Una anciana se sienta en un café...
La camarera lleva el menú a la mesa y pide pedido.
La anciana responde:
′′ ¿Cuánto cuesta un pedazo de pastel?"
La camarera responde:
′′ 3 euros ′′
La anciana saca unas monedas del bolsillo, comienza a contar lentamente y luego pregunta de nuevo:
"... ¿y cuánto cuesta la más pequeñita?"
La camarera se pone un poco nerviosa, ya que tenía muchas mesas que servir. Le dijo:
′′ 2 euros ′′
′′ Está bien, entonces con gusto me llevo la más pequeña ", respondió la anciana.
La camarera trajo el pastel y puso la cuenta en la mesa pensando entre sí, ′′ ¡Que viejita tan tacaña! ¡Ya que se vaya!..."
La anciana, comiendo muy lento y con gusto el pastel, se levantó lentamente, puso el dinero sobre la mesa y se fue.
Cuando la camarera fue a limpiar la mesa, se dio cuenta que la anciana le había dejado 1 euro de propina.
La emoción y la sorpresa le sacaron una lágrima.
Se dió la vuelta rápidamente en busca de la anciana para agradecerle.
Era demasiado tarde, se había ido y ya no era visible para su mirada.
Ella se sintió culpable por juzgar tacaña a esa viejita.
La viejita solo tenía 3 euros y se había limitado a buscar una rodaja de pastel de 2 euros para darle una propina.
MORALEJA: Esta historia conmovedora demuestra claramente que no se pueden sacar conclusiones precipitadas. Porque antes de juzgar a alguien debería mirar dentro de sus muros, conocer sus miedos y preocupaciones. Entonces verás lo frágil que es el hombre detrás de la máscara de la apariencia.
¡Grandes lecciones que da la vida!
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