rapa Nui a su hogar, una de las islas habitadas más remota del mundo. Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1995, la Isla de Pascua es un territorio de ultramar perteneciente a Chile cuyos primeros habitantes llegaron, se cree, sobre el siglo IV d.C. En medio del Océano Pacífico, entre Chile y la Polinesia Francesa, su mayor reclamo turístico son las enormes estatuas de piedra conocidas como Moáis.
Estas estatuas representan el alma de los antepasados difuntos y, según algunas teorías, se construyeron un total de 600 entre los siglos XII y XVIII, de las que aún quedan algo más de 300 en pie. Pero este no es el único atractivo turístico de la isla. Cuenta con una riquísima naturaleza presidida por los volcanes el Maunga Terevaka, el más alto de la isla, y el Rano Raraku, conocido como la cantera de los moais de él se extrajo la piedra con la que se construyeron-. Además, el complejo arqueológico Tahai-Ko Te Riku en Hanga Roa, capital de Isla de Pascua, y los diferentes altares conocidos como ahu son de imprescindible visita.
5. Palacio de Potala, Tíbet
Duro e imponente, sobre la Colina Roja desde la que domina la ciudad de Lhasa, el Potala parece contradecir los tópicos de austera espiritualidad del Tíbet. El interior de los dos palacios-fortaleza que lo conforman (el Rojo y el Blanco) termina de desmoronarlos con la profusión de oro y piedras preciosas que cubren salas y delicados objetos. Iniciado por el quinto Dalai Lama en el siglo XVII, la importancia de este edificio destinado a mostrar el poder sagrado y terrenal del budismo tibetano era tal, que cuando el Lama murió sus funcionarios lo ocultaron durante varios años hasta que finalizó la obra, con el fin de evitar cualquier tipo de interrupción o de rebelión por parte de los que colocaron las miles de piedras que lo conforman.
Heinrich Harrer, el aventurero austríaco que descubrió al actual Dalai Lama las cosas que pasaban más allá de los gruesos muros del Potala y de las altas montañas que rodean el valle donde se asienta la capital del Tíbet, contaba que, al preguntar a un cantero local cómo es que no se habían vuelto a construir edificios de tal magnitud, recibió la siguiente respuesta: "Los dioses construyeron este palacio en un día, ¿quién si no hubiera podido construir una morada para un dios?". El Potala fue uno de los pocos monumentos tibetanos que se salvaron de la destrucción y el saqueo durante la Revolución Cultural.
6. Fuerte Chittorgarh, Rajastán
Esta maravilla de la construcción se encuentra en el estado de Rajastán, al norte de la India y es el fuerte más grande del país. Con un área de 2,8 kilómetros cuadrados y sobre una colina de 180 metros de altitud, en su interior alberga un gran número de palacios, templos y torres rodeados por murallas que resguardan siglos de historia. Este fuerte lleva deshabitado desde el siglo XVI tras haber sufrido su tercer asedio desde su construcción en el siglo VII d. C.
Sin duda, el Fuerte Chittorgarh es un magnífico ejemplo de arquitectura rajput y caminar por sus calles es un lujo al alcance de los viajeros. Lugares como la Torre de la Victoria (Vijay Stambha), de 37 metros de altura, la Torre de la Fama o el Palacio Rana Kumbha el monumento más antiguo del Fuerte-, son lugares que muestran la majestuosidad de un lugar que fue el hogar de emperadores.ç
7. La Alhambra, Granada
La Alhambra de Granada parece diseñada hacia adentro, como si quisiera guardar su belleza y esconderla entre árboles. Pero, vista desde la plaza de San Nicolás, por ejemplo, la roja ciudadela exhala también una magia indescriptible, como invitándonos a entrar en su cerrado paraíso. Dentro, la fragilidad de sus muros y estancias, acrecentada por los reflejos de los estanques y los surtidores, recuerda al verso de Ibn Zamrak, que tiene algo de conjuro protector: "La brisa la defiende con su magia".
