historiaeweb
Cronología
La invasión persa de Egipto: antecedentes
Hagamos un poco de memoria de lo que vimos el último día. Debido a la gran amenaza que suponía la inmensa expansión del imperio persa aqueménida, los egipcios y los caldeos babilónicos (sus hasta entonces enemigos después de Asiria) olvidaron sus “pequeñas diferencias” y crearon una gran alianza de naciones junto con Lidia y Esparta, para luchar contra los persas. Sin embargo, esta alianza de poco les serviría, ya que Ciro II consiguió conquistar y destruir Lidia en el año 546 a.C., y consiguió apoderarse de todo el territorio caldeo de Babilonia poco tiempo después, en el 538 a.C. Como es evidente, esto dejó al rey Ahmose II de Egipto sin grandes aliados en Oriente Próximo, por lo que se empezaron a buscar el establecimiento de buenas relaciones con los Estados griegos, con la intención de fortalecerse contra el inminente ataque. Afortunadamente para él, Ahmose II murió en el 526 a.C., dejando a su hijo, Psamético III (526-525 a.C.), todo el marrón de enfrentarse a la inevitable invasión persa de Egipto.
Los primeros años de la invasión persa de Egipto
La brevedad del reinado de Psamético III (526-525 a.C.) se explica por una razón evidente: su padre Ahmose II se murió justo en el peor momento posible, en los meses previos a la invasión aqueménida, y el recién nombrado rey no supo hacer frente con eficacia al embiste persa. El enfrentamiento directo definitivo entre Egipto y Persia tuvo lugar en la llamada batalla de Pelusia, la cual supuso la derrota y captura de Psamético III por parte de Cambises, el rey persa de por aquel entonces. Esta derrota y captura del soberano egipcio se tradujo finalmente en la invasión de Egipto en el año 525 a.C.
Los tres años en que Cambises fue soberano en Egipto (525-522 a.C.) tienen una imagen totalmente contradictoria en las fuentes de conocimiento que tenemos en la actualidad: mientras que los comentarios de los autores grecolatinos son extremadamente negativos, las fuentes egipcias muestran (o quieren mostrar) a un soberano preocupado por no herir la sensibilidad egipcia y que se presenta a sí mismo como un rey egipcio en todos los sentidos.
El reinado de Darío I
Nada de lo que pudo hacer Cambises en vida mientras fue soberano de Egipto impidió que a su muerte estallara una revuelta en Egipto. Sin embargo, la independencia conseguida apenas tuvo un desarrollo de dos o tres años, ya que el sucesor de Cambises, Darío I (522-486 a.C.) fue capaz de conseguir de nuevo el control total del país en torno al 519-518 a.C. La política tolerante de Cambises con respecto a Egipto continuó durante el reinado de Dario I, tanto en la administración como en la religión del reino conquistado. Una de las cosas por las que se recuerda a Darío I en Egipto es por su programa constructivo: se restauró la escuela médica de Sais, se comenzó la reconstrucción del templo de Anión de Hibis en el oasis de Kharga, y se trabajó en el Busiris y el Serapeo de Saqqara.
La invasión persa de Egipto: el gobierno y la administración
A pesar de las políticas tolerantes de Cambises y Dario I, lo normal es que los reyes persas no mostraran esta delicadeza a la hora de gobernar Egipto. Jerjes, por ejemplo, (486-465 a.C.) fue muy criticado y despreciado en su tiempo por su manifestado desprecio por los templos egipcios. En cuanto a la administración, los persas se dieron cuenta de que el sistema de gobierno provincial que había existido hasta ahora era el mejor posible, así que en general intervinieron poco en la política interna. Sin embargo, para garantizar la correcta anexión de Egipto como un territorio persa más, colocaron a un sátrapa en el más alto puesto gubernamental de Egipto. El sátrapa era como una especie de virrey en Egipto, un representante del rey persa, de origen aristocrático, y que velaba por los intereses aqueménidas en el territorio egipcio. Exceptuando esta forma de control, pocas innovaciones más aportaron los persas al gobierno de Egipto.
A pesar de esta relativa poca presencia del intervencionismo persa en la administración de Egipto, lo cierto es que se llevaba un férreo control de este territorio para evitar nuevas revueltas. Para ello, los persas llevaron a cabo dos medidas: colocar a funcionarios de origen no egipcio en los cargos e instituciones públicas que consideraran necesarios, y mantener una presencia militar en el país que garantizara su paz interior y exterior.
La integración de Egipto en el Imperio Persa
Gracias a las fuentes de conocimiento, podemos saber que los egipcios se integraron y expandieron por gran parte del territorio del imperio persa a través de varias medidas: en primer lugar, se requirieron las labores de artesanos egipcios en diversos lugares del imperio, llegando a lugares tan alejados como la propia capital, Persépolis. Por otra parte, los recursos militares del país fueron utilizados para continuar con la política imperial de los aqueménida. Esta presencia de los egipcios en las batallas de lado de los persas se demuestra en varias ocasiones: estuvieron implicados en el asalto naval a Mileto que acabó con la revuelta jonia en el 494 a.C, y los recursos navales y terrestres egipcios tuvieron un relevante papel en los grandes ataques que organizaron Darío y Jerjes contra los estados griegos entre el 490 y el 480 a.C.
Conclusiones
En general, lo que podemos deducir de la primera invasión persa de Egipto a partir de las fuentes de conocimiento es que este régimen persa no fue muy opresivo, y que incluso hubo bastantes egipcios que consiguieron aceptarlo. Sin embargo, en la otra cara de la moneda también nos encontramos regiones en las que solía haber tensiones, que eran causadas por dos grandes motivos: la manifiesta xenofobia de los egipcios hacia los persas, lo que dificultaría su integración como una más de las provincias persas, y las ambiciones de distintas familias poderosas egipcias que aprovecharían cualquier momento de debilidad para intentar conseguir la independencia para Egipto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario