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Más allá de su esplendoroso centro nos encontramos con barrios que definen la auténtica personalidad de Viena: street art, diseño y lugares que desafían a la imaginación. Estos son los lugares que no pueden faltar en tu itinerario por la ciudad.
Existe una Viena imperial, la que todos ansiamos conocer: la de la huella de Sissí y José Francisco, la de la grandiosa arquitectura, la de los grandes museos y la que ha cautivado al mundo durante decenas de años. Pero, más allá de su esplendoroso centro al que no le faltan atractivos, existen otros barrios de la ciudad que reclaman su protagonismo. Lugares que nos cuentan la historia de una Viena multicultural, con fértiles parques donde predomina el verde y con lugares que definen a la perfección lo que es la ciudad más allá de la tarta Sächer y sus palacios.
Conocer Viena es, también, conocer la disposición de sus 23 distritos. El 1 es el que todos tenemos en el imaginario: el centro, que fue hasta el siglo XIX el único espacio de vida de los vieneses. No sería hasta el 1850 cuando se añadieron los distritos del 2 al 9, y en 1900 del 10 al 22. El 23 no llegaría hasta que la ciudad alcanzó los 2 millones de habitantes. Todos ellos se disponen en una forma de círculos concéntricos que rodean al centro, ofreciendo diversas visiones de una ciudad que merece ser descubierta. Nos perdemos por los distritos 2, 4 y 7 para demostrarte que esta es una de las ciudades más bonitas y auténticas del mundo.
Leopoldstadt: el epicentro de la diversión
El distrito 2 de Viena es, también, uno de los más increíbles. Considerado uno de los barrios de moda de la ciudad, es una zona en la que conviven los jóvenes recién llegados con los vecinos de siempre, los comercios de toda la vida con nuevísimos espacios modernos. Es, a grandes rasgos, lo que podríamos definir como el SoHo vienés.
Se ubica a tan solo 20 minutos andando del centro y ha sido históricamente el hogar de los judíos. Ahora, con una nueva mirada y nuevos habitantes entre sus fronteras, es usual encontrar ultramarinos de toda la vida conviviendo con lugares preciosos y chic. Y eso es, precisamente, lo que convierte a este distrito en uno de los grandes imprescindibles.
Uno de los imprescindibles es el Palacio Augarten, un precioso parque barroco al que preside una edificación de un arquitecto discípulo de Bernini. A escasos metros te encontrarás con el Internado de los Niños Cantores, conocido como MuTh. Un paseo por sus alrededores es suficiente para escucharlos ensayar las obras que luego interpretaran en la Misa Mayor de la Capilla del Palacio Imperial los domingos y días festivos religiosos.
Eso sí... lo que convierte a este lugar en uno de los más divertidos de Viena es su conocido Parque Prater. De acceso gratuito, aquí es imposible no quedarse prendado de su enorme noria gigante, la Gran Noria de Viena, considerada una de las más antiguas del mundo en funcionamiento. Subirse a ella es, además de un viaje por la historia de Viena, una invitación a ver uno de los paisajes más bonitos de la ciudad: el enorme pulmón verde que rodea a este parque de atracciones. No es lo único que encontrarás: también el tobogán más antiguo del mundo, puestos de comida para chuparte los dedos y su nuevo museo inaugurado este año, el Museo Prater, dedicado a la historia del parque. Para nosotros es imprescindible dedicarle una mañana en lo que pensamos que es, definitivamente, una de las experiencias más divertidas de la ciudad.
Para los más golosos hay dos paradas que deben hacerse. Por un lado la Dulcería, famosa por ser la única bombonería vegana de Viena en la que los preparan de forma exquisita. También el centro Werd:Art, un centro de inclusión para personas con necesidades especiales que tiene una preciosa cafetería en la que pararte a tomar algo y descansar. Este lugar, además de ser un lugar perfecto para un café, es también un faro de luz para estas personas que encuentran aquí un centro de día en el que las actividades y el trabajo forman parte de su día a día.