8. Las Capillas de Mármol, Chile
Las capillas de mármol es uno de esos lugares del mundo que deja sin aliento al visitante. Majestuosas y hermosas de colores de diversas tonalidades de azul, rosa y blanco casi imposible, la acción del agua y la temperatura durante millones de años ha hecho que hoy podamos ver cuevas de mármol de hasta 4 metros de alto. Ubicadas en el Lago General Carrera para los chilenos y Buenos Aires para los argentinos, en plena Patagonia, este lugar es uno de los más interesantes de la zona.
9. Petra, Jordania
Petra, una de las más famosas candidatas a "ciudad perdida", fue en la antigüedad todo menos desconocida. Nació como un oasis artificial en el desierto que se extiende entre el Mar Muerto y el Mar Rojo. Gracias al pueblo árabe de los nabateos, la escasa agua que caía de manera torrencial unas pocas veces al año pudo ser canalizada y posibilitó así el establecimiento de una ciudad cosmopolita y próspera, estratégicamente situada en las rutas comerciales de Oriente.
10. Montaña Roraima, Venezuela
En 1912 Sir Arthur Conan Doyle escribió su "Mundo Perdido" en el que decía "del lado de la meseta en que nos encontrábamos, las laderas de bosque con claros ocasionales se prolongaban por cinco o seis millas hacia un lago central. A mis pies podía ver el claro de los iguanodontes, y más allá estaba... el pantano de los pterodáctilos... Podía ver varios agujeros negros... deduje que eran las bocas de las cuevas". Fue en la Montaña Roraima en la que se inspiró el escritor inglés para escribir esto. Y es que esta montaña de 2.810 metros de altura en el Parque Nacional Canaima (Venezuela), es uno de los reductos del pasado más activos del mundo.
11. Área de Guiza, Egipto
Guiza, ahora un arrabal de las afueras de El Cairo, lleva siendo la imagen icónica del Egipto de los faraones desde hace más de 4.000 años. Si algo sugieren sus pirámides, al margen de la rotunda precisión y de la grandiosidad sobrehumana, es la conexión tierra-cielo, y, sobre todo, una certeza casi temeraria en la inmortalidad. Todo eso se concentra en la vasta meseta de Guiza, y más concretamente en la necrópolis de 160 kilómetros cuadrados que alberga las grandiosas pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos.
12. Alesund, Noruega
Noruega cuenta con uno de los puertos de pescadores más bellos del mundo: Alesund. Esta pequeña localidad de apenas 40.000 habitantes es, probablemente para muchos, la ciudad más bella del país. Mucha culpa de esto lo tiene el hecho de que un incendio la destruyera casi por completo en 1904. La reconstrucción se realizó en un estilo Art Noveau muy característico donde las torres, las agujas y la ornamentación son la principal particularidad. De hecho, la originalidad de Alesund radica en la homogeneidad de sus construcciones de piedra y ladrillo.
13. Machu Picchu, Perú
No existen documentos históricos sobre Machu Picchu. Esto, unido a la fascinación que desde su redescubrimiento en 1911 por parte del americano Hiram Bingham ha producido en arqueólogos, historiadores y, en ocasiones, lunáticos, hace que las teorías sobre el nacimiento, utilización y declive de la ciudad sigan siendo muy variadas. Una de las más plausibles hoy es que Machu Picchu fue creada como un santuario-mausoleo que sirvió de descanso terrenal y más tarde eterno al fundador del imperio inca, Pachacútec Yupanqui, y a su corte.
14. Parque Nacional de Skaftafell, Islandia
El segundo Parque Nacional más grande de Islandia con más de 1.700 kilómetros cuadrados se encuentra al sur del país entre las localidades de Kirkjubæjarklaustur, y Höfn. En el Parque Nacional de Skaftafell se encuentran algunos de los atractivos más interesantes del país como la cascada Svartifoss o "cascada negra", un salto de agua de 25 metros de altura rodeado por piedras de basalto negro colocadas en columnas, de donde toma su nombre.
