sábado, 1 de julio de 2023

Las dos similitudes ocultas entre el Imperio español y el Imperio romano: «La Monarquía Hispánica fue su heredera»

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La Sevilla del siglo XVI, desde la que partían los navíos hacia las Américas ABC
La Sevilla del siglo XVI, desde la que partían los navíos hacia las Américas ABC

Durante más de tres siglos, y hasta la llegada de las independencias al otro lado del Atlántico, el español garantizó la continuidad del Imperio rojigualdo a través de la Flota de Indias y el Galeón de Manila

Fue dos horas después de la medianoche, en la madrugada del 12 de octubre de 1492, cuando Cristóbal Colón vislumbró al fin tierra. «Amainaron todas las velas hasta el viernes, que llegaron a una isleta que se llamaba Guanahaní en lengua de indios», escribió en su diario el descubridor de América. Al calor de los gritos felices del vigía Rodrigo de Triana arrancó la expansión de un idioma, el español, que se transformó en la columna vertebral de aquel imperio global que sobrevivió hasta el siglo XIX. La misma lengua que hoy se ha convertido en la segunda más importante del mundo con 496 millones de hablantes.

Tras Colón se organizaron la Flota de Indias en 1556 y, poco después, el Galeón de Manila en 1565; una suerte de naves espaciales de la época que unieron dos continentes y facilitaron las interconexiones a través de las aguas. «Fueron rutas permanentes, el vector que fabricó la globalización. Y en ellas iba y venía una lengua que designaba, ponía nombres, negociaba con otras culturas…», explica a ABC Manuel Lucena Giraldo. El doctor en Historia de América e investigador del CSIC está convencido de que, sobre estos dos pilares, idioma y armada, se sustentó la continuidad del Imperio español, amén de la infinidad de expediciones científicas.

Para reivindicar esta máxima presenta este martes 13 –no cree en la mala suerte– el seminario prospectivo ‘El español, idioma peregrino. Mares, puertos y lugares de encuentro‘, un simposio de dos días organizado al alimón por la entidad que preside, la Cátedra del español y la hispanidad de las universidades de la Comunidad de Madrid, y la Cátedra Internacional CEU Elcano, dirigida por la doctora en Historia de América María Saavedra Inaraja. En declaraciones a este diario, la también profesora corrobora lo dicho por su colega y añade que anhelan poner de relieve el papel de algunos personajes obviados por la historia en esta expansión. Desde los misioneros hasta los marinos.

Carreteras marítimas

Lucena está harto de lacrimógenas historias de derrotas, útiles a nivel editorial, pero exacerbadas dentro y fuera de la península. «Hay una épica muy negativa, un énfasis excesivo en la imagen histórica del Imperio español», sentencia. A cambio, enarbola que la gran victoria de la Monarquía Hispánica no fue militar, sino conseguir extender su lengua por Asia y las Américas: «Se usaba para negociar con las élites de otros países, comerciar en los puertos…». La Corona, para él un elemento clave dentro de todo este entramado, llevó a cabo esta tarea mediante la Flota de Indias y el Galeón de Manila.

La primera flota se dividía en dos. Una, la de Nueva España, viajaba hacia México y las Antillas. Otra, la de Tierra Firme, tenía como objetivo Panamá, Colombia y varias poblaciones menores. Por su parte, el Galeón de Manila, encargado de unir esta región con Acapulco. «Además de mercancías, estas rutas marítimas trasladaban personas y cultura. En su interior llegó muy rápido la imprenta hasta el virreinato de Nueva España y hasta el de Perú», apostilla Saavedra. Gracias a estas naves, todavía quedan reminiscencias hispanas al otro lado del globo. «En Guam todavía hay elementos de nuestra lengua que se han incorporado a la cultura chamorro. Por ejemplo, en los apellidos locales», añade la experta.

Saavedra está de acuerdo en que la Corona fue clave desde sus primeros momentos a la hora de fomentar la expansión del español: «Es cierto que, cuando Colón llegó a América, estábamos entrando en el Renacimiento y empezaban a despuntar inventos como la imprenta, pero la monarquía y personajes como el Cardenal Cisneros, uno de los grandes consejeros de Isabel la Católica e impulsor de la gramática, se convirtieron en el verdadero motor en este sentido».

