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El corazón de Europa late con la complejidad mecánica de sus relojes astronómicos. En Chequia se encuentra el reloj más famoso del mundo, el Orloj de Praga, pero en un país fascinante donde la historia, la naturaleza y la gastronomía van siempre de la mano no podían faltar en su muñeca los relojes que pusieron hora a las crónicas del país. Obras de arte que fusionan belleza y precisión. El ayer y el hoy de un país minuto a minuto.
Reloj astronómico de Praga
En el antiguo Ayuntamiento de la Ciudad Vieja se encuentra el reloj astronómico más antiguo, el más fotografiado y el más complejo del mundo. Una obra maestra de la ingeniería medieval. Hasta 1962 se pensó que fue creado por el maestro Hanus z Roze, a quien la leyenda dice que dejaron ciego para que jamás pudiera hacer otro igual. Sin embargo, aquel año se descubrió que hubo un primer autor en 1410, Mikulas de Kadan, siguiendo el proyecto de Jan Sindel. Muestra la posición del Sol y la Luna, los meses del año, los signos del Zodiaco, los días de la semana... Además, incluye el sistema de numeración babilónico, el santoral y las figuras de los doce apóstoles que desfilan cada hora. A ambos lados, la Muerte, la Avaricia, la Vanidad y la Lujuria. Es símbolo de la ciudad y puede verse en acción desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche.
Reloj astronómico y comunista de Olomouc
En Olomouc, la preciosa ciudad de Moravia, había un reloj astronómico del siglo XV, pero fue destrozado en la Segunda Guerra Mundial y se restauró en la época comunista. La originalidad es que ahora los protagonistas de este gran reloj y mosaico son obreros, deportistas, científicos y campesinos como manera de honrar los logros del comunismo y un homenaje al trabajo. También lleva escrito el nombre de Stalin y su fecha de cumpleaños. Se encuentra en el Ayuntamiento y sus figuras bailan a las 12 de la mañana.
Reloj de Brno
En la bellísima ciudad de Brno, al sur de Olomouc, se instaló en 2010 un reloj con forma de gigantesca bala en recuerdo al asedio sueco que sufrió la ciudad en el siglo XVII. Los suecos juraron retirarse si no conseguían entrar antes del mediodía, pero los habitantes se enteraron de la promesa e hicieron sonar el reloj a las 11 de la mañana, logrando así la retirada sueca. El Brnensky orloj está en plaza Namesti Svobody, tiene seis metros de altura, está elaborado con granito negro y es el símbolo del centro de la ciudad de Brno. Suena todos los días a las 11 de la mañana, hora en la que una canica aparece por una de las tres hendiduras que tiene en la parte inferior. Si tienes la suerte de conseguirla, será el mejor recuerdo de la ciudad y pronóstico de buen augurio.
Reloj del lúpulo en Zatec
Ubicado en Bohemia del Norte, muestra las labores que se hacen mes a mes con el lúpulo, cultivo vinculado a la zona desde hace más de 700 años. La Unesco acaba de incluir el casco viejo de la ciudad y sus campos de lúpulo en la lista del Patrimonio de la Humanidad por su gran valor paisajístico, cultural y económico. El reloj del lúpulo, en la fachada del Museo del Lúpulo, combina la ingeniería con el arte y la fuerte tradición cervecera de la zona. Se construyó a mediados del siglo XX y muestra los signos del Zodiaco, las fases lunares, la posición del Sol y el ciclo anual del cultivo del lúpulo.
Reloj astronómico de Ostrava
La Ciudad de los Teatros dedicó en 2011 un reloj astronómico a los cuentos de hadas junto al Teatro de Marionetas. Al ritmo de una alegre melodía, seis figuras talladas en madera bailan cada hora. Un arlequín emparejado con la Muerte, el rey junto a la reina y el demonio con el ángel. En la parte superior una gran esfera representa las constelaciones que se van iluminando al ritmo de la música. Seguramente es el reloj más desconocido del país y por ello uno de los más curiosos.
Reloj de Zasova
Aun no siendo puramente astronómico, el reloj de Zasova, localidad situada a una hora al sur de Ostrava, es otra curiosidad de Chequia. También dedicado a los niños, este reloj tallado en madera abre sus ventanas a las 10, a las 15 y a las 18 horas para mostrar personajes de cuentos infantiles checos e internacionales, como el Gato con Botas. Su autor, el maestro carpintero Spaner, invirtió más de 1.700 horas en darle forma.
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