Otra de las principales atracciones de este lugar es, la montaña más alta del país, que lleva por nombre Hvannadalshnúkur y cuya ascensión hay que hacerla con la compañía de profesionales debido a la gran cantidad de grietas que oculta.
15. Calakmul, México
Cyrus Longworth Lundell, un botánico americano que investigaba el cada vez más rentable árbol del chicle, se topó en lo más profundo de la selva de Campeche con lo que parecían restos mayas. La consiguiente expedición arqueológica encontró una gran ciudad en excelente estado de conservación, pese a que la selva había ocupado todos sus rincones. La llamaron Calakmul, "ciudad de las dos pirámides contiguas" en lengua maya, por las dos enormes moles que dominan el emplazamiento.
16. Valle de los Diez Picos, Canadá
El Parque Nacional Banff de Canadá es el lugar encargado de acoger el Valle de los Diez Picos un espectacular valle rodeado por diez montañas, entre las que se encuentran montes de hasta 3.424 metros de altura. A sus pies se encuentra el Lago Moraine, una masa de agua cristalina que hace que, en los días claros, se reflejen los diez picos sobre su superficie creando un mágico efecto óptico.
17. Mesa Verde, Estados Unidos
Aprovechando las oquedades abiertas en los acantilados que bordean la Mesa Verde, los anasazi, ancestros de los actuales indios Pueblo, construyeron sus pequeñas ciudades. No pueden compararse en sofisticación y ostentación con las grandes urbes de las civilizaciones precolombinas del centro y el sur de América, pero los pueblos de acantilado del Mesa Verde National Park destilan una belleza espectacular y a la vez tierna.
18. Lago Retba, Senegal
El Lago Retba o Lago Rosa (Lac Ros en francés) es, quizá, uno de los fenómenos naturales más curiosos del mundo y es que su nombre lo toma del color de sus aguas: rosa. Esta rareza es más visible durante la época seca (de octubre a junio) aunque siempre es rosa. Este curioso color se debe a la Dunaliella salina, una micro alga inofensiva que segrega un pigmento rojo en condiciones de estrés salino y luminoso. El Lago Retba, a 35 kilómetros al noreste de Dakar (Senegal), tiene una concentración salina superior a la del Mar Muerto.
19. Lalibela, Etiopía
Nadie diría que Lalibela, una pequeña urbe en la montañosa región de Amhara, estaba destinada a ser la Nueva Jerusalén. Pero el emperador Gebre Mesqel Lalibela se tomaba las visiones muy en serio, y cuando Dios le dijo que construyera, en el lugar antes conocido como Roha, 11 iglesias que emularan la grandeza de la ciudad sagrada, se puso manos a la obra, allá por el siglo XIII. Literalmente talladas en el suelo rojizo, cada una de las iglesias conforma un monolito. Algunas de ellas están conectadas por túneles o dan acceso a grutas y criptas.
20. Gruta oceánica To Sua, Samoa
En los confines de la Tierra, al otro lado del globo terráqueo y donde sólo los más afortunados llegan se encuentra este espectacular lugar que no es otra cosa que un inmenso agujero en la tierra al que accede el agua del mar. To Sua significa literalmente "Gran Agujero" y se halla en la isla de Upolu en Samoa, en plena Polinesia, en medio del Océano Pacífico y al este de Australia.
Este paraíso terrenal es una gruta oceánica con hasta 30 metros de agua cristalina marina en su interior (con la marea alta) a la que se accede a través de una pequeña escalera de madera. Su belleza radica, además de en la trasparencia de sus aguas, en que está completamente rodeado por una exuberante vegetación de un verde intenso.
21. Djenné y Tombuctú, Mali
El Níger forma en Mali un delta interior que permite la agricultura en el Sahel, el límite sur del Sáhara. Un oasis continuo para las rutas caravaneras que transportaron riquezas y cultura a ciudades como Tombuctú o Djenné. Los primeros europeos que intentaron encontrar Tombuctú sucumbieron a las fiebres y al apego por la decapitación que conservaban algunos lugareños.