Wieden: la Viena más bohemia
Dos hitos arquitectónicos dan la bienvenida al distrito 4 de Viena: la Iglesia de San Carlos Borromeo, de estilo barroco y presidiendo la Karlsplatz, y el Pabellón de la Secesión, que cuenta con un bello mural realizado por Klimt. Todos ellos se encuentran en el límite entre el distrito 1 y el 4, en el que además encontramos un museo imprescindible: el Wien Museum.
Este, que acaba de reabrir, es uno de los 70 museos que tiene Viena. Inaugurado en 2023 brinda una oportunidad perfecta para entender todo el desarrollo de la ciudad a lo largo de los años empezando un recorrido cronológico hace 2.000 años, en la época de los romanos, y llegando hasta la actualidad. A escasos metros es, precisamente, donde nos encontramos con la Plaza de San Carlos y su iglesia.
Pero si hay una cosa por la que este barrio conquista es por sus coquetos y cuidados establecimientos. Algunas de las cafeterías imprescindibles son Meinklang Hoflader, un coqueto espacio en el que apetece quedarse; NO PANIC, una de las más populares en el barrio; o Vollpension, una antigua pastelería que sirve como encuentro entre personas mayores y jóvenes. Esta es, seguramente, una de las más originales que hemos visto en mucho tiempo porque, además de ser preciosa, sirve para darle espacio y cabida a personas mayores en riesgo de exlusión social y a gente que está sola. Es, en sí, el acto más bonito de una ciudad que cuida a sus mayores, a los que les da un espacio donde trabajar, sentirse válidos y en el que compartir experiencias con otras personas.
Eso sí... no te vayas del barrio sin buscar el Parque Planquadrat, un coqueto espacio escondido y poco conocido que surge de un proyecto vecinal que ha apostado por el verde. Un precioso parque en el que reina la tranquilidad que es perfecto para desconectar de todo.
Neubau: creatividad, arte y mucho vintage
Si eres de los que va en busca de arte callejero, moda vintage y una estética hípster... entonces tu sitio es el distrito 7 de Viena. Aquí encontrarás un lugar que es arte en sí mismo: en forma de pegatinas pegadas por todas partes, en las inusuales obras del artista vienés Ruin, que suele inspirarse en las espinas de los pescados para sus obras, o en galerías de arte, como la Keine Galerie. Esta sirve como una galería de arte al exterior, para que todo el mundo pueda verlo sin necesidad de entrar. Durante el año van cambiando sus exposiciones para que compradores y curiosos puedan acercarse un poco más al arte vienés.
Una de las cosas que más nos gusta de este barrio es que el arte, también, lo lleva la gente en sus propias carnes. Sus calles son, en toda regla, una pasarela de modelos que visten con algunas de las prendas más alternativas y bonitas que hemos visto en mucho tiempo. Y eso, también, es arte callejero. Si quieres seguirles el ritmo hay un lugar imprescindible: la tienda “24”, una tienda vintage con un café en su interior en el que pasar una mañana de compras vintage.
Eso sí... la foto perfecta la tiene en Calienna, una tienda repleta de plantas que funciona también como cafetería que, sin duda, podríamos catalogar como una de las tiendas más bonita de todo el mundo. Entrar en ella es, indiscutiblemente, un viaje a otro planeta.
Para los que van en busca de la curiosidad... deberán pararse en la casa más pequeña de Viena, de 14 metros cuadrados, ahora convertida en una relojería: la Schmollgruber.Y, si quieres arte por todas partes, entonces debes dirigir tu mirada a el Pasaje del Arte, un precioso pasillo inspirado en los míticos juegos de marcianitos de los años 80.
Visitar todos estos barrios es, indiscutiblemente, una experiencia que se queda clavada para siempre en tu retina. Porque Viena es mucho más que su centro. Porque Viena es, con razón, una de las ciudades más bonitas del mundo. Y porque Viena es, siempre, el destino que todos soñamos para nuestras vacaciones.
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