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En medio de las dunas del desierto del Pacífico, emerge Huacachina, un pueblo que parece fruto de una ensoñación.
En el corazón del árido desierto del Pacífico (que recorre desde el océano Pacífico hasta la cordillera de los Andes, pasando por Chile y Perú) aparece majestuoso el oasis de Huacachina, un vergel situado a pocos kilómetros de la ciudad peruana de Ica. Este lugar, que parece sacado de una película de Disney, es conocido por sus aguas esmeraldas y paisajes de ensueño, pero, además, encierra leyendas, aventura y un interesante pasado a sus espaldas que lo convierten en un destino fascinante.
Orígenes y leyendas de Huacachina
El nombre de Huacachina proviene del quechua y significa ‘la mujer que llora’. Es poner un pie en esta parte del desierto de Atacama y lo primero que llega a oídos del viajero es la leyenda más famosa del lugar, que cuenta que el oasis se formó cuando una princesa andina lloraba desconsolada por la muerte de su amado. Sus lágrimas dieron origen a la laguna y, al ser descubierta, la princesa se sumergió en el agua y se transformó en sirena. Los locales aseguran que, a día de hoy, en las noches de luna llena, se puede escuchar su canto desde las profundidades de la laguna.
La laguna de Huacachina se formó gracias a un río subterráneo, pero en los últimos años ha perdido capacidad. En el pasado se les atribuían propiedades curativas, ya que sus aguas eran ricas en sustancias sulfurosas; por ello, se construyó en la década de los 60 uno de los balnearios más exclusivos del país andino. Mucho ha llovido desde entonces (no tanto en Huacachina), pero en la actualidad no se recomienda el baño. Sin embargo, sigue siendo un destino muy demandado gracias a los restaurantes, hoteles y el hermoso malecón que se encuentra rodeado de un paisaje fascinante.
Aventura en las dunas: lo mejor de Huacachina
Huacachina no es solo un oasis en el que relajarse; también es un destino ideal para los aventureros. Las dunas de arena que rodean el pueblo son el escenario perfecto para actividades cargadas de adrenalina como el sandboarding o los paseos en buggies.
Si has practicado alguna vez snowboarding, el sandboarding es bastante similar, pero, en vez de surfear olas, te deslizarás por las dunas infinitas. Lo mejor de esta actividad es que no se necesitan grandes nociones teóricas y es apta para todos los públicos. Otra opción es descubrir el entorno a bordo de un buggy. En este caso, un conductor experto te guiará a toda velocidad por las dunas para que puedas captar la esencia de Huacachina desde todos los ángulos posibles.
No todo es adrenalina en este paraíso, puesto que Huacachina también es un destino ideal para quienes practican yoga. De hecho, es común ver grupos de viajeros reunidos al amanecer o al atardecer, participando en sesiones de meditación, mientras el sol baña las dunas de una mágica luz dorada. La tranquilidad del oasis y la energía del desierto crean el ambiente perfecto para encontrar la paz interior.
Un paisaje de postal que puede rematarse con uno de los mejores atardeceres del mundo para los amantes de la opacarofilia. Y es que, contemplar la puesta de sol desde lo alto de las dunas pasa a convertirse en una experiencia que roza el misticismo.
Turismo sostenible y conservación
En Huacachina siempre hay viajeros, puesto que se ha convertido en un destino cada vez más popular. Ahora bien, la mejor temporada para visitar este oasis es entre los meses de febrero y marzo, cuando los árboles (palmeras, eucaliptos y huarangos) despliegan su verdor y ofrecen un contrapunto único al marrón o dorado de las dunas que lo inunda todo.
Este paraíso, como muchos otros en nuestro planeta, corre el riesgo de desaparecer si no se pone remedio debido al cambio climático. Pero tenemos buenas noticias, ya que, en los últimos años, tanto los residentes como las autoridades locales han trabajado para implementar medidas de conservación que incluyan el uso de agua subterránea de manera controlada y la limitación de vehículos motorizados en las dunas. También se está llevando a cabo una importante tarea de concienciación social y en muchas excursiones se incluye información sobre la flora y fauna local.
Huacachina se encuentra a unos 5 kilómetros de Ica y a unas 5 horas en coche desde Lima (aquí te dejamos 7 paradas imprescindibles si visitas la capital peruana). Y, si se quieren evitar multitudes, lo mejor es descubrir este edén entre semana, puesto que los fines de semana, este pequeño pueblo perdido en medio del desierto de Atacama se llena de viajeros.
En definitiva, Huacachina es un destino que combina historia, aventura, y descanso, un lugar donde cada explorador puede encontrar lo necesario para conectar de una forma magistral con la naturaleza y con la belleza de Perú. Su laguna esmeralda y sus gigantescas dunas ofrecen un paisaje surrealista que parece sacado de un sueño, mientras que su leyenda nos sumerge de lleno en la cultura peruana.
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