Se llegó incluso a pensar en su inexistencia, hasta que un francés, disfrazado de árabe, consiguió llegar y volver para contarlo a principios del siglo XIX. Hoy en día, el viaje desde Bamako, capital de Mali, hasta Tombuctú sigue siendo una aventura, aunque realizable. A medio camino, en una de las ramificaciones del Níger, se encuentra Djenné, cuya Gran Mezquita de barro le da el título de Patrimonio de la Humanidad.
22. Cataratas Victoria, entre Zambia y Zimbabwe
Tras 158 años del descubrimiento de las Cataratas Victoria por David Livingston (del que se cumple 200 aniversario de su nacimiento), éstas siguen siendo uno de esos lugares increíbles del mundo. Su majestuosidad radica en la caída del agua, atrapada entre dos paredes de roca basáltica de entre 80 y 100 metros lo que provoca un enorme estruendo que avisa al visitante de su presencia decenas de kilómetros antes de llegar.
Además, la gran cortina de vapor de agua y el arcoíris que siempre está con ella hacen que su contemplación sea mágica. Y aquí, entre Zambia y Zimbabwe, los turistas que acudan entre los meses de septiembre y diciembre podrán disfrutar de un atractivo extra: la Piscina del Diablo. En este lugar, gracias a los bajos niveles de caudal del río, se puede nadar al borde de las cataratas en una piscina natural a 100 metros de altitud.
23. Ciudad del Cabo, Sudáfrica
Cosmopolita y colonial, delicada y salvaje, opulenta y pobre... todo parece paradójico en la ciudad más bella de Sudáfrica. Fundada por los holandeses como punto de abastecimiento a los barcos que navegaban por el cabo de Buena Esperanza, pronto se convirtió, a base de emigración voluntaria o forzosa, en la vibrante ciudad multiétnica que es hoy.
Pocas grandes ciudades en el mundo cuentan con unParque Nacional dentro de su término municipal. Table Mountain, el símbolo de la ciudad, es sólo uno de los muchos parajes que se intercalan con los suburbios de Ciudad del Cabo: playas salvajes, empinadas cordilleras con una variedad botánica que supera la de países enteros, y una península, poblada por papiones y visitada por ballenas jorobadas, que se adentra en lo que aparentemente es el fin del mundo
24. Positano, Golfo de Salerno
Encalvado entre el mar Tirreno y la montaña, el pequeño pueblecito de Positano, en el Golfo de Salerno, es uno de los sitios más pintorescos de Italia y es que sus casas parecen caer en picado sobre el mar desde los escarpados acantilados. Estrechos callejones y coloridas casas de piedra es lo que conforman Positano, una localidad que goza de una belleza inconmensurable y que se posiciona, desde los años ''50, como uno de esos lugares donde escapar del mundo y olvidarse de todo. Y es que ya lo dijo John Steinbeck, Positano "es un lugar de ensueño que no parece real mientras se está allí, pero que se hace real en la nostalgia cuando te has ido".
25. Perito Moreno, Argentina
De los cada vez menos glaciares que quedan en el mundo, el Perito Moreno es uno de los más espectaculares y relativamente accesibles. Situado en el Parque Nacional Los Glaciares, desemboca en el gran Lago Argentino y forma parte de la tercera masa de hielo del planeta, el casquete continental patagónico. Mientras que la gran mayoría de los glaciares han retrocedido considerablemente durante el último siglo, el Perito Moreno sigue alternando avances y retrocesos con el resultado de un sutil equilibrio.
Otra de sus peculiaridades es su relativa baja altitud, que hace que el río de hielo discurra entre bellas laderas boscosas. La experiencia del glaciar no sólo resulta visual sino también acústica, incluyendo los crujidos del hielo y la estruendosa caída de icebergs al Canal de los Témpanos.
