Somos cada vez más los que dejamos calcetines junto al árbol de Navidad para que Papá Noel deje ahí chuches o regalos. Esto no es porque sí. Existe una preciosa historia turca detrás de esta costumbre.
Hazan Sila y Nor eran tres niñas turcas muy muy pobres que vivían en una humilde casa con su padre.
La noche del 24 de diciembre las tres lloraban porque estaban enamoradas pero no se podrían casar al no tener dinero para la dote (era tradición en Turquía que el padre de la novia diera una dote para el casamiento).
En ese momento pasaba por allí el obispo de aquella región: Nicolás (al que después todos comenzarían a llamar Santa Claus por su enorme bondad. Posteriormente Coca Cola le otorgó el atuendo del actual Papá Noel vistiéndolo de rojo).
Más tarde esa Nochebuena Nicolás aprovechó que la chimenea estaba apagada para colarse por allí. Vio los calcetines de las muchachas y las llenó de monedas de oro. Las chicas al despertarse el día de Navidad no se lo podían creer… ¡tenían dinero suficiente para casarse!
Santa Claus comprobó la felicidad que había originado y decidió que dejaría regalos en la noche de Navidad a las familias más necesitadas. En nuestros días continuamos dejando los calcetines en la chimenea; y si no tenemos en el árbol de Navidad. Con estas leyendas de Navidad hemos descubierto el por qué de esta costumbre.
Créditos a quien corresponda
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