martes, 11 de abril de 2023

Canal Historia ; El Amazonas y Francisco de Orellana

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La relación entre el Amazonas y Francisco de Orellana,rio-amazonasExplorador y conquistador español, viene dada por haber sido el primero que navegó de un extremo a otro del continente por este gran río, el mas caudaloso de la tierra y a través de la mas formidable selva de su mismo nombre, por donde discurre.

El río tiene 7.062 km de longitud desde su nacimiento en la Quebrada de Apacheta, en las faldas del Nevado Quehuisha, región de Arequipa, Perú, a 5.170 metros sobre el nivel del mar, hasta su desembocadura en el Atlántico tras recorrer Perú, Colombia y Brasil. Es llamado el Amazonas, desde la confluencia de los ríos Marañón y Ucayali en Perú. El sistema fluvial Ucayali-Apurímac es la principal fuente del Amazonas, siendo su principal afluente el arroyo glacial Carhuasanta, que fluye de la montaña Nevado Mismi. Otros nombres que recibe este impresionante río a lo largo de su curso, son Lloqueta, Apurímac, Ene, Tambo, Ucayali, Marañón y Amazonas (Solimões al entrar en Brasil)

Francisco de Orellana lo llamó río de las Amazonas, después de enfrentarse a una etnia local en la cual hombres y mujeres se defendían porAmazonrivermap.svgigual. Eligió el nombre procedente del mito griego de las guerreras amazonas de Asia y África, narrado por Herodoto y Diodoro. Orellana era un hombre ilustrado, paciente para la negociación con los indios, con un cierto toque de antropólogo precursor. Hablaba francés y latín, y se defendía en varios idiomas indígenas

Antes de cumplir los 30 años, ya había participado junto a Francisco Pizarro, en la conquista del imperio incarevelando ser un soldado hábil e impulsivo, tanto que en cierta ocasión pecó de temerario y perdió un ojo luchando contra los indios manabíes.

En 1535 participó en la pacificación y fundación de Puerto Viejo donde desempeñó los cargos de regidor  y Alcalde ordinario, además de Teniente de Gobernador y uno de los primeros vecinos. Al estallar la guerra civil entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro, Orellana no dudó en decantarse a favor del primero. Organizó un pequeño ejército e intervino en la batalla de Las Salinas, donde Almagro fue derrotado. Luego se retiró a sus tierras ecuatorianas y en 1537, fundó la ciudad de Guayaquil, que había sido destruida por los indígenas nativos en varias ocasiones y reubicada por diferentes colonizadores españoles. Desde 1538 fue gobernador de Santiago de Guayaquil y de la Nueva Villa de Puerto Viejo, etapa en la que se distinguió por su carácter emprendedor y por su generosidad.ecuador01

Orellana tenía intención de ligar su existencia a aquellos territorios y creyó necesario aprender las lenguas indígenas, por lo que se dedicó concienzudamente a su estudio. Este afán, que le honra y distingue de sus rudos pares, iba a contribuir en gran medida a que alcanzase la ansiada gloria.

Al año siguiente en octubre de 1539 recibió el título de Teniente Gobernador y Capitán General de Guayaquil y Puerto Viejo. Aun cuando podía haber terminado sus días rodeado de paz y prosperidad, ni las riquezas ni el bienestar podían calmar su sed de aventuras y nuevos horizontes. Por este motivo, cuando supo que el nuevo gobernador de Quito, Gonzalo Pizarro, estaba organizando una expedición al legendario País de la Canela, no vaciló ni un momento y se ofreció a acompañarlo.

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Andes ecuatorianos

Las noticias acerca de la abundancia de la preciada especia en las tierras del oriente ecuatoriano se remontaban a una época anterior a la llegada de los españoles, y eran tan prometedoras como las que daban cuenta del fabuloso reino de El Dorado. El hermano pequeño del conquistador del Perú estaba decidido a encontrar la gloria en el descubrimiento de aquel fructífero País de la Canela y con ese propósito salió de Quito a final de febrero de 1541, al frente de 220 españoles, de los cuales 150 iban a caballo y 4.000 nativos porteadores. Llevaba también 2.000 perros de batalla, 2.000 llamas para carga y 2.000 cerdos. Emprendieron camino hacia el Este, en busca del país de la Canela y de El Dorado. Orellana, después de terminar de arreglar sus asuntos en la ciudad de Guayaquil, intentó reunirse con él, pero al llegar a la capital tuvo conocimiento de que Gonzalo ya había partido, dejando el encargo de que siguiera sus pasos.

