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Es la única playa del mundo que tiene dos orillas y se ha consolidado como uno de los mejores spots del mundo para windsurf y kitesurf.

Las Canarias están llenas de playas espectaculares que parecen escapados del Caribe, pero hay uno que tiene una particularidad única en el mundo. Al sureste de la isla de Fuerteventura se extiende una de las más sorprendentes de España:
Lejos de ser una playa más del catálogo canario, este enclave de más de cinco kilómetros presume de un fenómeno natural que no se repite en ningún otro lugar. En marea baja, el agua del océano retrocede y queda atrapada entre la playa principal y un banco de arena que emerge, formando una segunda orilla. Sí, una playa con dos orillas.
Lo que durante la pleamar es una gran laguna de aguas turquesas, poco profunda y protegida, se transforma con el descenso de la marea en una extensa superficie de arena dorada que duplica la línea de costa. Este juego de mareas convierte a Sotavento en un destino fascinante no solo por su paisaje, sino también por las posibilidades que ofrece para disfrutar del mar.

Pero no es solo la geografía lo que la hace especial. Sotavento es uno de los epicentros mundiales de los deportes acuáticos. El viento constante y las condiciones casi perfectas de su laguna hacen que, cada verano, se celebre aquí el Campeonato Mundial de Windsurf y Kitesurf de Fuerteventura, reuniendo a algunos de los mejores atletas del planeta. Además de este evento internacional, durante la temporada se suceden diversas competiciones locales que convierten la playa en un punto de encuentro para los amantes del viento y la velocidad sobre el agua.
Además de su popularidad entre los amantes de la adrenalina, la estampa que ofrece la Playa de Sotavento la ha convertido en una de las mejores del mundo. Su arena dorada, fruto de la erosión de la roca volcánica, contrasta vivamente con el turquesa cristalino de las aguas, creando una imagen que nos empuja a volver a subirnos al avión rumbo a Fuerteventura una y otra vez.

Llegar a Sotavento es sencillo: basta con tomar la carretera FV-2, que une Costa Calma con Morro Jable, y desviarse por el camino de tierra que parte del Mirador de Sotavento. Este conduce hasta un aparcamiento situado a escasos metros del mar. También se puede acceder en transporte público, gracias a las líneas 1, 4 y 5 de autobús. Una vez allí, entre la playa y los acantilados encontrarás una franja de vegetación donde protegerse del viento y disfrutar de la vista antes de lanzarte al agua.
Sotavento no es una playa de postal: es una experiencia. Un lugar donde el paisaje cambia cada pocas horas, donde el viento es protagonista y donde la naturaleza se impone. En verano, es visita obligada.
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