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Artículo escrito por Alberto Escudero Morales
El santuario de Delfos fue uno de los centros ceremoniales y religiosos más importantes de la Antigüedad. Durante más de 1000 años, en este lugar del centro de Grecia se llevaron a cabo incontables celebraciones dedicadas a una de las divinidades más poderosas del panteón olímpico: Apolo. Este protector del afligido por la enfermedad, pero también dispensador de la misma, era además hábil en la mántica, o el arte de establecer vaticinios de futuro, lo que lo hizo tremendamente popular. Así, en un tiempo en el que medicina y magia estaban prácticamente unidos, el oráculo de Delfos en Grecia se consagró al poder dispensado por Apolo, que leería el destino de los mortales.
Los orígenes
En el himno homérico a Apolo se nos cuenta que fue el propio Apolo quien fundó el santuario tras derrotar a una serpiente de gran tamaño llamada Pitón. Una vez finalizada la contienda, el dios habría consagrado sus rituales con la intención de atender a sus fieles.
Con todo, hay ciertos detalles del mito que contienen parte de realidad, pues varios hallazgos parecen apuntar a un culto bastante temprano y de naturaleza micénica de una divinidad femenina relacionada con el culto a la naturaleza.
De igual modo, para muchos expertos, la lucha de Apolo con la serpiente podría interpretarse como una intromisión violenta del culto olímpico en la región. De acuerdo a los datos arqueológicos, en cambio, el santuario de Delfos no habría gozado de una antigüedad tan legendaria, aunque la cuestión sigue parcialmente abierta.
Al respecto, se sabe que Delfos, por sí misma, ya constituía una ciudad importante en tiempos de la Grecia arcaica, así como de remarcada relevancia comercial, por lo que el santuario no fue en un origen responsable del desarrollo de la región.
Con toda seguridad, y basándonos en los datos materiales que la arqueología proporciona, se puede afirmar que el oráculo de Delfos empezó a ser una tímida realidad entrados en el siglo VIII a.C; de hecho, es el momento en el que han sido fechados algunos objetos religiosos como trípodes de bronce u ofrendas.
La evolución del oráculo de Delfos en Grecia
El oráculo de Delfos se mantuvo en pie durante algo más de mil años, convirtiéndose en uno de los centros más importantes, ya no de la Grecia clásica, sino del mundo antiguo. En todo este tiempo, sus puertas recibieron ofrendas y regalos por parte de particulares, déspotas y comunidades enteras.
Para acoger tal afluencia de fieles y ofrendas, el santuario se transformó en todo un complejo arquitectónico que recogió los tesoros ofrendados y los transformó en bellos edificios y pequeños templetes que decoraban la vía que ascendía hacia el templo. En la parte situada más al norte, junto al templo principal, se llegó a levantar un magnífico teatro, que sirvió para acoger varias representaciones que tomaron parte en los juegos propios del santuario: los juegos Píticos, en los que deportistas y rapsodas eran bendecidos por Apolo.
Sin embargo, la historia del oráculo de Delfos no estuvo marcada siempre por un crecimiento sin límites. Para desgracia de fieles y sacerdotes, el santuario sufrió a lo largo de su existencia varios terremotos e incendios, por lo que fue repetidamente reconstruido y remodelado. Cabe destacar el devastador incendio que marcó un cambio importante en Delfos para el año 548 a.C: pasó a ser un santuario de grandes dimensiones, para cuya reconstrucción, como símbolo de su ya reputada importancia, se pudo contar con la financiación de reyes, tiranos y hasta faraones del lejano Egipto.
Una consulta al oráculo de Delfos
Aun así, el mayor atractivo del lugar y el motivo de su sacralidad no eran las vistosas obras arquitectónicas del santuario, sino la reunión con la Pitia, la mujer oráculo, que permanecía en las estancias más oscuras del templo. La figura del oráculo, muy antigua y de naturaleza casi universal, desempeñaba el rol de intérprete de los designios divinos.
En el oráculo de Delfos solía ser una mujer joven (aunque la edad podía variar) que actuaba de intermediaria entre Apolo y los consultantes. No obstante, y debido a la disposición intermitente del oráculo, quien solo llegó a recibir consultantes nueve días al año, la realización de una consulta no era tarea sencilla.
Para empezar, se hacía necesario el contar con el tiempo y los recursos necesarios para acudir a Delfos. Una vez se llegaba al santuario, el fiel debía purificarse. Para ello, este podía ir a la fuente Castalia, dispensadora de aguas sagradas que la Pitia también utilizaba antes de sus ritos.
