lunes, 24 de febrero de 2025

Las siete maravillas naturales de Navarra


Tierra de contrastes y belleza desbordante, la Comunidad Foral de Navarra esconde algunos de los paisajes que más impresionan de toda la península. Desde los parajes más áridos y desérticos hasta bosques de abedules, hayas y robles entre suaves colinas donde pacen vacas, ovejas y caballos, el territorio no deja indiferente a nadie que busque la paz, la tranquilidad y la belleza en él. Más allá de lugares como el pueblo de las brujas con una cueva de 120 metrosel pueblo abandonado que es conjunto histórico o la ruta por cinco castillos emblemáticos, Navarra es un paraíso ideal para amantes de la naturaleza.

Aquí los caseríos de arquitectura típica salpican los verdes valles, que se cortan más adelante en desfiladeros esculpidos por el tiempo y las aguas, en las que abunda el color turquesa que no se limita solo a las playas veraniegas. No bastan dos o tres días para abarcar todo lo que Navarra tiene que ofrecer, pero para aquellos que planean una pequeña escapada, Viajes National Geographic ha hecho una selección de las siete maravillas naturales que no pueden perderse.

NACEDERO DEL UREDERRA

Que Urederra signifique “agua hermosa” no es casualidad. Las aguas cristalinas de este río de colores turquesas nacen en el valle de Améscoa, junto al pintoresco pueblo de Baquedano, formando un oasis serpenteante que se puede visitar a través de un sendero bien señalizado de aproximadamente 2,6 km. Rodeada de un frondoso bosque de hayas, la Reserva Natural del Nacedero del Urederra está marcada por el murmullo de las cascadas y el brillo de las pozas de aguas donde se precipitan.

Una de ellas es la del propio nacimiento del Urederra, un majestuoso salto de agua que brota desde el acantilado, conocido como el Balcón de Pilatos, y que pueden ver solo 500 personas al día. El acceso limitado responde a la necesidad de proteger un ecosistema de gran fragilidad y alto valor, lo que en muchas ocasiones hace que se tenga que planear con mucha anticipación una visita al lugar.

SELVA DE IRATI

Enclavada en el corazón del Pirineo navarro, el vasto manto verde de este extenso hayedo salpicado también de abetos, uno de los mayores y mejor conservados de Europa, se reparte por los valles de Aezkoa y Salazar y también del otro lado de la frontera. Esta maravilla natural se mantiene prácticamente intacta en su esplendor rural a pesar de la explotación forestal del siglo XV gracias a su comunidad local y a la protección del territorio.

Su red de rutas es irresistible, y hay para todos los gustos, aunque una de ellas destaca por ser de las más conocidas y más bellas: la del sendero de Errekaidorra, un recorrido temático que pasa por lugares como la cascada de Cubo y abetos centenarios en los que el susurro de las hojas y el agua absorben al visitante y le llenan de tranquilidad.

Entre los territorios de este extenso paraje de 20.000 hectáreas conviven ciervos y jabalíes, mientras que la flora está marcada por los extensos sauces y robles.

La riqueza natural de la Selva de Irati es tan conocida por los locales que existen rutas guiadas con antiguos guardas forestales para conocer no solo los usos tradicionales de algunas plantas, sino también las historias de contrabandistas de antaño. Y para asimilar tanta belleza, nada mejor que parar en alguno de sus pueblos, como Ochagavía, donde las tradiciones y costumbres se detienen en el tiempo.

BARDENAS REALES

Otro mundo. Así es como lo define el visitante, y no es para menos. La vista se extiende aquí por 42.500 hectáreas de paisaje desértico declarado Parque Natural y Reserva de la Biosfera por la UNESCO. En la sorprendente aridez de este enclave, al sureste de Navarra, se levantan formaciones geológicas que la erosión dibujó durante siglos en una imagen única en España y Europa.

Dentro de los límites del parque se diferencian tres zonas: la Bardena Blanca, la Bardena Negra y el Plano. En la primera de ella se encuentran lugares icónicos, como Castildetierra, similar a una chimenea de piedra, o el Barranco de las Cortinas. En la segunda, el contraste es evidente por los bosques de pino carrasco, alejándose del paisaje árido anterior, de los que surge el Cabezo del Fraile. En cuanto al Plano, es una meseta dedicada en gran medida a la huerta, ubicada al sur.

Entre barrancos y planicies se bifurcan diferentes senderos que permiten a los amantes del trekking, el ciclismo y la conducción adentrarse en este espacio natural privilegiado. En el camino, es posible observar al búho real, el águila perdicera o zorros y jabalíes. Y quienes quieran presenciar una labor en desaparición como es la de la trashumancia, cada 18 de septiembre el lugar se llena de ovejas procedentes sobre todo del Pirineo.

