Karen Paola D铆az Talavera
En una 茅poca de caballeros y castillos, de intrigas palaciegas y batallas 茅picas, surgi贸 un hombre cuya armadura eran sus humildes ropas, y su espada, el amor incondicional hacia todos los seres vivos. San Francisco de As铆s, el joven rebelde que cambi贸 las lujosas vestimentas y fiestas por la vida asc茅tica, nos dej贸 una historia que merece ser contada con una taza de t茅 en mano y una buena manta para acompa帽ar.
Francisco naci贸 en el seno de una familia adinerada en As铆s, Italia. Como joven, disfrutaba de las fiestas y las alegr铆as propias de su edad y posici贸n social. Sin embargo, una serie de eventos, incluyendo una enfermedad y su experiencia como prisionero de guerra, lo llevaron a replantearse su vida. Una voz en su coraz贸n le dec铆a que hab铆a algo m谩s, algo que iba m谩s all谩 de la riqueza y el poder.
En una emblem谩tica ocasi贸n, Francisco se encontr贸 con un leproso en el camino. En lugar de alejarse como muchos habr铆an hecho, se acerc贸 y lo abraz贸. Este gesto, aparentemente simple, marc贸 el inicio de su transformaci贸n. Francisco empez贸 a desprenderse de sus pertenencias, llegando incluso a despojarse de sus ropas en p煤blico como s铆mbolo de su renuncia total a los bienes materiales.
Pero su revoluci贸n no se qued贸 ah铆. Francisco no solo abrazaba a los leprosos; ve铆a a todos los seres vivos, desde el lobo hasta el gorri贸n, como hermanos. Su amor por la naturaleza lo llev贸 a componer "El C谩ntico de las Criaturas", en el que alaba al sol, la luna y las estrellas. No es dif铆cil imagin谩rselo caminando por los bosques de As铆s, conversando con los p谩jaros o maravill谩ndose ante la belleza de una simple flor.
A su alrededor, otros j贸venes se sintieron inspirados por su mensaje y decidieron seguirlo. As铆 naci贸 la Orden Franciscana, un grupo de hombres y mujeres comprometidos con una vida de pobreza, humildad y amor hacia todas las criaturas. Francisco les ense帽aba que no era necesario tener grandes riquezas para ser feliz; la verdadera felicidad resid铆a en la sencillez y en la conexi贸n con la naturaleza y con Dios.
San Francisco de As铆s falleci贸 a los 44 a帽os, dejando tras de s铆 un legado que perdura hasta nuestros d铆as. Su vida es un recordatorio de que la verdadera riqueza no se mide en oro o joyas, sino en el amor que damos y recibimos. As铆 que, la pr贸xima vez que te encuentres en la naturaleza, ya sea en un parque o en un bosque, recuerda a Francisco y saluda a las criaturas que te rodean. Despu茅s de todo, son tus hermanos y hermanas.
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