Samuel Flores Conrrado. .
Todo comenzó aquella fría y nublada tarde de invierno, cuando regresaba de caza por el bosque, recuerdo que aquella tarde vi un animal a la distancia me extrañé porque era más grande y robusto de lo normal. Aquello no me importó y decidí matarlo, lo que me llevó a seguirlo por el bosque adentrándome en el sin darme cuenta. Cuando apunté con mi arma escuché una voz que me dijo: -“No lo hagas o sufrirás las consecuencias”, asustado miré hacia atrás y no vi nada solo unas huellas algo extrañas. Cuando volví mi cabeza hacia aquel animal, este ya no estaba se había desaparecido sin dejar rastro. Algo nervioso intenté por horas regresar a casa pero no podía y ya iba a anochecer por lo que decidí subir a un árbol pues ahí estaría más seguro. Era de madrugada cuando unos ruidos extraños me despertaron, desde el lugar en que estaba pude ver que algo se acercaba desde la oscuridad, los ojos le brillaban como luces de un automóvil y se le podían escuchar unos quejidos como si intentara hablar agitadamente. De pronto a lo lejos escuché unos disparos y de repente vi que ese gigantesco animal cayó al suelo, luego unos hombres salieron de donde estaban escondidos y uno de ellos celebró diciendo: -“Al fin le hemos dado”. Aquellos hombres no se imaginaban la sorpresa que les esperaba, y lo que yo tuve que ver porque lo peor apenas iba a comenzar, la misteriosa criatura que yacía en el suelo solo era una cría y mientras los hombres celebraran su triunfo algo se acercaba a gran velocidad, ellos al percatarse de esto intentaron huir pero ya era demasiado tarde, de la oscuridad salió una criatura parecida a un venado la diferencia era que esta criatura caminaba en dos patas y medía el triple, los ojos despedían un color rojo como candela y con la boca un ruido ensordecedor. Como pude bajé del árbol con mucho cuidado sin que aquella criatura me viera y decidí escapar de aquel bosque maldito, corrí y corrí hasta que no sentí mis piernas y cuando estaba a punto de desmayarme un sobreviviente de aquella matanza, me subí en sus hombros, él corrió conmigo cargado pero aquella criatura aún estaba por allí, quería asesinarlo mientras jugaba con él, cuando al fin lo alcanzó el hombre me tiró al suelo, la bestia empezó a desmembrar a aquel hombre, yo escuchaba sus gritos de dolor. Me quedé dormido y cuando desperté vi a aquella criatura parada frente a mí, sentí miedo y me corrí hacia atrás y como puede me levanté del suelo, en ese preciso momento yo quería correr salir de allí, pero en mi pensamiento decía: Si lo hago sufriré las consecuencias moriré como esos hombres, esa criatura era muy fuerte media como tres metros, un cuerpo robusto, y gran velocidad. Además con sus grandes dientes podía destrozar todo lo que se llevara a la boca. Entonces una voz de la criatura que parecía una bestia y me dijo, -“Te dejaré vivir solo por el hecho de que no me disparaste” yo caí al suelo y empecé a llorar pero la bestia agregó “Te mostraré la salida con una condición, que no vuelvas nunca más, ni le digas a nadie de todo lo has visto”. Acepté el trato y de inmediato me ayudó a salir del bosque, recuerdo que caminamos por muchas horas mientras tanto pude escuchar un silencio y en mi mete me decía que otros misterios esconde este bosque. Cuando por fin salimos me dirigí a mi cabaña cuando caía la tarde. Todavía estaba asustado y cuando por fin pude abrir la puerta, caí desmayado por el cansancio, me quedé profundamente dormido que no me di cuenta cuando la bestia se fue nuevamente para el bosque, era casi medio día cuando desperté, tenía tanta hambre era hora de almuerzo. Abrí la puerta para buscar algo de comida y para mi sorpresa había un venado muerto, lo recogí y con una parte preparé mi comida del almuerzo y quedó para la cena, estaba tan delicioso que lamia mis dedos. Era algo muy curioso pero desde aquel día todas las semanas había un venado muerto en la puerta de mi cabaña, una tarde pude ver a aquella criatura pasar por el bosque mientras me miraba y luego desaparecía, sentí que me protegía. Cuando caía la noche escuchaba los lamentos de aquellos hombres que murieron, pero también pude sentir que una parte de mí se quedó en aquel lugar. Desde entonces no he vuelto al bosque por miedo de que sea yo la próxima víctima.
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