Investigadores hallaron la ofrenda 186 del Templo Mayor. El cofre de piedra contiene 15 esculturas, cuentas de piedra verde y numerosos caracoles, conchas y corales marinos.

En el corazón de la Ciudad de México, arqueólogos hallaron la ofrenda 186 en la Zona Arqueológica del Templo Mayor. La caja de piedra llena de esculturas y corales marinos data de la época del primer Moctezuma y estaba ubicada en la plataforma de la fachada trasera del Huei Teocalli.

Los investigadores buscaban corroborar un patrón observado en las ofrendas 18, 19 y 97. Este consistían en el hallazgo de cofres de piedra sepultados como ofrendas dedicatorias, bajo las cabezas monumentales de serpientes del Templo Mayor. Los trabajos llevaron a la localización de esta nueva reliquia.


La ofrenda 186 del Templo Mayor

Ofrenda 186 del Templo Mayor

El cofre de la ofrenda de consagración contenía 14 esculturas antropomorfas masculinas y una figurilla femenina de escasos centímetros, informó el equipo dirigido por el arqueólogo Leonardo López Luján. Las esculturas están talladas en piedras metamórficas verdes y la más grande mide 30 centímetros de alto, mientras que la más pequeña tiene 3 centímetros.

Los arqueólogos Alejandra Aguirre y Antonio Marín, quienes descubrieron el cofre, refieren que las esculturas presentan rasgos del estilo Mezcala del norte de Guerrero. Los cohuixcas y los chontales de esa región fueron conquistados en tiempos de Moctezuma Ilhuicamina, lo que sugiere que estas reliquias fueron obtenidas durante su reinado.

“Esto quiere decir que, cuando los mexicas sometieron a esos pueblos, las figurillas ya eran verdaderas reliquias, algunas de ellas de más de 1.000 años de antigüedad, y es de suponer que servían como efigies de culto, de las que se apropiaron como botín de guerra”, explicó López Luján en un comunicado del Instituto de Antropología e Historia.

Los investigadores concluyeron que al ser traídas a Tenochtitlan, las esculturas fueron objeto de resignificación religiosa. Los restos de pintura facial encontrada en las piezas, alusivas a Tláloc, dios de la lluvia, son muestra de ello.

La ofrenda o tepetlacalli también contenía 137 cuentas de distintas piedras metamórficas verdes, arena marina, 1.942 restos de conchas, caracoles y corales marinos, así como dos pendientes en forma de serpientes de cascabel.

Los tepetlacalli de Moctezuma Ilhuicamina



Moctezuma Ilhuicamina gobernó Tenochtitlan entre 1440 y 1469 d.C. y al igual que todos los soberanos mexicas, las ofrendas sepultadas reflejan la riqueza de los territorios que conquistó. Muestra de ello es este tepetlacalli que contiene lo que ahora conocemos como la ofrenda 186 del Templo Mayor.

Así como las esculturas fueron traídas de la región de los cohuixcas y los chontales, las conchas marinas del cofre proceden de las costas del Atlántico, que fueron conquistadas por la Triple Alianza.

“En náhuatl clásico, estos cofres eran conocidos como tepetlacalli –de tetl, piedra, y petlacalli, caja de petate–. En sus hogares, los mexicas acostumbraban guardar en cofres de petate sus más preciadas pertenencias, como plumas finas, joyas o prendas de algodón», explica el arqueólogo Leonardo López Luján. «Si lo vemos desde el Templo Mayor, que representa a una montaña sagrada repleta de mantenimientos, podemos imaginar a los sacerdotes almacenando en estas ‘petacas de piedra’ los símbolos por excelencia del agua y la fertilidad: esculturas de los dioses de la lluvia, cuentas de piedra verde, conchas y caracoles”.