26. Canal de Lemaire, Antártida
En tan sólo 11 kilómetros de recorrido, un estrecho canal entre la isla de Booth y la península antártica encierra una belleza imposible de contemplar en cualquier otro lugar del mundo. Rodeados de imponentes picos, multitud de icebergs a la deriva se convierten en esculturas naturales modeladas por las corrientes y los cambios de temperatura. Texturas, colores y formas imposibles que resultan fascinantes, aunque en ocasiones llegan a impedir el paso de los barcos.
27. Puertas del Ártico, Alaska
Gates of the Arctic no es el típico parque nacional norteamericano. No hay rangers con sombrero, ni zonas de picnic, ni campings... Una avioneta o hidroavión deposita al viajero en alguna pista de grava o en un lago y, a partir de ahí, hay que buscarse la vida en las planicies de la tundra o en la espesura del bosque boreal. Con sólo 4.000 visitantes anuales y una extensión similar a la de Galicia, es más fácil encontrarse con un oso grizzlie (tan fácil, que se recomienda llevar un spray anti-oso y/o un arma) que con un excursionista. El premio es la naturaleza virgen, salvaje y todopoderosa al norte del Círculo Polar Ártico.
28. Cañón del Colorado, Estados Unidos
Con 446 kilómetros de longitud y seis de anchura en su parte más estrecha, el Gran Cañón del Colorado es una impresionante brecha que parte en dos al Estado de Arizona. En sus orillas se asentaron tradicionalmente varias tribus indígenas, confinadas ahora en reservas.
Una de ellas, la de los hualapai, ha tomado la iniciativa en el aprovechamiento turístico de su reserva con la inauguración en 2007 del Skywalk, una plataforma voladiza con suelo de cristal que sobresale sobre el borde sur del cañón. El impacto visual que provoca es más perdonable si se tiene en cuenta la historia de miseria de los habitantes de estas reservas.
29. Desierto de Namib, Namibia
El Namib, uno de los desiertos más antiguos del mundo, es también uno de los más peculiares. Constituye una estrecha franja (no llega a los 200 kilómetros en su parte más ancha) que se extiende a lo largo de 1.900 kilómetros de costa atlántica. Y está tan ligado al mar, que la vida que alberga depende de la escasa humedad que traen las nieblas costeras y de los detritos orgánicos enviados por los vientos costeros.
El Namib también se acerca al mar en la fascinante Skeleton Coast, una costa tan bella como maldita para los marineros, pues debe su nombre a los restos de naufragios semienterrados por la arena. Pero la estrella del Namib es Sossusvlei, "el lugar donde se guarda el agua", una charca de arcilla que se llena una vez cada varios años, pero que está rodeada de las dunas más altas (superiores a 300 metros) y espectaculares de este desierto.
30. Amazonia, Brasil
En la Amazonia es más fácil ver el bosque que los árboles. Sus cifras son superlativas: un área selvática que supera con mucho la superficie de toda la Unión Europea, un río que vierte al Atlántico un caudal de agua que dobla el de los primeros ocho ríos del mundo juntos y una biodiversidad que alcanza un tercio de las especies conocidas en el planeta, a falta de miles por catalogar.
Ostenta también uno de los más infaustos récords mundiales en cuanto a degradación medioambiental: desde 1970 se ha deforestado una superficie equivalente a la de Australia, sólo en la Amazonia brasileña. Sin embargo, Brasil, con el 60 por ciento del territorio amazónico, ha sido también un país pionero en su protección y en la explotación turística sostenible
31. Macizo de Jungfrau
En una época en la que los retos se cuentan de ocho mil en ocho mil, el alpinismo sigue mirando los poco más de 4.000 metros del Jüngfrau con el respeto que se le debe a un abuelo de los de antes. Y es que la Doncella ("Jungfraü"), el Monje ("Monk") y, sobre todo, el temible Ogro ("Eiger") impulsaron, a base de dificultades y tragedias, el alpinismo moderno. Aun hoy,la cara norte del Eiger sigue siendo un contrincante digno de los mejores escaladores, que para coronarla han de superar parajes tan sugerentes como la "Araña blanca" o el "Vivac de la muerte".
