Los etíopes demostraron ser un pueblo africano fuertemente arraigado a la tierra, con ambiciones expansionistas, al punto de que, en algún momento de su historia lograron extender su influencia sobre otros pueblos de gran fama guerrera y poner fronteras allende el mar. Al igual que muchos otros grandes pueblos guerreros africanos, el etíope basó su éxito militar en una poderosa economía, que destacaba en todas las ramas de la misma existentes en su momento.
Esto les permitió reclutar y entrenar un ejército permanente de buen tamaño, pero sobre todo, muy profesional, compuesto por unidades especializadas, cuya organización le hizo sobreponerse a enemigos de gran entidad como los mismísimos nubios. Los etiopes se valieron de excelentes unidades de caballería ligera, arqueros y elefantes para emprender campañas de gran envergadura, en las que demostraron en excelente desempeño en el campo de batalla, basado sobre todo en la disciplina de las tropas y el orden táctico.
Pero sin duda la élite de sus tropas la constituían los shotelai, una infantería armada con una especie de sable conocida como shotel, de filo curvo, muy excéntrico, casi parecido a la hoz, pero que constituía la piedra angular de toda una serie de técnicas desarrolladas para combatir a la caballería. Es en este punto en el que contaron con una gran ventaja táctica, y es que en una región con una geografía como esa, el caballo adquiere una gran importancia debido a la movilidad que proporciona y a su capacidad para reducir los tiempos de marcha, además, de la excelente calidad de las monturas.
Sin embargo, al poder combatirlas con una tropa tan ligera, los etíopes ganaban un gran margen de maniobra, ya que podían permitirse reservar su propia caballería para otro momento del combate y restar peso táctico a la del enemigo, lo que desde luego, les ayudaba a generar condiciones en el campo de batalla, favorables al ejército más disciplinado, es decir, el de ellos. Consolidada su posición al norte del Cuerno de África, cruzaron el mar y conquistaron por un tiempo el Adén, en la penisla arábiga, ello, merced a una gran pericia como marineros, obtenida a través del activo y lucrativo comercio con regiones tan distantes como la India. Los herederos de los etiopes siguen siendo un pueblo valiente y aguerrido, que no se ha rendido ante la adversidad que atraviesa, y que además, sigue heredado al mundo excelentes soldados, que se las han arreglado incluso contra sus vecinos.
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