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Fragmento de un artículo sobre la gripe española publicado originalmente por mí en la web de La Trova el 15/07/2019. Puedes acceder a la versión completa y original del mismo a través de este enlace.
¿Qué fue la gripe española?
La gripe española fue una enfermedad contagiosa que afectó entre 1918 y 1919 a la mayor parte de los territorios del planeta, desde Estados Unidos o el África subsahariana hasta Australia o la India, pasando por Sudáfrica, Indonesia, Europa Occidental, China, Latinoamérica… En total, las estimaciones modernas calculan que más de 50 millones de personas habrían muerto a causa de la gripe española, cifra que supera ampliamente el número de muertos totales en la I Guerra Mundial.
Aun hoy en día se sigue estudiando qué ocurrió en el virus de la gripe común para que se convirtiera en el agente patógeno más letal de la Historia. Las investigaciones científicas más recientes apuntan a que se trataba de una variedad de gripe aviar con muchas mutaciones y una capacidad de multiplicación diaria hasta 50 veces más fuerte que en la gripe común. Además, se trataba de un virus nuevo, con poca circulación en el mundo, por lo que afectó gravemente a personas de todo el globo debido a que no tenían desarrolladas las defensas inmunológicas necesarias para hacerle frente.
La razón del nombre de esta influenza (nombre con el que se llama a las gripes desde finales de la Edad Media) no tiene nada que ver con un supuesto origen en España. En 1918, cuando millones y millones de personas de todo el mundo enfermaron, la vida laboral y las estrategias militares de la Primera Guerra Mundial se vieron severamente trastornadas. Ante esta situación, las altas jerarquías políticas y militares de los países enfrentados se esforzaron por censurar todas las noticias acerca de la existencia y extensión del virus, puesto que esta información podría haber sido utilizada en su beneficio por sus enemigos.
Sin embargo, la situación en nuestro país era muy diferente. España fue oficialmente neutral durante la I Guerra Mundial, por lo que no tuvo ninguna censura a la hora de hablar de la repercusión de la pandemia, más aun si cabe cuando hasta el rey Alfonso XIII cayó enfermo. De este modo, España se convirtió en foco de todos los recelos de los países beligerantes, que veían peligrar su estrategia de manipulación de la información. Como respuesta, todas las naciones afectadas, encabezadas por la Real Academia de Medicina de Gran Bretaña, no dudaron en hacer saber a todo el mundo que la epidemia de gripe era de origen español, bautizándola injustamente como la spanish influenza o spanish flu.
El origen de la gripe española
A pesar de que ha pasado un siglo desde que se produjera la pandemia, lo cierto es que aun no hay una opinión unánime acerca del lugar exacto donde se originó la gripe española. Quizás esto se debe a que durante décadas el mundo y los historiadores marginaron deliberadamente el estudio de la incidencia de la pandemia, de manera que no hubo grandes investigaciones sobre el tema hasta la llegada de las nuevas corrientes historiográficas surgidas en los años 60 y 70. Desde ese momento, los científicos y los historiadores han barajado diversas hipótesis, ubicando su origen en los campos de batalla europeos de los primeros meses de la I Guerra Mundial o en los territorios asiáticos de los que habrían surgido otras pandemias históricas como la Peste Negra de la Edad Media.
No obstante, la teoría más plausible en la actualidad sitúa la aparición de la gripe española en el Medio Oeste americano, concretamente en el estado de Kansas. En febrero de 1918, un médico de Haskell County (Kansas), observó un brote de gripe más severo de lo normal entre sus pacientes. Al mes siguiente, los médicos del campamento militar de Funston, en el condado de Riley (Kansas), registraron la aparición repentina de miles de casos de gripe entre sus soldados.
A partir de ahí, la epidemia se fue extendiendo de campamento en campamento desde el Medio Oeste hasta los puertos de la Costa Este, donde los soldados americanos estaban embarcando masivamente para dirigirse a los frentes de combate en Europa. Así, en el mismo mes de marzo de 1918, 85.000 soldados ya luchaban en Francia; seis meses después, ya eran más de 1 millón. Partiendo de Burdeos y Brest, donde se observaron los primeros casos a principios de abril, la gripe española haría estragos en los meses siguientes.
Las oleadas de la gripe española
La pandemia de la gripe española, considerada la peor de la Historia por su virulencia, su rápida extensión y su número de muertos, se presentó en el mundo en tres oleadas diferenciadas: primavera-verano de 1918, otoño de 1918 e invierno de 1919.
La primera oleada se caracterizó por la elevada mortalidad en las ciudades, una baja mortalidad en otros lugares y una limitada difusión geográfica. Esta particularidad hizo que en ciudades densamente pobladas hasta un 50% de la población pudiera verse afectada por la enfermedad, mientras que en pueblos pequeños apenas afectó o ni siquiera llegó. En junio llegó a Sudamérica, en julio al Pacífico sur y en agosto a la India y las costas africanas.
En el caso de España, este patrón de comportamiento se cumplió plenamente. La primera oleada apareció en Madrid en mayo de 1918, y para el 1 de junio la cifra de afectados alcanzaba ya los 250.000. Siguiendo las rutas de comunicación, la enfermedad se propagó rápidamente por ciudades cercanas como Cuenca, Toledo y Salamanca, y desde ahí al resto del país. De hecho, las zonas más afectadas fueron Cáceres, Badajoz, Córdoba, Jaén y la mitad sur de la Meseta Central.
Después de un breve respiro, una segunda oleada apareció a finales de agosto simultáneamente en lugares tan dispares como Francia, Estados Unidos o Sierra Leona. Este segundo brote fue el más rápido de todos, ya que en uno o dos meses se extendió por todo el planeta, existiendo pocos lugares que se libraran. También fue el más letal, ya que se calcula que alrededor de un 70% de los muertos totales provocados por la pandemia (puede que más de 50 millones) murieron en esta segunda oleada, sobre todo entre octubre y noviembre de 1918.
En nuestro país, la segunda ola llegó a causa de los cientos de miles de españoles que regresaban a sus hogares después de haber ido a trabajar a la vendimia francesa. De esta manera, al contrario que en la primera vez, la oleada fue catastrófica en las provincias más septentrionales y en algunas regiones andaluzas como Huelva, Almería y Granada, mientras que ciudades como Madrid, Sevilla, Málaga o Córdoba fueron relativamente poco castigadas. En el mes de octubre de 1918 la avalancha de muertos era tal que muchos cuerpos permanecían apilados en la ciudad durante más de una semana hasta que se pudiera enterrarlos.
Finalmente, una tercera oleada, también virulenta pero más difuminada en tiempo y espacio, afectó al mundo entre enero y junio de 1919. En Andalucía, esta vez fue de nuevo Málaga la provincia más afectada. De un modo u otro, a lo largo de las tres olas se cree que hasta un 55% de la población mundial pudo estar en contacto con la gripe española.
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