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Situado en la Alta Saboya puede presumir de ser un enclave mágico que merece la pena visitar.
Apenas 40 kilómetros separan la comuna francesa de Annecy de Ginebra, pero no nos llevemos a engaños por muchas casitas de inspiración suiza que veamos en nuestro camino. Annecy es la Venecia alpina, un pintoresco pueblecito que destaca por maravillas como su casco viejo, sus canales navegables y, cómo no, por darle nombre al que dicen que es el lago más limpio del mundo.
Pero hay más y es que Annecy puede presumir, al igual que Venecia, de tener un Carnaval que atrae a turistas de todo el mundo, infinidad de restaurantes gourmet que hacen las delicias de los viajeros más foodies y un castillo medieval que bien podría haber inspirado a la escritora Lucinda Riley cuando escribió su saga de ‘Las 7 hermanas’.
El lago más limpio del mundo
Cuando el explorador llega a Annecy lo primero que descubre es su espectacular lago homónimo, el segundo más grande de Francia y, dicen, que el más limpio del mundo. De origen glaciar (al igual que el lago de Sanabria, situado entre robles y castaños) y formado hace 18.000 años, es punto de encuentro para realizar infinidad de actividades náuticas.
Sus aguas cristalinas reflejan el paisaje circundante, creando un ambiente de paz y serenidad, ideal para cuando se necesitan aclarar las ideas. Es posible alquilar una pequeña embarcación y recorrer el lago, disfrutando de las vistas panorámicas de las montañas y los coquetos pueblos que bordean sus orillas. Así descubrirás de primera mano las influencias suizas en la arquitectura, con esos chalés a orillas de lago. Y si eres más de tierra firme, también existen diferentes playas en las que se puede tomar el sol mientras se disfruta del entorno natural.
Annecy: canales entrelazados y casas de colores
Una vez conquistados por este paisaje natural, llega el momento de adentrarnos en el casco antiguo de Annecy, conocido como la ‘Venecia de los Alpes’. Sus canales entrelazados, sus casas de colores y sus románticos puentes crean una atmósfera mágica que te transportará al pasado en un abrir y cerrar de ojos. Pasear por sus estrechas calles y descubrir encantadoras tiendas de antigüedades, acogedores cafés y restaurantes gourmet en los que desguatar su gastronomía local son planes que harán de tu visita a Annecy algo inolvidable.
Sin lugar a dudas, la fotografía de Annecy por excelencia no es otra que el Palacio de la Isla, una antigua prisión ahora transformada en museo. En sus salas se puede descubrir la historia de la región a través de exposiciones fascinantes, así como conocer artistas emergentes en las muestras temporales. Y resulta imprescindible subir a la terraza del palacio, para disfrutar de una panorámica del lago y los tejados del casco antiguo.
Otro de los imprescindibles de esta ‘Perla de los Alpes’ es su Puente del Amor, un lugar de culto para todos aquellos enamorados que quieren que lo suyo sea eterno. Este encantador puente peatonal, conocido como ‘Le Pont des Amours’ es mucho más que una simple estructura de hierro y madera, ya que se cuenta que aquellos que lo cruzan y besan a su media naranja estarán unidos para siempre.
También resulta imprescindible para el viajero visitar lugares como el espectacular castillo de Annecy. La antigua residencia de los condes de Ginebra y de los duques de Saboya, que data del siglo XII, domina la parte alta de la ciudad como testigo de su historia. Además, es Monumento Nacional y se muestra en todo su esplendor tras varias remodelaciones y restauraciones.
Seguimos recorriendo la capital de la región alpina de Alta Saboya, y descubrimos lugares como la Catedral de San Pedro (construida en el siglo XVI como capilla franciscana) o los Jardines de Europa, un gran parque de estilo inglés con árboles centenarios y unas magníficas vistas al lago.
Y llega el momento de perdernos entre callejuelas y canales para disfrutar de la gastronomía local y sus especialidades culinarias en restaurantes que acogen al viajero con los brazos abiertos y ofrecen productos como quesos, pescados de agua dulce y embutidos.
Debido a la cercanía con Suiza, es habitual encontrar en las cartas de los restaurantes fondues y raclettes, así como tartiflette, plato típico de los Alpes compuesto por queso reblochon, patatas cocidas, cebollas, bacón, crème fraîche, pimienta y vino blanco. Tampoco puede irse el explorador sin degustar la trucha fresca de la región, que normalmente se elabora a la parrilla o con mantequilla de almendras. Y, para los más golosos, es ‘ley’ probar la tarta de arándanos.
A pesar de que Annecy cuenta tan solo con unos 130.000 habitantes, lo cierto es que cuenta con una amplísima e interesante oferta cultural. Destacan, por ejemplo, el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy, que atrae a cineastas y amantes de la animación de todo el mundo o el Carnaval, que convierte este rincón alpino en una Venecia en miniatura.
En resumen, Annecy es un destino que cautiva a todos los que lo visitan. Su belleza natural, su encanto histórico y su ambiente acogedor lo convierten en un lugar mágico al que siempre querrás volver.
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