FOZ DE LUMBIER Y FOZ DE ARBAiuN

A tan solo 40 km de Pamplona, en los valles prepirenaicos del este de Navarra, se encuentran dos gargantas esculpidas por el agua y el paso del tiempo. Se trata de la Foz de Lumbier y la Foz de Arbaiun, dos formaciones rocosas talladas por los ríos Irati y Salazar durante millones de años. Fruto de ese trabajo se muestran hoy paredes escarpadas con una rica biodiversidad en la que destacan los santuarios de grandes aves rapaces.

La Foz de Lumbier tiene un acceso sencillo gracias a la Vía Verde de Irati, el antiguo trazado ferroviario que atraviesa la foz por dos túneles distintos y que permite adentrarse en el corazón de la garganta y disfrutar de vistas únicas tanto a grandes como a pequeños por su bajo nivel de dificultad. Por otro lado, la Foz de Arabaiun, más extensa, se alarga seis kilómetros entre paredes de hasta 300 metros de altura.

Su gran colonia de buitres leonados puede admirarse desde el Mirador de Iso, situado en la carretera que une Lumbier con Navascués, perfecto también para obtener una panorámica única del lugar. En los centros de interpretación de ambas foces se puede aprender más sobre la fauna y flora del lugar, así como de su geología, además de iniciar rutas y actividades como el descenso en balsa.

VALLE DE BAZTÁN

El tapiz de verdes colinas salpicadas por pueblos detenidos en el tiempo del Valle de Baztan está impregnado de mitos y leyendas que invitan a perderse entre paisajes y tradiciones que perduran más allá de los siglos. Ubicado en el corazón del Pirineo atlántico de Navarra, la capital del valle, Elizondo, roba el corazón a aquellos que caminan por sus calles flanqueadas por caseríos de piedra y balcones repletos de flores donde se asentaron nobles y aristócratas.

La belleza natural del Baztán y su misticismo enamoraron a Dolores Redondo hasta el punto de escribir su famosa Trilogía del Baztán. Y es que el lugar es todo un ejemplo de como la naturaleza puede emocionar e intrigar a partes iguales. Paraíso para el senderista por sus numerosos caminos, el valle se reparte en rutas que atraviesa bosques y cruzan ríos cristalinos hasta lugares como la cascada de Xorroxin, accesible a través de antiguos caminos de ganado.

El valle de Baztán también ha sabido guardar muy bien su historia en lugares como Amaiur/Maya, donde se encuentran vestigios del último bastión de resistencia frente a la conquista de Navarra, en el siglo XVI, excavaciones arqueológicas donde pueden verse restos de antiguas torres de un castillo. Además, villas como Urdazubi/Urdax muestran un patrimonio tan especial como sus puentes medievales de piedra o los grabados prehistóricos de sus cuevas, más allá del Monasterio de San Salvador, del siglo IX.

SEÑORÍO DE BERTIZ

A orillas del río Bidasoa se despliegan más de 2.000 hectáreas de refugio natural donde el paisaje y la historia se entrelazan. Esta comienza a escribirse en el siglo XIV cuando Pedro Miguel Bértiz fue nombrado Merino de las Montañas, transformando este enclave hasta entregarlo al gobierno de Navarra con la condición de destinarlo a fines recreativos y educativos.

Así es como los visitantes que entran hoy al lugar pueden realizar todo un viaje sensorial a través de frondosos bosques y paisajes montañosos donde destaca uno de los tesoros del señorío, el Jardín Histórico-Artístico. En este espacio centenario se encuentra una rica colección de especies vegetales autóctonas y exóticas atravesadas por senderos flanqueados por árboles majestuosos, estanques apacibles y miradores de lo más pintoresco.

El Centro de Interpretación de la Naturaleza saciará a los más curiosos mostrando el ecosistema del parque y la conservación que en él se lleva a cabo. Uno de los bosques de hayas más impresionantes de Europa, robles y alisedas son el hogar de ciervos, jabalíes y una gran diversidad de aves que atraen a miles de visitantes cada año.

VALLE DE BELAGUA

La belleza de cada uno de los rincones de Belagua, perfectos en cualquier época del año, se palpa no solo en la naturaleza, sino en su arquitectura e historia. Enclavado en el corazón del Pirineo navarro, este paraíso natural de origen glaciar situado en la cabecera del Valle de Roncal quita el aliento con sus paisajes de praderas verdes, surcadas por el río Belagua bajo la mirada de cumbres que rozan los 2.000 metros de altitud.

La Selva de Belagua, hogar de la Reserva Integral de Aztaparreta, muestra un hayedo - abetal considerado como uno de los últimos refugios vírgenes del Pirineo. Los senderos que discurren entre sus árboles centenarios son la excusa perfecta para perderse y contemplar la gran biodiversidad del lugar y su perfecta armonía.

Muy cerca, junto a la ermita de Nuestra Señora de Arrako, el dolmen del mismo nombre se erige como testigo prehistórico de costumbres ancestrales. Alrededor, las típicas bordas tradicionales salpican el paisaje, reflejando la esencia agrícola y ganadera que ha definido al valle durante siglos.

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