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Si existe vida después de la muerte, ojalá sea aquí.
Sicilia es la isla más grande de Italia, y tiene argumentos de sobra para ser también la más famosa. Palermo, la bulliciosa capital, es deslumbrante. Taormina, la antigua ciudad griega, quita el aliento. Y tenemos el Etna, el volcán más icónico y alto de Europa. Esta tierra es historia pura, belleza en estado natural. Eternidad hecha tierra, bosque, mar, viento.
Pero es en las costas del noroeste de Sicilia, apacibles durante todo el año, donde una playa destaca sobre el resto: Scopello, puerta de entrada a la Reserva Natural de Zingaro. Sicilia siempre es buena idea y Scopello no puede faltar en tu itinerario.
Belleza natural imperturbable
Scopello es una caricia del mar Mediterráneo. Arena dorada, agua cristalina y viento suave: los clichés de cualquier playa idílica que se precie aquí se cumplen con creces. Hasta el borde del mar llegan los acantilados y ahí mismo se esconde una antigua tonnara, almadraba de pesca que fue el corazón de la economía local, donde los pescadores sacaban atunes y luchaban contra las corrientes desde el siglo XIII.
Poco más allá, la Reserva Natural de Zingaro, protegida desde 1981, es un santuario de Sicilia. Más de 1500 hectáreas que son refugio de más de 600 especies de plantas, entre ellas la palmera enana, endémica de la isla. También conviven aquí 39 especies de aves, como el halcón peregrino y el águila de Bonelli. Junto a aves marinas como la pardela cenicienta y el paiño.
Gastronomía siciliana
El mejor ejemplo: el cous cous de pescado, una especialidad culinaria única de la región de Scopello, que combina la influencia árabe con los productos frescos del mar siciliano. Las influencias griegas y normandas también destacan entre los sabores de la gastronomía siciliana. Arancini rellenos de risotto, ragú: carne especiada con guisantes o cannoli relleno de ricota: una delicia que recuerda a la película del padrino: “leave the gun, take the cannoli”. También se deben probar las caponatas de berenjena y la pasta con pesto trapanese. Para rematar: cassata siciliana y granizado de limón.
Después de esta copiosa comida, el descanso y la serenidad están garantizados. La experiencia en el paraíso siciliano puede terminar, pero nunca se olvida.
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