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Lo que puede parecerte un plan veraniego inofensivo puede acabar con una sanción digna de arruinarte las vacaciones (y el resto del año).
Arena dorada, la luz del atardecer invitando a las confidencias, un altavoz en la mano y una nevera llena de cervezas. Y lo mejor: la compañía de tus amigos. Suena a verano idílico, ¿verdad? En Ibiza y Formentera, este tipo de escena se repite una y otra vez cada temporada. Sin embargo, lo que a ti te parece una inocente celebración puede terminar en una multa de hasta 40.000 euros.
Las islas pitiusas han dicho basta. Las autoridades locales han endurecido su postura contra las fiestas no autorizadas en playas, calas y espacios naturales. ¿El motivo? Más allá de las molestias para vecinos y turistas que buscan tranquilidad, el impacto medioambiental y la falta de control sobre estos eventos se han convertido en un problema para sus habitantes.
En Ibiza, por ejemplo, la ley balear contempla sanciones de hasta 600.000 euros para actividades que alteren el orden público, y las fiestas sin permisos entran de lleno en esta categoría cuando implican música amplificada, consumo de alcohol y ocupación del espacio público (que, sorpresa, es algo que se da cada vez que te haces fuerte en una parcelita de la playa).
¿Qué cuenta como “fiesta ilegal”?
No hace falta un DJ internacional ni una barra libre para encontrarse metido en un lío. Reuniones con altavoces, consumo masivo de alcohol y concentración de personas en zonas no urbanizables pueden ser consideradas como fiestas clandestinas. La línea es muy fina y, muchas veces, los infractores no son conscientes de estar cruzándola.
¿Se aplica al organizador o también a los asistentes?
No hace falta ser el encargado de organizar la fiesta para recibir una sanción. Quienes participan también pueden enfrentarse a multas, aunque por lo general son menores que las impuestas a los promotores.
La buena noticia es que Ibiza y Formentera ofrecen multitud de experiencias legales y responsables para disfrutar sin sobresaltos. Chiringuitos con música en vivo al atardecer, beach clubs con licencia y propuestas culturales en espacios naturales permiten vivir la magia de las islas sin poner en peligro tu bolsillo (ni el ecosistema).
En resumen: si este verano sueñas con bailar bajo las estrellas en la playa, asegúrate de hacerlo en un lugar autorizado – o en petit comité y sin pasarte con los decibelios–. Aunque “todo el mundo lo haga”, una fiesta improvisada te puede salir por lo que te costaría comprarte un coche nuevo.
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