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Paraje del río Napo
Parque Nacional Sumaco Galeras
Valle de Sumaco

Se puso en marcha con un reducido grupo de 23 hombres y se dispuso a atravesar los temibles Andes ecuatorianos. Tras recorrer la altiplanicie, fueron atacados, perdiendo sus provisiones y pidiendo entonces ayuda a Pizarro que mandó a rescatarlo. Comenzó una lenta y fatigosa ascensión sorteando profundas quebradas, laderas pobladas de una maleza impenetrable y pendientes rocosas desprovistas de toda vegetación. En las cumbres andinas, los expedicionarios padecieron a causa del viento gélido y sobrecogedor; más tarde, tras un penoso descenso, el calor tórrido y la atmósfera asfixiante de la selva volvieron a quebrantarles. Al fin, macilentos y diezmados, a finales de marzo llegaron al campamento de Gonzalo, con un rayo de esperanza brillándoles en los ojos, incorporándose a la expedición, en el valle de Sumaco a unos 120 Km de Quito.

Pizarro acogió a Orellana con muestras de gran alegría, y para darle testimonio de la opinión que le merecía, y quizás como cumplimiento de lo que habían acordado en la entrevista de Quito, procedió a nombrarle su teniente general.

Pero la decepción fue enorme para Orellana. El campamento no se encontraba en ningún fragante bosque de árboles de la canela, sino en una zona pantanosa e inhabitable. Hundiéndose en las ciénagas y tropezando continuamente con las gruesas raíces que alfombran la jungla, los hombres buscaron por los alrededores el codiciado producto, encontrando tan solo pequeños arbustos silvestres escuálidos y desparramados entre el follaje, de una canela casi sin aroma. En dos meses que por allí anduvieron, siempre les llovió de día y de noche. dreamstime_m_202982031-1240x372

Así estuvieron explorando el territorio del que recorrieron unos 200 km  hasta finales del año 1541. Al cabo de unos meses de exploración, la situación se hizo insostenible. Los víveres escaseaban y los supervivientes estaban extenuados. Ante la imposibilidad de avanzar por la selva, Gonzalo Pizarro resolvió seguir el curso de un río cercano con el auxilio de una navecanoeing-amazon-river-ecuadorque, tuvieron que construir en aquel mismo sitio. Famélicos y empapados de sudor, los hombres se apresuraron a cortar árboles, preparar hornos, hacer fuelles con las pieles de los caballos muertos y forjar clavos con las herraduras. Cuando la improvisada nave estuvo lista, comprobaron con alborozo que flotaba sobre las aguas. Había sido una tarea ímproba pero sus esfuerzos se veían, por fin, recompensados. El bergantín se utilizó para embarcar los enfermos, los víveres y las armas, acompañando al resto de la expedición que iba en canoas y por tierra. Habían perdido muchos hombres y más de 3.000 de los 4.000 nativos que componían la expedición. Se habían comido todos los animales que llevaban, caballos, llamas, perros y cerdos.

rio coca y napoEntonces Gonzalo Pizarro resolvió enviar aguas abajo del río Coca (según algunas fuentes, el río Putumayo) al Capitán Orellana, en busca de comida, en el bergantín (San Pedro) recién construido. Había valorado  que su lugarteniente podría entenderse directamente con los indígenas en caso de encontrarlos, pues conocía sus dialectos. El 26 de diciembre de 1541, Orellana se embarcó con cincuenta y siete hombres y se dirigió río abajo en busca de alimentos. Navegando por los ríos Coca y Napo (nace por la unión de algunos ríos menores y recibe las aguas del Coca, Aguarico y Curaray y a partir de su desembocadura en el Marañón, éste pasa a llamarse Amazonas), continuó la marcha durante días y días sin encontrar poblado alguno. Pasaron por la desembocadura del Aguarico y  veinte leguas antes de la desembocadura del Curaray en el Napo, se detuvieron en la orilla.

