Un edificio de cristal de los años 70 oculta el pasado de un rincón muy oscuro de la capital catalana
Enric Sagnier es, tal vez, el arquitecto que más edificios ha diseñado en la ciudad de Barcelona. De estilo cambiante, tiene obras clásicas, barrocas y hasta con toques modernistas. Dos ejemplos lo demuestran: El Templo Sagrado del Corazón de Jesús, o lo que es lo mismo, la iglesia del Tibidabo, y otro edificio que está a los pies del viejo tranvía azul la Torre Andreu, la antigua Rotonda situada al inicio de la avenida que asciende al funicular.
Todas ellas tienen una gran historia detrás, pero en esta ocasión vamos a centrarnos en otra construcción que pasa más desapercibida para cualquier barcelonés y turista de la ciudad y que esconde un pasado oscuro. Tal vez, por esa razón, de ella sólo quedan el recuerdo, los planos y las fotos antiguas. Hablamos del palacete Parellada i Pallàs.
Un palacio para nobles
La construcción de este edificio empezó en la avenida Argüelles, o lo que es lo mismo, la actual Diagonal de Barcelona, entre las calles Tuset y Aribau. Era 1915 cuando el arquitecto le presentó el proyecto a Enric Parellada i Pallàs, uno de los fundadores de la primera telefónica de España, la Compañía Peninsular de Teléfonos, le propuso hacer un palacete para él y su familia.
Dicho y hecho. En cuestión de dos años, en 1917, la obra ya estaba en pie. Un edificio de estilo neoclásico con tres plantas y un enorme jardín que se extendía hasta la calle Moià, la de atrás, lucía imponente a la entrada de Barcelona.
La llegada de la guerra
La vivienda de los Parellada era enorme. Eran tres plantas, o dos y media. Constaba de la, planta baja, una planta superior, que era la principal, y un semisótano en medio. Todo ello y un desván sólo para la familia.
Fueron unos buenos años en ese palacete, que en poco tiempo perdería su esplendor. O, como mínimo, se empezaría a llenar de oscuridad. El azote de la Guerra Civil dejó tocada a la familia, la zona empezó a cambiar y en 1942 abandonaron el lugar.
Cuartel del nazismo
La casa familiar quedó poco tiempo vacía. Con la II Guerra Mundial en ebullición y con Alemania en busca de aliados, la España franquista era el lugar ideal. El gobierno alemán adquirió el edificio y lo convirtió en la nueva sede del Instituto Alemán de Cultura.
Desde allí, el nazismo vio la posibilidad de difundir su ideología supremacista por Barcelona. Ofrecían cursos de todo tipo, organizaban actividades y, con ello, esparcían el odio. Se convirtió, como dicen algunos, en la casa del Tercer Reich.
Ingleses, bancos y destrucción
Por suerte esa época duró poco. La aplastante victoria de los aliados sobre Alemania hirió de muerte a la ideología nazi y, sobre todo, dejó al país sin apenas recursos. Un hecho que aprovecharon los británicos para comprar el palacete y convertirlo en sede del British Council de Barcelona.
De finales de 1945 a 1968 allí se difundió la cultura británica y daban clases de inglés, antes de trasladarse a otro punto de la ciudad. Fue entonces cuando la Caixa de Ahorros y Monte de Piedad de Barcelona se hizo con el inmueble. Y lo destruyó.
Un pasado tapado
En 1972, el diseño del arquitecto Xavier Busquets i Sindreu cambió el estilo neoclásico del palacete por un edificio más alto con una fachada de cristal, muy de moda para la época. Un bloque de oficinas que todavía sigue en pie a día de hoy.
Adquirida ahora por la Caixa, la sede del Monte de Piedad se desplazó a otro lugar y ahora, en su planta baja, luce unas enormes oficinas de esta entidad bancaria. Una historia oscura y curiosa para dos nombres de postín que Barcelona ha querido tapar, como el edificio de la Caixa al palacete.
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