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Esta ciudad milenaria se presenta como una oportunidad para conocer la historia de esta zona del mundo y que cuenta con monumentos patrimonio de la Unesco en sus calles, que la han convertido en uno de los destinos más populares del país.
Hablar de Corea es hablar, en muchas ocasiones, de modernidad. Se trata de un país joven, fundado en 1947 tras un largo periodo de ocupación extranjera. Los vaivenes históricos de imperios colindantes -primero Mongolia, al que siguieron Japón, Rusia y Estados Unido- han hecho de este estado uno que prefiere escapar hacia delante, centrándose en el desarrollo tecnológico y cultural que queda demostrada en Seúl, una ciudad de casi 10 millones de habitantes en la que sus templos milenarios comparten vecindad con rascacielos de tecnológicas y otras empresas internacionales, comuna oferta cultura y de ocio que la han convertido en uno de los destinos más atractivos de los últimos años.
No pasó mucho tiempo para que esa fascinación que creó el K-pop y los dramas coreanos hiciera desarrollar a los fanáticos una verdadera curiosidad por este lugar, convirtiendo a Corea del Sur en el país asiático de moda. Con el tiempo, el interés les llevó a descubrir una historia milenaria cargada de tradiciones, historias, relatos y leyendas de las cuales nació esta fascinante - y por momentos sombría- del país al que el Banco Mundial se refirió como “el milagro económico del este asiático”. Esta cultura milenaria se refleja en Gyeongju, una pequeña ciudad en el sudeste del país que es conocida como “el museo sin paredes”.
Entender y vivir la historia de Corea
Lejos quedan los barrios de calles ilimitadas y los neones omnipresentes en la noche de Seúl. Porque sí que es verdad que Gyeongju se transita también por calles y ponen carteles de neón sus puertas, pero con una escala que la hace completamente diferente. Se trata de una ciudad pequeña para los estándares coreanos, de casi 270.000 habitantes y ubicada a 355 kilómetros de la capital -lo que es como ir de Madrid a Valencia-, además de la capital del antiguo imperio que reinó sobre la península hace más de dos milenios.
Se trata del Reino de Silla, que desde el siglo VII abarcaba casi toda la península y que ha dejado un legado cultural en forma de templos y construcciones milenarias que es, desde el año 2000, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La mayor parte de estos enclaves se encuentran contenidos en el interior del parque nacional de Gyeongju, así como en el interior de la ciudad, lo que le ha valido el sobrenombre de “el museo sin paredes”.
Destaca el templo de Bulguksa, uno de los siete tesoros nacionales de Corea, considerado como una obra maestra de la edad de oro del arte budista. También destaca la gruta budista de Seokguram, con una impresionante estatua de buda en su interior y que, junto con Bulguksa, se convirtió en Patrimonio de la Humanidad en 1995.
El budismo estaba implantado en el lugar desde el año 527 por el rey Beopheung, aunque ya era una religión practicada en el país hace más de un siglo. Con la unificación del reino en el año 676 la religión tuvo menos importancia en la política, pues los gobernantes quisieron implantar el confucianismo chino como estrategia de gobernanza de un estado tan grande. No obstante, el budismo siguió contando con un amplio número de seguidores en la sociedad coreana de la época, lo que se vé reflejado en la gran cantidad de monumentos budistas de la ciudad de Gyeongju.
La tradición religiosa del lugar también ha dejado una gran cantidad de monumentos funerarios a los que el apelativo impresionantes no les llega a hacer justicia. Son enclaves como la tumba de Geumgwanchong, también conocida como “la tumba de la corona dorada”, que es un verdadero viaje por las diferentes etapas de la historia del lugar. Este se encuentra en el Tumuli Park, el complejo funerario al aire libre que es además perfecto para las fotos del viaje. Cuenta con hasta 23 túmulos funerarios, entre los que destaca la tumba de King Michu, la Hwangnamdaechong Tomb o ya mencionada tumba de la corona dorada.
Organiza tu ruta: dos días en Gyeongju
La visita a este lugar suele ser un complemento de otros lugares que se visitan durante una ruta por Corea del Sur, lo que ha llevado a popularizar itinerarios para no perderte lo más importante. El trayecto desde la capital en tren dura apenas 2 horas, lo que hace del lugar un sitio en el que se puede pasar el día y volver a la Seúl para pasar la noche. Sin embargo, lo más recomendable es reservar una habitación, que puedes encontrar por menos de 30 euros en temporada baja.
Más allá de los templos, hay un puñado de lugares que son de visita obligatoria, como el puente Woljeonggyo, que en su origen era de 60 km de largo, aunque mantiene su monumentalidad e impresiona por el color vivo de sus columnas, travesaños ornamentados y arquitectura tradicional.
Otro lugar que no te querrás perder es el observatorio más antiguo de Asia, construido con 362 piedras en representación de los días del calendario lunar.
Para acabar la jornada nos espera uno de los lugares más especiales para ver el atardecer: Anapji Pond. Se trata de un pequeño complejo en el que se encuentran los restos arquitectónicos del palacio Banwolseong y que cuenta con un estanque artificial construido en el siglo VII por el rey Munmu. Todo ello envuelto de unos jardines de ensueño que llenan el panorama de color con el cambio de estación.
Por último, sumérgete en la gastronomía local con una visita al mercado Seongdong, en el que se pueden encontrar una gran variedad de frutas, verduras y productos del mar. También es un lugar perfecto para probar la comida callejera coreana en alguno de sus puestos o permítete un capricho en alguno de sus restaurantes de estilo bufet, situados en su área cubierta.
Todo lo anterior es solo una pequeña muestra de todo lo que hay que hacer en este lugar, para el que dos días es suficiente para visitarlo, pero no para recorrerlo entero -el que avisa no es traidor-. Lo ideal sería volver en otro viaje. Uno en el que ya se deje atrás la Corea del K-Pop y los salones de videojuegos para sumergirnos de lleno en su historia. Porque para esto último, sin duda Gyeongju es el lugar perfecto.
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