El hambre atenazaba sus estómagos y tuvieron que devorar cueros, cintas y suelas de zapatos cocidos con algunas hierbas. Durante estas jornadas dramáticas, Orellana supo mostrarse firme y logró mantener la moral y la disciplina de sus hombres predicando con el ejemplo antes que con las palabras.descubrimiento-del-amazonasAl fin, el día 3 de enero de 1542, llegaron a las tierras de un cacique llamado Aparia, del pueblo de los Omaguas, quien los recibió generosamente y les ofreció grandes cantidades de comida.

Cumplida la primera parte de su misión, Orellana dio las órdenes pertinentes para emprender el regreso río arriba con objeto de ir en busca de Gonzalo Pizarro, quien, según lo acordado, iba a descender lentamente por la orilla hasta encontrarse con su lugarteniente. No obstante, sus hombres se resistieron. Juzgaban que era materialmente imposible remontar la briosa corrientearea12069-fig-0001con su insegura nave, y que, aun cuando lo consiguiesen, no podrían cargar víveres, pues el húmedo calor de la selva los echaba a perder en pocas horas. Se negaban a sacrificar estérilmente sus vidas por obedecer una orden suicida. Orellana, convencido por estos razonamientos, se sometió a sus hombres, poniendo como condición que esperasen en aquel lugar dos o tres semanas para dar tiempo a que Gonzalo pudiese alcanzarlos.

Transcurrido casi un mes y puesto que no había noticias de Gonzalo Pizarro, los exploradores embarcaron de nuevo. El 2 de febrero de 1542 reemprendieron la navegación. Descendieron por las cada vez más turbulentas aguas y el 11 de febrero vieron que «el río se partía en dos». En realidad, habían llegado a la confluencia del río Napo con el Marañón. Los tripulantes del bergantín creyeron que habían desembocado en un amplísimo mar y es que estaban surcando ya las aguas del Amazonas. Entre ellos se encontraba el dominico fray Gaspar de Carvajal, cuya Relación constituye la crónica del viaje.

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Río Marañón

El 26 de febrero encontraron otro poblado del mismo cacique Aparia, donde les proporcionaron comida y se dedicaron a construir otro barco al que llamarían Victoria. Puesto que se desvanecía toda esperanza de reunirse con Gonzalo Pizarro, verdadero jefe de la expedición, Orellana fue elegido de forma unánime capitán del grupo.

Mientras tanto, Pizarro había decidido volver a Quito por una ruta más hacia el norte, con sólo 80 hombres, los que quedaban vivos

El 24 de abril Orellana ya con los dos bergantines, siguió río abajo. El viaje les deparó continuas sorpresas: árboles inmensos, selvas de lujuriosa vegetación y un río que más bien parecía un mar de agua dulce y cuyos afluentes eran mayores que los más caudalosos de España. Cuando dejaron de divisar las orillas de aquel grandioso río, Orellana ordenó que se navegara en zigzag para observar ambas riberas.

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Río Negro entrando en el Amazonas

Durante el trayecto, arrostraron mil peligros, fueron atacados varias veces por los indígenas y dieron muestras de un valor extraordinario. Se vieron hostigados por canoas de indios vestidos con cueros de lagartos (caimanes), de manatíes (vacas marinas) y de dantas (tapires). Se presentaban con gran griterío y estruendo de trompetas de palo. En algunos poblados, los indios les eran favorables y les daban huevos de tortuga para alimentarse, pero en otros les recibían a flechazos.

En su avance por el río, el 12 de mayo en Machifaro, capital del país de los omaguas, al norte de Perú, tuvieron que hacer frente a un tremendo ataque de los nativos. Protegidos en los barcos, continuaron río abajo y el 23 de mayo descubrieron la triple desembocadura del Purús, que llamaron río de la Trinidad. El 3 de junio de 1542 encontraron un río que no se disolvía en el principal y que llamaron río NegroTras abandonar la desembocadura del Madeira, y poco después la del Tapajós, llegaron a finales del mes de junio al legendario señorío de las Amazonas, que daría nombre al curso fluvial, el llamado río Grande de las Amazonas.

