Horacio Américo Mamaní
Los dos amigos, Nahuel de 16 y Braulio de 17 años, después de horas de caminata por medio de la espesa vegetación de un monte tupido llegaron al lugar que buscaban, lo sabían porque había una cerca de alambres de púa y más adelante otro alambrado perimetral de malla romboidal. Pasaron con dificultad por los obstáculos hasta que encontraron el espejo de agua dentro de un enorme estanque de piedras negruzcas.
Las aguas oscurecidas por las algas denotaban una quietud siniestra. Ambos muchachos sentados en la hierba de las orillas se dispusieron a devorar unos sandwichs y frutas, seguidamente prepararon las cañas de pescar mientras comentaban: - Sabes que a este estanque no viene casi nadie, dicen que tiene unos peces muy grandes.
- Entonces veamos si sacamos algunos para la cena.
Después de una hora de suaves tirones de anzuelo pero sin pescar nada, Nahuel dice: - no hay pique, hace calor, que te parece si nos refrescamos y nadamos un rato.
Braulio le indica: - Pero...., te parece? No sabemos si el estanque será profundo o si hay ramas abajo y podemos atascarnos.
Nahuel insiste; - No seas miedoso, nadas muy bien y nos cuidamos el uno al otro, además parece que solamente hay peces pequeños.
Los dos se sumergen y nadan mientras ríen y chapotean, la diversión se interrumpe de pronto cuando uno de ellos exclama: - Algo viscoso me ha rozado una pierna.
El otro le dice: debe ser algún pez o una anguila, que otra cosa puede haber aquí?
Braulio le señala: vayamos un momento a la orilla a tomar el jugo de guayaba que trajimos.
Las aguas se agitan y Nahuel es absorbido bajo la superficie acuática, Braulio piensa que se trata de un remolino o algo parecido, en un instante se sumerge, rápidamente sujeta el brazo de su amigo y con gran esfuerzo lo arrastra hacia la orilla, los corazones de ambos latían a un ritmo de taquicardia.
Nahuel tosía por haber tragado agua, estaban estáticos por lo ocurrido, desde el estanque gorgotearon unas burbujas y se asomó el cuerpo erguido y humanoide de una rana inmensa que los miraba fijamente, detrás de ella surgieron dos cabezas más de otras ranas del mismo tamaño y al unísono emitieron un croar estruendoso como si estuviese amplificado por parlantes.
Los muchachos huyeron con gritos ahogados por el pánico sin mirar atrás, hasta adentrarse en el monte buscando el sendero de regreso, sus torsos, piernas y brazos tenían rasguños de los alambres de púas y espinas de la vegetación, sus pies descalzos habían pisado el pedregullo produciéndoles un dolor al que no dieron importancia. Recién cuando estuvieron lejos de aquel lugar se detuvieron agitados a tomar aire y se desahogaron en un llanto histérico.
En medio de las hierbas alrededor del alambrado del solitario estanque estaba un letrero metálico caído y semiborrado por el tiempo que advertía: AGUAS RESIDUALES DE DESECHOS TÓXICOS INDUSTRIALES, ESTANQUE CLAUSURADO EN 1974 POR CONTAMINACIÓN DE NAPAS, PROHIBIDO BAÑARSE NI ACERCARSE A LA ORILLA.
la ilustración la hice con inteligencia artificial, la figura del nadador en primer plano no es de alguien real, la escena de fondo es un collage de imágenes diversas superpuestas, aclaro para que puedan publicar la imagen también
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