32. Kilimanjaro, Tanzania
De la suave sabana que cubre la frontera entre Tanzania y Kenia surge de improviso una montaña formidable y solitaria, que con sus 5.895 metros representa el indiscutible techo de África. Viendo la enorme masa de este volcán extinguido, con su característica cumbre cubierta de hielo, sorprende saber que los europeos no lo descubrieron hasta que prácticamente se dieron de bruces con él. A tres grados al sur del ecuador, el Kilimanjaro es un compendio de paisajes más propios de otras latitudes que se van superponiendo en función de la altura.
El bosque húmedo de las cotas inferiores da paso a los prados alpinos, y éstos, a un paisaje frío y árido similar a la tundra. En la cima, y aunque los científicos discrepan sobre las causas, resulta evidente que la capa de hielo desciende dramáticamente y algunos estudios ponen ya una fecha no demasiado lejana para su desaparición total.
33. Cañadas del Teide, España
La zona de Las Cañadas, presidida por el Teide, con 3.717 metros de altitud, es Parque Nacional desde 1954, pero constituye, desde hace más de cien mil años, un espacio de emoción legendaria y un ecosistema fascinante por su originalidad. En ese circo de 16 kilómetros de diámetro y 45 de perímetro se despliega un abigarrado paisaje con coladas de lava que se amontonan en vastos campos rocosos o se precipitan, laderas abajo, en corredores.
34. Bahía de Halong, Vietnam
La Bahía de Halong resume, en sus 120 kilómetros de costa, un mundo legendario de naturaleza y cultura. Dos mil islas e islotes de roca caliza configuran un paisaje encantado que, según la leyenda, fue esculpido por los furiosos coletazos del "dragón descendente" que da nombre, en el idioma vietnamita, a la propia bahía. Las formaciones cársticas que surgen en la carretera hacia Halong City son un preludio de lo que espera al viajero en el Golfo de Tonkin. Navegar por ese espacio, y dormir a bordo de un clásico junco a motor, es una experiencia incomparable.
35. Tres Gargantas, China
Acantilados imponentes flanquean las Tres Gargantas del río Yangtsé, entre Chongqing, al suroeste de China, y la provincia central de Hubei, configurando uno de los paisajes más espectaculares del planeta.
Todo está cambiando con la finalización de la gigantesca presa destinada a convertirse en la muralla china del siglo XXI. Además de suponer el desplazamiento de millón y medio de personas, la obra hidráulica más grande del mundo afecta a numerosos yacimientos arqueológicos y a algunos tesoros del Estado, como el pueblo de Dachang y las inscripciones hidrométricas de Baiheliang (sustituidos por réplicas cercanas), la aldea de madera de Shibao (convertida en una isla dentro del embalse) o el templo Zhang Fei (trasladado a una nueva ubicación).
36. Uluru, Parque Nacional de Uluru-Kata
Ayers Rock, la mítica roca del Uluru, es el corazón de la Australia profunda. Esta extraña formación se yergue a 348 metros sobre la inmensa llanura que ocupa el centro de la isla-continente, en el Parque Nacional Uluru-Kata Tjuta. Los cambios de color, que siguen el ritmo de las estaciones, acrecientan la magia de la gran mole de arenisca: desde el gris plateado de los escasos días de lluvia hasta el rojo profundo de los atardeceres. Los anangu aborígenes consideran al Uluru como el centro sagrado que marcó el principio de todo.
