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Destinos perfectos para un fin de semana con presupuesto ajustado.
Algunas son capitales de peso, otras ciudades secundarias. Algunas son metrópolis codiciadas, otras son grandes desconocidas. Todas, eso sí, tienen en común el bajo coste, bien porque hay vuelos baratos para llegar a ellas, bien porque el alojamiento, la gastronomía, las compras… o el ocio, en definitiva, resulta más económico que en otros lugares del mundo.
A falta de vacaciones potentes (ya llegará la Semana Santa) aquí van siete destinos que son perfectos para un fin de semana sin la necesidad de rasgarse el bolsillo:
Bratislava (Eslovaquia)
Las rutas de bajo coste, iniciadas hace unos cuantos años (con suerte se pueden encontrar vuelos desde Madrid a 55 euros ida y vuelta), obraron el milagro de colocar, al fin, a la capital de Eslovaquia en el mapa turístico de Europa. Y es que esta ciudad con un pie a cada lado del Danubio es una de las joyas más discretas que se ocultan en el mismo corazón del Viejo Continente.
Vibrante, dinámica y creativa, su gran rasgo es que se trata de una de las capitales más jóvenes del mundo y, al mismo tiempo, guarda una historia de cientos de miles de años. Bratislava es, además, una excusa perfecta para recorrer este país con actividades tan interesantes como visitar las ruinas del castillo de Spis, entregarse al senderismo por los Altos Tatras o emprender alguna ruta enológica.
Évora (Portugal)
Portugal, ya se sabe, es un destino barato, aunque a la autenticidad de esta bella región no puede ponérsele precio: pueblos de mármol, paisajes de viñedos y una de las zonas costeras mejor conservadas de Europa. Todo esto reúne (en sí misma y en los alrededores) la ciudad de Évora, la capital del Alentejo, declarada Patrimonio de la Humanidad.
Una ciudad que no sólo es un libro de historia del arte portugués sino también un lugar donde experimentar, al mejor precio, el arte del buen vivir. Al placer de deambular por su bellísimo entramado se une el de disfrutar de una gastronomía contundente y exquisita. Todo esto vale lo que no está escrito.
Marrakech (Marruecos)
Sí, es un clásico entre los clásicos de las escapadas. Una ciudad que, como el país entero, resulta tan próxima y tan distante. Marruecos esconde este gran tesoro al alcance de cualquier bolsillo que, aunque ya hace tiempo que dejó de ser un secreto, nadie puede negar que se trata de uno de los lugares más fascinantes del mundo.
La ciudad roja, que a veces ofrece vuelos a precio de risa, es la escapada que nunca falla. Además de su medina intrincada, sus bellos palacios y el exotismo que invade cada rincón de sus bazares, nadie debiera perderse la magia de Jemma el-Fna, especialmente en la noche, cuando se abre el telón y comienza el gran teatro del mundo.
Nápoles (Italia)
Esta ciudad de encanto caótico y belleza anárquica sorprende gratamente por sus bajos costes, sobre todo en lo que a la alimentación se refiere. La mejor pizza del mundo es sólo una pequeña muestra de lo que puede degustar el estómago sin que se resienta la visa. Por no hablar de lo que puede degustar la vista al pasear por sus callejuelas, descubrir sus museos, contagiarse de la energía callejera, contemplar la imponente silueta del Vesubio y, si hay tiempo, visitar las sobrecogedoras ruinas de Pompeya y Herculano.
Bruselas (Bélgica)
Por menos de cien euros, uno se planta en la capital belga vía aérea para descubrir todos sus encantos, ya sea por vez primera o en la enésima ocasión. Porque siempre es un placer pasear por la Grand Place, saludar al Manneken Pis, visitar el Palacio de Justicia y la Catedral de San Miguel, redescubrir las Galerías de Saint Hubert o hacer la ruta del cómic en busca de coloridas fachadas.
Y si aún quedan ganas, desde aquí, en media hora, es fácil (y barato) viajar a la vibrante Gante, admirar la belleza de Brujas o seguir los pasos del diseño en la portuaria Amberes. Esta región del corazón de Europa es una de las más fáciles y accesibles para un viaje con poco presupuesto.
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