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Artículo escrito por Álvaro Comes Cervera, graduado en Historia
¿Qué fue el renacimiento carolingio?
El término renacimiento carolingio fue acuñado en el siglo XIX por el historiador Jean-Jacques Ampère con la intención de comparar este periodo de expansión cultural con el Renacimiento italiano de los siglos XV-XVI. Esta etapa acapararía los reinados de Carlomagno y Luis el Piadoso (768-840 sumando ambos reinados), aunque se puede expandir hasta el año 870, un poco antes de la muerte de Carlos el Calvo. Este repercutió no sólo en un renacimiento cultural, sino en la recuperación de una administración que miraba hacia la antigua Roma.
La cuestión ha sido una de las más debatidas de la Edad Media y, en la actualidad, más que un renacimiento se le considera un periodo de expansión que, según Jacques le Goff, se ha idealizado y denostado en exceso a lo largo de estos años. A continuación, repasaremos algunos aspectos destacados de este momento histórico que, más allá de todo este debate, fue uno de los procesos más importantes de la Europa Occidental en la Edad Media.
El imperio carolingio
El Imperio Carolingio era la evolución del reino de los francos que se creó en el norte de la Galia en el siglo V bajo el mando de Clodoveo (481-511). Este estado se fue consolidando como uno de los más poderosos de Europa Occidental, aun con una considerable debilidad interna debida a la tradición de repartir el territorio entre los hijos del monarca.
La dinastía original, la merovingia, había sido reemplazada por la pipínida, también conocida como carolingia, después de que esta familia, que gobernaba en la sombra teniendo como títeres a los últimos merovingios, tomaran el poder en el siglo VIII.
Sus primeros dirigentes importantes fueron Pipino de Heristal y Carlos Martel, quienes allanaron el camino para que Pipino el Breve (714-768) se convirtiera en el primer rey pipínida (751), con el apoyo del papado. El más importante de esta dinastía fue Carlomagno, quien se convirtió en el soberano más importante de su tiempo en Europa y uno de los más conocidos de la historia.
Con este monarca el Imperio Carolingio alcanzó su plenitud territorial, abarcando desde Barcelona hasta la frontera de lo que hoy es Dinamarca, dominando la mitad de la península itálica y adentrándose hacia el centro de Europa. La capital era itinerante, con ciudades importantísimas como París, hasta que Carlomagno decidió asentarse en Aquisgrán, desde donde dirigió su imperio y acometió las grandes reformas del renacimiento carolingio.
El saber en el mundo carolingio
Tras el ocaso de Roma en Occidente (a finales del siglo V), gran parte del saber clásico se perdió y muchas obras no se volvieron a ver en esta región hasta prácticamente el siglo XII. Ahora bien, al contrario de lo que se teorizó, esto no significó la desaparición de las mismas por completo, ya que una nueva estructura cristiana, el monasterio, se convirtió en el refugio de numerosas obras clásicas.
En Europa, poco a poco, la cultura se fue recuperando en lugares como la península ibérica, con San Isidoro de Sevilla (560-636), o en las islas británicas, donde los escritorios monacales tuvieron una elevada actividad en el siglo VII. De este periodo destaca el monje Beda el Venerable (672-735), cuya influencia favoreció la aparición de un personaje crucial para todo el programa de reformas de Carlomagno, Alcuíno de York (fallecido en el año 804).
Este monje de Northumbria fue el primer director de la Escuela Palatina, diseñada por Carlomagno para educar a la élite del imperio, en el contexto de ese renacimiento carolingio. Asimismo, diseñó el programa educativo mediante el que se enseñaría durante toda la Edad Media la sabiduría clásica: trivium et quadrivium. También conocidas como las Artes Liberales, abarcaban materias como la astronomía, matemáticas, retórica, geometría, dialéctica, gramática y música.
Artes como la astronomía gozaron de gran prestigio y curiosidad para los carolingios, quienes la utilizaron para calibrar los horarios de los monasterios o calcular la fecha de la Pascua. Todos estos usos eran religiosos pero, a partir de la década del 810 hasta la muerte de Carlos el Calvo (877), proliferaron estudios sobre los eclipses.
Entre algunas publicaciones se estudiaron los movimientos de los planetas y se analizaron modelos del sistema solar como el de Marciano Capella (siglo V). En dicho modelo se consideraba que Mercurio y Venus orbitaban alrededor del Sol, lo que implicaba un modelo semi-heliocéntrico. Por otra parte, uno de los códices más bellos conservados es el Códice de Metz, del año 814.
¿El renacimiento carolingio fue un renacimiento cultural?