37. Lago Moorea, Australia
Ya sea porque las personas con imaginación ven en la forma de esta isla la de un corazón o porque es uno de esos sitios en la tierra que el 90 por ciento de la gente asociaría inmediatamente con su idea del jardín del Edén, Moorea se ha convertido en el destino preferido de miles de parejas para pasar su luna de miel. Situada a sólo 17 kilómetros al noroeste de Tahití, en el archipiélago de la Sociedad, en la Polinesia Francesa, Moorea comienza a ser una dura competencia para su vecina Bora Bora, una ínsula con la que comparte las características paradisíacas tan propias de estos lares.
38. Santorini, Grecia
La más griega de las islas griegas, quintaesencia de lo mediterráneo, es el producto de un fenomenal cataclismo que probablemente se llevó por delante una civilización, la minoica. No es difícil hacerse una pequeña idea de lo que le pasó a la antigua Thera hace más de 3.600 años. Sólo hay que deleitarse observando la amplia laguna que ocupa la antigua caldera del volcán. Tampoco resulta descabellada la teoría, cada vez más en boga, de que tan violento fenómeno está en el misterioso origen de la leyenda de la Atlántida.
Quizá influidos por esa sensación de catástrofe inevitable, convenientemente reforzada por algún pequeño temblor que acontece de cuando en cuando, los visitantes de esta maravillosa isla de paredes encaladas y cúpulas azules se entregan rápidamente al hedonismo y al dolce far niente.
39. Gran Barrera de Coral, Australia
La estructura de seres vivos más grande del planeta, con más de 2.000 kilómetros de longitud, paraíso del buceo y alojamiento de miles de criaturas marinas, se encuentra en pleno proceso de desaparición. Los cálculos más pesimistas le dan 20 años de vida a la Gran Barrera de Coral, siempre que continúe el ritmo actual de calentamiento climático del planeta.
Se trata de un problema común a todos los arrecifes coralíferos del mundo, pero alarma mucho más cuando afecta al aparentemente masivo y poderoso arrecife australiano. De momento, y salvo episodios periódicos de bleaching (pérdida de color del coral que indica una salud delicada), la Gran Barrera sigue siendo uno de los parajes submarinos más espectaculares que se pueden admirar en el mundo.
40. Big Sur y Highway 1
Si la Ruta 66 fue la vía de escape para rebeldes y rockeros de la América profunda, la Highway 1 lo fue para beatnicks, hippies y demás fauna contracultural californiana. Nace en los bosques del norte de San Francisco y, tras cruzar el Golden Gate, emprende el camino a Los Ángeles siguiendo cada una de las revueltas de la accidentada y espectacular costa del Pacífico. A mitad de camino surge Big Sur.
Los españoles llamaron "Sur Grande" a este paraíso perdido en el que no hay pueblos, la televisión llegó hace sólo 20 años y donde aún resulta posible perderse en plena California. Escritores como Henry Miller o Jack Kerouac encontraron su particular refugio entre bosques, acantilados y cabañas de madera.
41. Lhasa-Katmandú
Entre Nepal y Tíbet se extiende una de las carreteras más bellas y duras del mundo. La "carretera de la amistad" une las dos capitales místicas del Himalaya en un viaje de 900 kilómetros. La mayor parte del recorrido se realiza en el Tíbet, una vez superado el Puente de la Amistad en el paso fronterizo chino de Zhangmu. El mal de altura es uno de los mayores peligros de esta ruta con pasos de montaña que superan los 5.000 metros.
42. Isla Sur, Nueva Zelanda
Nueva Zelanda también tiene su Salvaje Oeste y está en la Isla Sur: impresionantes parques nacionales, glaciares al borde del mar, fiordos y una historia que destila el espíritu de los pioneros. La Highway 6 recorre esos parajes zigzagueando entre la costa y la cordillera de los Alpes Meridionales. Un buen punto de inicio es Westport, al norte; desde allí la vía sigue hacia el sur la línea costera en uno de sus tramos más bellos, con ciudades como Greymouth y Hokitika, que conservan parte del ambiente de la fiebre del oro que las vio nacer. Más adelante la ruta se aleja de la costa para atravesar el Tai Poutini National Park, que alberga los glaciares Fox y Franz Joseph.
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