Tras la purificación debían presentarse una serie de ofrendas en forma de pago al santuario, y atestiguar los orígenes de quienes las realizaban, ya que los ciudadanos locales poseían ventaja. Cuando todos estos pasos preliminares estaban cubiertos y la afluencia no era exageradamente abrumadora, se podía acceder al adyton, lugar del oráculo de Delfos en el que la Pitia esperaba sentada sobre un trípode rodeada de extraños gases.
Las preguntas que le eran realizadas a la Pitia, contrariamente a lo que hoy podríamos entender, no eran directas y no concernían a situaciones o posibles de un futuro específico. Más bien, se acudía al oráculo en momentos de indecisión y pesadumbre, buscando una suerte de alternativa.
Lo consultado no tenía por qué reducirse al futuro, sino que podía afectar a situaciones de toda índole. Del mismo modo, las respuestas que el oráculo ofrecía tampoco eran directas ni cerradas. Uno debía saber interpretar dichas respuestas, y para ello era igualmente necesario acudir a la presencia del oráculo con una predisposición flexible y una mente abierta. Como se solía decir en Delfos, «conócete a ti mismo«.
El misterio en torno a la Pitia
El modo en cómo la Pitia llegaba al «estado» para ejercer de intérprete de Apolo en el oráculo de Delfos aún resulta ser un misterio. Existen algunas hipótesis que proponen soluciones viables, pero lo cierto es que todavía hoy no se conocen los detalles exactos del supuesto trance al que era sometida la Pitia.
Bien podría cerrarse el debate aludiendo a simples y vagas ensoñaciones o, más aún, suponer que lo que allí ocurría era tan solo una representación. Sin embargo, no hemos de olvidar la larga permanencia temporal del santuario y su oráculo y la enorme afluencia de fieles y peregrinos que llegó a mover y a impresionar.
Por ello, se hace necesario tener en cuenta la totalidad de las suposiciones que se barajan. Según la tradición recogida por los himnos y por el historiador Plutarco, en el adyton, donde se encontraba la Pitia, se producían a través de una grieta emanaciones de pneuma, que podríamos interpretar como alguna especie de gas.
Siguiendo estas descripciones, varias investigaciones y excavaciones a lo largo del siglo XX han intentado encontrar sin éxito dicha grieta, hasta que en 1990 un equipo de arqueólogos y geólogos corroboró la existencia de dos fallas geológicas bajo Delfos que podrían haber expulsado gases y componentes como el etileno o el metano. Si tenemos en cuenta que el vapor resultante podría haber sido ligeramente tóxico y hasta embriagante, tendríamos el misterio parcialmente resulto, pero la realidad es que sus concentraciones fueron demasiado bajas como para haber sido las responsables de lo que sucedía en el oráculo de Delfos.
Otras hipótesis proponen el consumo de alguna sustancia psicoactiva e incluso alucinógena durante los rituales. Algunas de las propuestas son el opio, debido a su generalización como sustancia de consumo ritual; el cannabis, por sus efectos soporíferos; u otras como la mandrágora o la adelfa, que posee un gran efecto tóxico y psicoactivo, y que fisiológicamente guarda mucha semejanza con el laurel.
Todas estas sustancias podrían haberse consumido de formas muy variadas: desde la inhalación a través de los gases ya citados, por pipas y hasta mediante la ingesta, como podría haber sido el caso de las hojas de adelfa.
La importancia del oráculo de Delfos
Gracias a estas posibles prácticas, la Pitia del oráculo de Delfos atendió las consultas de miles de personas. Tanta fue la demanda que en algunos momentos llegó a acumular que podrían haber existido hasta oráculos de «refuerzo», para los que se habrían instaurado métodos también alternos de adivinación.
Políticamente hablando, el favor de Delfos y, por lo tanto, el de Apolo, valió su peso en oro. Alrededor de esta comunidad se gestó una alianza cuya naturaleza religiosa se mezclaba con la política: la Anfictionía délfica, formada por diversas ciudades-estado.
Como instrumento de decisión, Delfos ejerció un papel importante en la toma de decisiones alrededor de los problemas de un tiempo de transición entre una Grecia arcaica y una formada por un conglomerado de ciudades-estado. De esta forma, y hasta que el rastro de los dioses del Olimpo fue borrado de los credos religiosos, el santuario de Apolo en Delfos fue un centro de comunidad en la Antigua Grecia.
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