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Zaragoza es una provincia de España con una belleza incalculable. En ella, destacan el espectacular casco antiguod e Tarazona, que está declarado Conjunto Histórico-Artístico, o el estilo mudéjar tan característico de Calatayud, pero también otros lugares como Daroca. Situado en el centro del valle del Jiloca, en pleno Sistema Ibérico, encontramos este fabuloso municipio vigilado por los restos de un antiguo castillo.
Considerada una de las localidades más bellas de Aragón, este territorio zaragozano está fuertemente amurallado. En su día fue uno de los recintos amurallados más extensos de esta comunidad, con más cuatro kilómetros de largo en los que se disponían 116 torreones, de los cuales 14 de ellos eran de gran tamaño. De hecho, llegó a ser una de las más grandes de nuestro país, por detrás de las de Ávila y Lugo.
La ruta por las murallas de Daroca
El recinto de este pueblo surgió de la mano de los musulmanes cuando estuvieron presentes en la Península Ibérica. Sus murallas englobaban el actual castillo Mayor y ascendía por el cerro de San Cristóbal para después descender por el actual muro de los Tres Guitarros cortando los barrancos de la Granjera y Valcaliente para enlazar con la base del castillo. Fue en 1142, cuando el municipio ya era cristiano, cuando creció y se tuvo que ampliar el recinto en su interior y se crearon nuevos barrios en el exterior de la ciudad musulmana.
En la visita al recinto amurallado de Daroca se debe seguir un itinerario que comienza en la Puerta Baja y asciende por el cerro de San Cristóbal. Esta puerta es una de las entradas más imponentes de nuestro país debido a su extensión y los enormes torreones que flanquean un arco de gran anchura. Por otro lado, la Puerta Alta data del siglo XVI y se construyó como sustitución a otra anterior. La ruta para ver las murallas tiene una duración de unas dos horas aproximadamente, mientras que la visita al castillo puede durar 45 minutos.
Otro de los lugares importantes de Daroca es la colegiata de Santa María. En su interior encontramos una gran riqueza ornamental, por ejemplo, el baldaquino del alta mayor que está dedicado a la Asunción y también el órgano del siglo XIV.
Por su parte, los templos de San Juan y Santo Domingo guardan también una particularidad. Se empezaron a construir en el siglo XII siguiendo el estilo románico y se terminaron en el XIII con técnicas más mudéjares. Esto les has convertido en una referencia de la transición entre estos dos estilos arquitectónicos. La iglesia de San Miguel también sigue el románico con unos muros de sillería sólidos. En las paredes del interior del ábside encontramos unas bellas pinturas góticas.
El Museo de los Corporales, situado en la colegiata de Santa María, el Museo Comarcal y el Museo de la Pastelería, son otros de los lugares que en los que se debe hacer una parada obligatoria. Además, de sus murallas, museo y templos, debemos descubrir la Fuente de los 20 caños. Data del siglo XVII y se encuentra junto a la Puerta Baja.
Los edificios como la Casa de los Lunas, un palacio del siglo XIV con decoración mudéjar, la Casa Diablo o el convento de los Trinitarios, también forman parte de la historia de este majestuoso municipio zaragozano.
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