CanalViajar
El jardín que fascina a los amantes de la botánica, la literatura y la historia.

Imagínate esto: un río que susurra entre ruinas medievales, rosales trepadores abrazando muros milenarios, árboles de todo el mundo reflejándose en estanques cristalinos… y tú caminando por ahí, como si hubieras caído dentro de un poema romántico del siglo XIX. No, no estás soñando ni en una película de época, sino que estás en el Giardino di Ninfa, un paraíso botánico a poco más de una hora de Roma, considerado por muchos como el jardín más bonito del mundo.
Este jardín no es famoso por ser gigante, ni por tener fuentes doradas ni laberintos imposibles. Es famoso porque te desarma, te envuelve. Virginia Woolf, Truman Capote, Alberto Moravia, hasta Pasternak; todos ellos cayeron rendidos ante su atmósfera. Y no es para menos. Caminas y sientes que el tiempo se detiene, que las ruinas están ahí no como testigos del pasado, sino como parte viva del paisaje.

¿Dónde está este lugar de cuento?
En Cisterna di Latina, un rincón del Lacio italiano que no suele aparecer en los típicos mapas turísticos. Pero ahí, surge este jardín que nació sobre una antigua ciudad medieval abandonada en el siglo XIV. ¿Y qué pasó? Que la naturaleza, con esa paciencia que tiene, fue trepando, envolviendo y convirtiendo todo en belleza. En el siglo XX, la familia Caetani (sí, de la nobleza italiana) decidió restaurarlo, no para eliminar las ruinas, sino para respetarlas, amarlas y hacerlas florecer, literalmente.

Mil colores, mil aromas, mil postales
El Giardino di Ninfa es una locura botánica. Hay más de mil especies de plantas de todo el mundo: magnolias, arces japoneses, lirios, cerezos, manzanos ornamentales… y rosas, muchas rosas. Pero no se trata de un jardín perfecto y simétrico, sino de uno que parece crecer con libertad, donde lo salvaje y lo ordenado conviven como si fueran hermanos. Cada estación lo transforma... Primavera estalla en colores, el verano lo vuelve tropical, y el otoño le pone ese tono nostálgico que te dan ganas de escribirle una carta a alguien.

Pero, ¡ojo!
No es un parque cualquiera. Para proteger este equilibrio delicado entre historia y naturaleza, solo se puede visitar en días muy concretos entre abril y noviembre. ¿El consejo? Reserva con tiempo. Las entradas vuelan. Y sí, vale totalmente la pena la organización previa. Vas a estar en uno de esos lugares que no se olvidan jamás.

¿Cómo llegar?
Fácil. Si estás en Roma, coges un tren desde Termini hasta Latina Scalo (el trayecto dura menos de una hora) y desde ahí, taxi o transfer hasta el jardín. También puedes ir en coche en una escapada de día. Y si puedes, ve entre semana: menos gente, más magia.
Un lugar para sumergirte
Porque el Giardino di Ninfa no es un jardín para mirar y seguir de largo. Es un lugar para caminar despacio, para escuchar, para pensar, para sacar fotos, sí, pero también para guardar todo en la memoria. De esos lugares que te hacen suspirar sin saber bien por qué. Y lo mejor, está en Europa. Algo que sorprende, pues muchas veces pensamos que para ver este tipo de jardines debemos irnos a Asia... Así que, ya sabes. Agéndalo, resérvalo y prepárate para conocer un rincón que parece pintado por la naturaleza y escrito por un poeta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario