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Desde su encantador casco antiguo hasta sus poderosos picos alpinos, esta ciudad austriaca es un plan perfecto para la época estival.

Cuando las nieves del invierno se funden bajo el sol de los Alpes, el río Eno, afluente del Danubio, corre fugaz por el centro de Innsbruck, dejando estampas de absoluta belleza. Entonces, la capital del Tirol se convierte en un oasis urbano lleno de vida y cultura que conviene disfrutar en sus cafeterías con vistas panorámicas, en sus monumentos históricos o presenciando algún espectáculo.
El casco histórico es el mejor punto donde emprender una visita y, más concretamente en María Teresa, la arteria principal de la ciudad marcada por el Arco del Triunfo. Con grandes dosis de elegancia, está flanqueada por edificios barrocos y acogedores restaurantes. Si lo nuestro son las compras, también hemos llegado al sitio correcto. No podemos perdernos tiendas independientes como Schmuckwerkstätte Schipflinger, Leather Goods y Held.

Caminando por la calle María Teresa llegaremos al Tejadillo de Oro, un balcón renacentista cubierto por 2.657 tejas de cobre dorado. Frente al edificio se alza Stadtturm, una torre medieval desde donde disfrutar de una de las mejores vistas a los techos de Innsbruck, incluyendo aquellos salvajes cubiertos de nieve, los que hilvanan la cordillera de Nordkette. Por el momento, seguimos disfrutándolos desde monumentos y cafeterías como Café 360°, ubicada en lo alto de la Galería Rathaus.

Siguiendo la historia de Innsbruck
Entre las visitas imprescindibles de la ciudad destaca la Hofkirche, donde 28 estatuas de bronce negro vigilan la tumba vacía del emperador Maximiliano I. A esta figura le debemos la ciudad de Innsbruck.Muy cerca se encuentran el Palacio Imperial, el Jardín Imperial (Hofgarten) y la Catedral de Santiago, con su cúpula verde y altar mayor barroco.El legado imperial también está presente en el Castillo de Ambras, que narra la historia de amor entre el Archiduque Fernando II y Philippine Welser.

Junto al castillo, la colina de Bergisel es otro punto histórico destacado, donde se libraron las batallas por la libertad tirolesa en el siglo XIX. Allí se encuentra el Museo Tirol Panorama con una pintura circular de 1.000 m².
Naturaleza a un paso de Innsbruck
Desde el centro de la ciudad se puede tomar el funicular Hungerburg y el teleférico Seegrubenbahn para ascender a la cordillera de Nordkette, con picos de más de 2.000 metros. En verano, las estaciones de esquí se transforman en rutas de senderismo con miradores espectaculares. También se recomienda visitar Küthai.Para un día más tranquilo, se puede nadar o tomar el sol en los lagos cercanos.

Una excursión brillante
A las afueras de Innsbruck se encuentran los Mundos Swarovski, con instalaciones de arte hechas con cristal, jardines de fantasía y salas inmersivas a las que se accede por la boca de una cabeza gigante que actúa como fuente.
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