Los historiadores han debatido hasta qué punto este fenómeno cultural se puede considerar un renacimiento o la consolidación de la expansión del conocimiento iniciada a finales del siglo VI. Lo cierto es, que aunque no es comparable materialmente al esplendor de Bizancio o la Antigüedad Clásica, supuso un antes y un después en Europa Occidental.
Carlomagno había conseguido crear una corte donde se reunieron los intelectuales más importantes de Occidente y se generó una serie de debates que ni Beda el Venerable ni San Isidoro de Sevilla pudieron tener por esa falta de personas para acometerlo.
Todas aquellas acaloradas discusiones no pudieron ser posibles, ya no sólo por las personas que lo componían, sino también por las obras que los acompañaban. Y es que con ellos se revitalizaron en la corte carolingia obras como las de Plinio el Viejo, Horacio, Boecio o Arquímedes, entre muchas otras. Intelectuales como Eginhardo, Teodulfo de Orleans, Dhuoda, Agobardo, Nitardo o Juan Escoto Erígena fueron los más importantes del renacimiento carolingio.
La administración y el renacimiento carolingio
El Imperio Carolingio, durante el reinado de Carlomagno, controlaba territorios muy vastos y diversos que alcanzaban tierras germánicas, la Galia, gran parte de la península itálica y una pequeña franja de la península ibérica.
A finales del siglo VIII existían varios problemas que requerían de un programa de reformas que permitieran una administración efectiva del estado. El latín estaba comenzando a descomponerse en las futuras lenguas romances. De ese modo, hubo en algunos casos problemas de entendimiento entre personas de diferentes zonas, e incluso monjes o aristócratas que no llegaban a ser capaces de leer documentos en el latín clásico.
Inicialmente, las reformas del renacimiento carolingio se centraron en el ámbito religioso, dirigidas hacia una interpretación única de la biblia y comprensible para todos, con la finalidad de estandarizar su estudio y evitar la proliferación de herejías. Además, se estandarizó el latín, utilizando formas clásicas pero, a su vez, acercándose a las lenguas vernáculas para facilitar su lectura.
En este sentido, se inventó una nueva forma de caligrafía para facilitar su lectura, volviéndola más redondeada y con letras más separadas. A este tipo de escritura se la ha conocido como minúscula carolina y fue empleada hasta prácticamente el siglo XIII.
El renacimiento carolingio como tránsito
Quizás la obra más importante de estas reformas es Admonitio generalis (año 789), posiblemente realizada por Alcuíno de York, en la que se regulaba la ética y el proceder de los eclesiásticos. Sin embargo, en base a la fe cristiana, instaba a los nobles a un comportamiento de justicia, concordia y evitar el perjurio y odio. Se instruyó la alfabetización básica y serían las escuelas de los monasterios las encargadas de la educación de las élites carolingias con un fuerte componente cristiano que permitió al clero un cierto control sobre la aristocracia.
Carlomagno quería que su imperio y su funcionariado fuera hecho a imagen y semejanza del Imperio Romano. Por ello, instaló su corte en Aquisgrán para embellecerla y emular a Constantinopla. No obstante, ni su funcionariado se asemejó al romano ni su capital, aunque bella, se acercó a lo que aspiraba.
Tratando de conseguir la lealtad de los nobles se repartieron los honores (cargos administrativos dados por el rey durante un tiempo) mediante el vasallaje, sistema que había aparecido décadas antes pero que Carlomagno lo convirtió en la norma. Esto provocó que los aristócratas se garantizaran un cargo, el cual, en ocasiones, comenzó a ser hereditario, aunque siempre con el permiso del rey. De esta manera, se creó una élite cada vez más inamovible y casi sin posibilidades de que otros pudieran ascender.
Aun así, hasta la muerte de Carlomagno en el 814, el sistema funcionó debido a que la garantía de cargos mantuvo a la nobleza leal para asegurar una posible herencia para sus sucesores. Cabe destacar que durante parte del reinado de Luis el Piadoso (814-832, 833-842) este sistema se mantuvo. Sin embargo, las disputas sucesorias entre sus hijos fue creando bandos de nobles que, aunque inicialmente mostraron que la aristocracia se mantenía fiel a la dinastía (aun eligiendo un candidato), poco a poco esta se fue descomponiendo.
La educación y la preparación de los funcionarios era uno de los temas más importantes del renacimiento carolingio. No obstante, y a pesar de algunos éxitos, lo cierto es que el resultado fue el inverso a lo deseado por Carlomagno. Mientras se trataba de volver a la Antigua Roma, lo cierto es que este sistema supuso la muerte definitiva del funcionariado antiguo. En conclusión, la difusión del vasallaje causó, en el largo plazo, la llegada de un nuevo sistema que marcaría el orden social europeo durante la Edad Media: el feudalismo entraba a escena.
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