Canal España fascinante
Dos mil años dan para mucho. Lo que fue un punto de intensa actividad humana ha llegado al presente como un lugar donde la historia y la naturaleza agreste se dan la mano. Nos acercamos a la más espectacular de las canteras romanas de la antigua Tarraco, la ‘ciudad triunfal’ que llegó a ser capital de la Hispania Citerior.
La Cantera del Mèdol, semilla de la antigua Tarraco
La antigua colonia precisó de ingentes cantidades de piedra para dar forma a los monumentos que hoy día son Patrimonio de la Humanidad. De la Cantera del Mèdol salieron más de 50 000 metros cúbicos de piedra calcárea, destinada a numerosas construcciones de la Tarragona romana, que lucieron el característico color dorado de este increíble lugar.
La cantera se encuentra a unos 9 kilómetros de la ciudad de Tarragona, y estuvo en uso desde época republicana hasta más allá del Imperio. En época medieval sirvió para erigir grandes construcciones como la Catedral de Santa Tecla. Se sabe que los bloques de piedra se transportaban en carro por la cercana Vía Augusta, cuyo trazado coincide hoy con la actual autopista, o en ocasiones utilizando alguna embarcación.
Un escenario donde nada es lo que parece
Al visitar la milenaria Cantera del Mèdol, parece que nos topemos con acantilados. Efectivamente, se levantan frente a nosotros singulares paredes de roca de hasta 12 metros. Sus extrañas formas escalonadas recuerdan a alguna vetusta muralla, algún escenario postapocalíptico. Pero la realidad es muy distinta: nos hallamos en un enorme agujero. El conocido como Clot («hoyo») del Mèdol es el resultado de vaciar durante siglos el lecho de roca, hasta alcanzar más de 200 metros de largo y una anchura de entre 10 y 40 metros.
Esta depresión artificial del terreno ha dado lugar, incluso, a un microclima particular que ha favorecido la proliferación de especies vegetales distintas de las del entorno, por las condiciones únicas de sombra y humedad. Otro rasgo sorprendente es que este rincón formó parte, hace millones de años, del fondo marino. Como testimonio de ese pasado remoto han quedado multitud de fósiles integrados en las rocas, como crustáceos y otras especies extintas, que hoy se reparten entre la cantera y los edificios que de ella salieron.
La condición de escenario no se refiere solo a la historia o a los encantos naturales. Las notables cualidades acústicas del «Clot» han propiciado que algunos músicos lo utilizaran como una sorprendente sala para conciertos. En los años de la II República, artistas tan destacados como Pau Casals, que era de la vecina localidad de El Vendrell, dirigieron conciertos entre estas alucinantes paredes rocosas.
La intrigante aguja de piedra de la Cantera del Mèdol
El elemento que llama la atención en la Cantera del Mèdol, incluso más que los impresionantes muros calcáreos, es la enorme columna pétrea que se alza hasta los 16 metros. Igual que su entorno, la enorme aguja es fruto del vaciado, por lo que su extremo superior marca el nivel original del suelo, dos milenios atrás. Pero ¿por qué dejaron ese extraño obelisco?
Una de las explicaciones más plausibles es que la aguja cumplía el mismo cometido que otras columnas testigo conservadas en muchas canteras. Esta función no era otra que la de medir la cantidad de piedra extraída. Sin embargo, también se baraja la posibilidad de que pudiera tratarse de un gran reloj de sol, del estilo del que se construyó en el Campo de Marte de Roma por orden de Augusto. En cualquier caso, es un ingrediente clave de la curiosa teatralidad del lugar, obra del ser humano y de la naturaleza a partes iguales.
Visitar El Mèdol
La Cantera del Mèdol es un monumento al aire libre, por lo que está abierto en todo momento. Con todo, es un bien cultural protegido desde 1931, ligado al conjunto romano de Tarraco que forma parte de la lista de la Unesco. Como tal, lo gestiona el Museo de Historia de Tarragona, y en los últimos años se han llevado a cabo acciones de conservación e introducido mejoras como el centro de interpretación.
Para verla de cerca, a la cantera se puede acceder tanto desde la carretera nacional 340 como desde la autopista AP-7, a la altura de La Mora. Existen áreas muy cercanas donde aparcar, aunque también se puede llegar paseando desde otros puntos interesantes. En este sentido, hay lugares cercanos como Altafulla o la ruta de castillos del río Gaià que pueden dar forma a una ruta de lo más fascinante.
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