Canal Noches Inquietantes : Viejo Rancho

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 Hola Noctámbulos seguidores de Noches Inquietantes, hemos creado el siguiente relato espero que lo disfruten.

Autor: Noches Inquietantes,

Era un tiempo de soledad y silencio cuando tomé la decisión de retirarme al viejo rancho familiar en las afueras de la ciudad. Buscaba paz, pero en cambio, me encontré con una pesadilla que jamás hubiera podido imaginar.

La primera noche, el cielo estrellado se vio opacado por un sentimiento de inquietud. Algo en el aire se sentía cargado, como si una tormenta estuviera a punto de desatar su furia. Los animales del rancho, que siempre habían sido dóciles y amigables, ahora me observaban con una intensidad desacostumbrada. Sus miradas no eran de curiosidad, sino más bien de una inteligencia perturbadora, como si algo más estuviera detrás de sus ojos.

Fue en la segunda noche cuando las cosas tomaron un giro aún más oscuro. Los gritos de los animales me sacaron de un sueño intranquilo. Salí precipitadamente de la casa, solo para encontrar a las gallinas corriendo en círculos, golpeándose unas contra otras en un frenesí. Los caballos relinchaban y pateaban sus establos con tal fuerza que temía que la madera cediera.

Pero lo peor vino con los ojos del gato de la granja. Siempre había sido un animal sereno, pero esa noche, sus ojos brillaban con una luz rojiza antinatural. Me miró fijamente y soltó un maullido que más parecía una carcajada malévola que un sonido felino.

Decidí que debía haber algo en el agua o quizás una enfermedad desconocida que los estaba afectando. Intenté acercarme para examinarlos, pero fue en ese momento cuando el gato saltó hacia mí. Lo que vi en ese instante de terror puro me heló la sangre: su cuerpo se contorsionó de maneras imposibles, como si estuviera siendo manipulado por hilos invisibles.

Convencido de que algo sobrenatural estaba ocurriendo, corrí de vuelta a la casa, y ahí pasé la noche, escuchando los aullidos y lamentos de los animales como un coro infernal hasta que los primeros rayos del amanecer disiparon la oscuridad.

Al día siguiente, los animales yacían exhaustos y confundidos. No había señales del espíritu impuro que los había poseído la noche anterior, pero el daño estaba hecho. No podía quedarme después de eso. Algo había despertado en el rancho, una entidad inmunda que había encontrado un nuevo hogar entre los inocentes.

Nunca volví al rancho después de esa noche. Lo vendí y me alejé tanto como pude de aquellos recuerdos. Pero en ocasiones, cuando el cielo nocturno está claro y el viento susurra entre los árboles, puedo escuchar lo que suena como un maullido distante, y sé que el espíritu inmundo todavía ronda, esperando a que alguien más cruce las puertas de ese rancho maldito