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Es una de las rutas más bonitas del centro peninsular, está a un paso de Madrid y es perfecta para descubrir una de las zonas más bonitas de Guadalajara.
A pesar de estar muy próxima a Madrid y albergar preciosos pueblos y maravillas naturales increíbles, Guadalajara sigue siendo un auténtico misterio para el resto de España Las zonas más conocidas como la Alcarria o los Pueblos Negros son tan solo la punta del iceberg de una región con una riqueza sobrecogedora. Tanto cultural como gastronómica, natural e histórica. Una de sus comarcas más desconocidas e impresionantes es la Sierra Norte.

Allí se ubican tres espacios naturales protegidos: el Hayedo de la Tejera Negra, el Pico del Lobo Cebollera y la Reserva Fluvial del río Pelagallinas. Todos y cada uno de ellos ofrece un paisaje espectacular donde las grandes protagonistas son las montañas, sierras y macizos, como el Alto Rey, el macizo de La Tornera-Centenera o la Sierra Gorda. Es también donde se encuentran los pueblos de Arquitectura Negra más bonitos como Campillejo o Valverde de los Arroyos.
Sin duda, la mejor manera de disfrutar de la Sierra Norte de Guadalajara es mediante rutas de senderismo. Una de las menos concurridas es la de la Cascada de la Matilla y el molino de Majaelrayo, que parte desde Robleluengo. Cuenta con 6,3 kilómetros de extensión, pero una dificultad muy baja, por lo que puede completarse en alrededor de una hora y media. Más que una ruta de senderismo podría considerarse un agradable paseo por un camino en plena naturaleza.
El pueblo en el que da comienzo no llega a los diez habitantes censados, pero es un buen ejemplo de la Arquitectura Negra sin necesidad de desplazarse hasta pueblos más visitados. Aunque tiene poco que ver, merece la pena hacer una parada en la ermita de San Pedro de estilo románico y construida en pizarra. Al final del pueblo comienza el sendero que transita junto a praderas y grandes dehesas ganaderas, siempre con el Pico Ocejón como telón de fondo.

Después de un kilómetro y medio nos topamos con una puerta que da al Collado del Lobo. Una vez la atravesamos debemos abandonar la senda y coger otra pista que sale por la izquierda y está muy bien señalizada. Entonces nos encontramos con el barranco de la Matilla que debemos descender para alcanzar el arroyo de la Matilla. En los alrededores se abre paso un bosque de ribera que nos marca el camino hasta la última meta, la cascada de la Matilla.

Molinos, cascadas y pueblos negros
Es en este trayecto cuando aparecen ante nuestros ojos los restos de los molinos de Majaelrayo. Aunque el edificio está prácticamente derruido, en su interior todavía pueden verse las ruedas que un día funcionaban a la perfección para repartir agua a los pueblos de la zona. A unos 300 metros de las ruinas por fin llegamos a la cascada, observando un paisaje excepcional donde, además, podemos refrescarnos para regresar al punto de partida.

También es posible realizar la ruta desde Majaelrayo o incluso volver por ese camino para descubrir la otra parte de este espacio natural. Este municipio que es algo más grande que el anterior está a orillas del río Jaramilla y flanqueado por los picos Ocejón, Atalaya, Campachuelo, Collado de San Pedro, las Cabañuelas y Cabeza del Rocín. Sus casas son también símbolo de la Arquitectura Negra de la zona, aunque lo más llamativo sigue siendo su entorno natural.
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