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La ciudad de Roma es famosa mundialmente por sus espectaculares monumentos y atractivos turísticos que representan a la perfección el arte y la belleza italiana. Pasear por sus calles es como recorrer una película romántica en la que mires donde mires hay impresionantes edificios, llamativos monumentos y cuidadas esculturas.
Quién no ha soñado alguna vez con darse la vuelta y lanzar una moneda a la Fontana di Trevi pidiendo un deseo, o con admirar la impresionante bóveda de la Capilla Sixtina. Está claro que Roma es un paraíso que todo el mundo querría conocer y que muchos afortunados han podido disfrutar de sus calles empedradas, pero lo que muchos no saben es que esconde un secreto que deja sin palabras a todo el que lo descubre.
Roma es una ciudad con miles de años de historia y que destaca por sus históricas civilizaciones y el rastro de ellas que todavía se aprecia en sus calles. Pero lo que realmente impresiona es lo que hay debajo de Roma. No toda su belleza se encuentra en la superficie, bajo las calles de esta ciudad italiana hay una gran cantidad de enclaves únicos prácticamente desconocidos. Si levantamos por completo las capas superficiales de la Ciudad Eterna, encontraremos otra Roma completamente diferente, llena de maravillas históricas y perfecta para conocer la historia y el pasado enterrado sobre el suelo que pisamos cuando la visitamos.
La Basílica de San Clemente
Roma cuenta con un sinfín de iglesias y templos impresionantes que cada año visitan miles de personas. Pero debajo de ellas, en las profundidades de la ciudad, encontramos una iglesia romana de lo más fascinante. Se trata de la Basílica de San Clemente, un enclave que a primera vista parece normal, pero que a medida que bajas sus interminables escaleras te permite viajar al pasado y descubrir una iglesia del siglo IV decorada con frescos medievales. Además, si continúas recorriendo esta maravilla histórica encontrarás un Mitreo, un antiguo templo de culto al dios solar Mitra.
Las catacumbas de San Calisto
Este impresionante entramado de túneles subterráneos de más de 15 hectáreas enclavadas a más de 20 metros de profundidad tienen su origen en el siglo II, cuando se crearon para convertirse en el hogar de descanso tras la muerte de diferentes papas, cristianos y mártires. Las catacumbas de San Calisto fueron en su momento el cementerio más importante de la Iglesia romana. Están ubicadas entre la Basílica de San Sebastián y la iglesia del Quo Vadis y encima de ellas se alzan dos basílicas de gran relevancia para la cultura eclesiástica de Roma.
La inmensidad de estos túneles subterráneos que recorren Roma por debajo da lugar a un cementerio impresionante dividido en diferentes áreas como San Milcíades, Occidental, Liberiana y de los Papas y de Santa Cecilia. Todos ellos ordenados cronológicamente según la antigüedad y magnitud de sus criptas. Recorrer sus pasadizos es como hacer un viaje en el tiempo que logrará que te olvides de que estás paseando por Roma.
Vicus Caprarius, la ciudad del agua
Solamente el centro histórico de Roma cuenta con más de 200 fuentes de agua potable que decoran sus calles y refrescan los días calurosos. Esto nos hace pensar que bajo su superficie habrá todo un entramado de tuberías y manantiales, pero es mucho más. Durante las obras de remodelación y mejora del popular Cine Trevi aproximadamente en el año 2000, se descubrió un gran camino subterráneo con imponentes estructuras y edificaciones antiguas.
Se trata de Vicus Caprarius o Ciudad del Agua, una vía que recorre el subsuelo del mítico barrio de Trevi y que sorprende por sus grandes restos de la época imperial, pero sobre todo por ser el hogar del Acueducto Virgo que abastecía a Roma. Allí también encontraron elementos artísticos como la escultura griega del busto de Alessandro Helio. Sus nueve metros de profundidad lo convierten en un enclave único que todo el mundo debería descubrir en su visita a Roma.
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