Un simposio por la hispanidad

El seminario ‘El español, idioma peregrino. Mares, puertos y lugares de encuentro’ arranca hoy en el Salón de Grados de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad CEU San Pablo a las 16:30. El primer bloque abordará el tema de ‘España y lo hispano, una historia oceánica’. Su plato fuerte será una charla en la que el historiador Iván Vélez analizará la visión negativa que sobrevuela sobre el navalismo histórico de nuestro país. A continuación, varios expertos se zambullirán en la importancia del español a la hora de navegar en internet. «En realidad, la red es una suerte de Océano. Aquí analizaremos también el caso de Telegram y el uso del español en las nuevas teconologías para transmitir la historia», explica Manuel Lucena. Por último, se emitirá el documental ‘Elcano y los marinos’. El metraje, en palabras de María Saavedra, ha llevado tres años de preparación y busca poner en valor al marino que participó en la primera vuelta al mundo. «Hizo que España se convirtiera en la dominadora de la zona comercial del Pacífico, llamado a la postre el lago español. Nuestro país fue pionero en conectar Oriente a través de Filipinas, y el mundo europeo a través de América y España», sentencia. El miércoles 14 de junio, el seminario se trasladará al Instituto de Historia y Cultura Naval de Madrid, clave también en la organización del evento. «Contaremos con varias sesiones que intentan mirar a lo hispano. Además, se expondrán fotografías de la realidad cubana en 1898 desde una nueva perspectiva», completa Saavedra. La guinda la pondrá una mesa redonda en la que varios periodistas, divulgadores y expertos en comunicación departirán sobre cuál es la mejor forma para acercar al gran público la historia de España. La máxima, además de demostrar la importancia del mundo naval y el idioma en la expansión y continuidad del Imperio español, consistirá en recordar que hubo un momento en que la Monarquía Hispánica contaba con territorios en todo el globo. «Cuando hablamos de hispanidad tenemos que hacerlo también de Filipinas y de los grandes archipiélagos del Pacífico», completa la experta.

Desde el principio, la máxima era alumbrar universidades en las que se enseñara la lengua a los nativos. Los datos lo demuestran. «La primera, la de Santo Tomás en la Española, se creó en 1538», añade. Y, cuando cayó el imperio de ultramar, se habían levantado una treintena. «Era un número mayor que en la península», completa.

No obstante, si en algo coinciden los dos expertos es en que el español no fue un idioma monolítico impuesto a golpe de espada. Más bien todo lo contrario. «Mi conclusión, tras estudiar durante 30 años el tema, es que lo más parecido a lo que hizo España en América fue la romanización en Europa», explica Saavedra. Como sucedió en la península, la lengua cambió y se adaptó a las regiones a las que llegaban los conquistadores. «España integró todos aquellos territorios dentro del mundo hispánico. Lo mismo que hicieron la República y el Imperio romano con los distintos pueblos de la península ibérica», confirma la doctora en Historia.

El gran mito, como sucedió con el Imperio romano, es también el más repetido y extendido por la Leyenda Negra: que España acabó con las lenguas locales. Los misioneros, por ejemplo, estaban obligados a aprenderlas para dar clases a los nativos y extender mejor la palabra de Dios. Y se escribieron una infinidad de libros en ellas. «La Biblioteca del Palacio Real de Madrid está llena de catecismos y diccionarios editados en los idiomas locales. Es lógico, había que traducirlas para conocer su cultura de primera mano», incide Lucena. En las universidades, de hecho, abundaban las cátedras de lenguas indígenas.

El investigador del CSIC va incluso más allá: «Existen las lenguas indígenas porque existió la colonización española. Empezaron a estar amenazadas a partir de las independencias, cuando nació la idea de un nacionalismo de homogeneidad lingüística». Tiene clara hasta la fecha concreta de este seísmo: el año 1825, mucho después de que naciera el Imperio, con la llegada de las repúblicas de ultramar.

¿El fin?

¿Cuándo empezó, entonces, la decadencia del español? Saavedra suspira, pues está convencida de que el idioma está en auge. Aunque entiende a lo que nos referimos. «Cuando surgió la Ilustración y Francia se convirtió en el centro de la cultura europea, nació una actitud de superioridad frente a lo hispano». Y los españoles, siempre cainitas, se subieron al carro. «Nos olvidamos de que tuvimos una Ilustración española y una cultura científica envidiables durante los siglos XVIII y XIX», completa la experta.

El inglés es el gran competidor en la actualidad, es innegable. Pero Lucena no cree que su expansión comenzara después de la pérdida de las colonias en 1898. «No está vinculado. Estados Unidos liquidó el Imperio español en cuanto llegó a Filipinas, eso es innegable, pero en Cuba lo intentó y no lo consiguió». Hoy, por el contrario, el país de las barras y las estrellas se ha convertido en uno de los que más expanden nuestra lengua a través de la cultura. «Netflix y HBO producen en español, es un hecho», finaliza.

A pesar de ello, Saavedra insiste en que debemos proteger nuestro mayor tesoro: el idioma. Lucena, sereno pero firme, asevera además que hay que utilizar el capital simbólico y relacional que tiene para conseguir que esté siempre entre los más utilizados: «Necesitamos preservarlo como lenguaje de negocio y empresarial, como idioma de ciencia y tecnología. Esa batalla, ese escenario, exigirá un gran esfuerzo y que no lo llenemos de anglicismos ni extranjerismos».

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