En la mañana del 24 de junio, día de San Juan, fueron atacados por un grupo de amerindios encabezado por las míticas amazonas. Los españoles, ante aquellas mujeres altas y vigorosas que disparaban sus arcos con destreza, creyeron estar soñando. En la refriega consiguieron hacer prisionero a uno de los hombres que acompañaban a las aguerridas mujeres, quien les relató que las amazonas tenían una reina que se llamaba Conori y poseían grandes riquezas. Maravillados por el encuentro, los navegantes bautizaron el río en honor de tan fabulosas mujeres.

El Padre Gaspar de Carvajal, expedicionario y cronista de Orellana deja muy claro que los indígenas que les combatieron estaba liderados por mujeres de piel blanca:

… ellos [los atacantes] son subjectos y tributarios a las amazonas, y sabida nuestra venida, vanles a pedir socorro y vinieron hasta diez o doce, que éstas vimos nosotros, que andaban peleando delante de todos los indios como capitanas, y peleaban ellas tan animadamente que los indios no osaban volver las espaldas, y al que las volvía, delante de nosotros los mataban a palos, y esta es la causa por donde los indios se defendían tanto. Estas mujeres son muy blancas y altas y tienen muy largo el cabello y andan desnudas en cuero, tapadas sus vergüenzas, con sus arcos y flechas en las manos, haciendo tanta guerra como diez indios…amazonas_1800x1075

Del interrogatorio a indios que habían apresado los españoles, el Padre Carvajal detalla con la precisión de un escribano de juzgado:

El capitán [Orellana] le preguntó [a un cacique] qué mujeres eran aquellas: el indio dijo que eran unas mujeres que residían la tierra adentro siete jornadas de la costa, y por ser el señor Couynco sujeto a ellas, habían venido a guardar la costa. El capitán le preguntó si esas mujeres estaban casadas: el indio dijo que no. […] El capitán le preguntó si estas mujeres eran muchas: el indio dijo que sí, y que él sabía por nombre setenta pueblos… y que en algunos de ellos había estado.GF0E7KM2._xoptimizadax--575x322

El capitán le preguntó si estas mujeres paría; el indio dijo que sí. El capitán dijo que cómo, no estando casadas, ni residía hombre entre ellas, se empreñaban: él dijo que estas indias participan con indios en tiempos, y que cuando les viene aquellas ganas juntan mucha copia de gente de guerra y van a dar la guerra a un gran señor que reside y tiene su tierra junto a las déstas mujeres, y por fuerza los traen a su tierra… y que después que se hallan preñadas, les tornan a enviar a su tierra sin les hacer otro mal; y después, cuando viene el tiempo que ha de parir, que si paren hijo lo matan o le envían a sus padres, y si hija, la crían con gran solemnidad y la imponen de las cosas de la guerra»

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Isla de Cubagua, Venezuela.

Después de siete meses y un viaje de 4.800 kilómetros, en los que habían navegado por los ríos Napo, Trinidad, Negro y Amazonas, llegaron a la desembocadura de aquella impresionante masa de agua, el 24 de agosto. Durante dos días lucharon contra las olas que se formaban al chocar la corriente del río con el océano y, al fin, consiguieron salir a mar abierto el 26 de Agosto de 1542. (En su desembocadura la distancia entre una y otra orilla es de 330 kilómetros).

Desde allí se dirigieron costeando a Nueva Cádiz en la isla de Cubagua (Venezuela) en el mar Caribe. El bergantín San Pedro llegó primero, el 9 de septiembre. El bergantín Victoria, llevando a Orellana y Carvajal, bordeó la isla de Trinidad por el sur y quedó varada en el golfo de Paria durante siete días, llegando finalmente a la isla de Cubagua, el 11 de septiembre de 1542, culminando uno de las más apasionantes gestas de la historia de los descubrimientos.

De los 57 hombres que comenzaron el viaje con Orellana, llegaron un total de cuarenta soldados castellanos y dos portugueses. A ellos había que añadir los dos esclavos negros que les acompañaron desde el principio y un trompetero indio que habían incorporado casi al final de su aventura.

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