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Caminar bajo árboles de los que no brotan hojas sino figuras de cristal, entre hortensias de vidrio, setas gigantes, flamencos danzarines o pulpos que emergen de la tierra es posible gracias a los maestros Jiri Pacinek y David Sobotka. Curiosos nombres propios a los que no estamos acostumbrados porque hemos volado hasta la Bohemia del Norte. Kunratice u Cvikova, en las montañas Lusacias de la República Checa, es un pequeño pueblo de los Sudetes occidentales, donde desde el siglo XIII la manufactura del vidrio pasó de ser un trabajo más a convertirse en el icono de todo un país. Y en este lugar existe un jardín de cuento, único en Europa y donde cada pieza exclusiva está a la venta. Un jardín tan vivo como la creatividad de los maestros cristaleros que lo idearon y sudan la gota soplando cristal a las puertas de un horno. Un jardín síntesis del ADN checo, artesanía y tradición, ingenio y vanguardia.
Es este un jardín de cuento único en Europa y donde cada pieza exclusiva está a la venta
El Valle de Cristal
Una receta casi secreta ha convertido Bohemia del Norte en el reino del cristal más deseado del mundo. Cuatro ingredientes sabiamente utilizados y las manos de maestros cristaleros a lo largo de los siglos han conseguido la fama universal que merece El Cristal de Bohemia. Arena, sodio, potasio y calcio, derretidos a 1.400 grados, moldeados en tallas de madera de haya, horneados y pacientemente esculpidos son su secreto. Lo que no es casualidad es el entorno, tierra arenisca, hayedos y mucha agua, como condimento esencial para cerrar el ciclo. Los siglos XVII y XVIII fueron los siglos de oro para Bohemia, cuando reyes y nobles de toda Europa anhelaban las piezas que salían de sus hornos. Hoy en día, a pesar de empezar a escasear los maestros vidrieros, el Valle del Cristal continúa demostrando que en Europa nadie les aventaja. Un Valle que es también paraíso, el llamado Paraíso de Bohemia, donde la geología hizo un trabajo tan minucioso como la talla del cristal.
Moldes de madera de haya
Hace millones de años los volcanes vomitaron vida y dejaron un terreno basáltico, arenisco y fértil. Los hayedos, en esta época de plenitud anaranjada, cuando sus hojas están a punto de morir, hablan de vida y son esenciales también en el proceso de creación del vidrio, ya que los moldes han de ser de madera de haya por su dureza y resistencia al calor extremo. Un dato: cada molde solo puede ser utilizado 140 veces, antes de acabar carbonizado por completo. Todo ello en un entorno de paisajes majestuosos con nombres sugerentes que cumplen lo que prometen: Paraíso de Bohemia, Montañas Gigantes, Geoparque de la Unesco o Ciudades de Roca. Es el Valle del Cristal, el “World of Wonders” lo llaman, no en vano en este rincón centroeuropeo la naturaleza, siempre caprichosa, fue de deseos detonante.
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